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 lunes, 06 de noviembre de 2006  
Newell's dejó todo pero volvió a perder

Gustavo Conti / La Capital

Pareció un chiste. Ni bien el Coloso quedó vacío, asomó el sol y se despejó el cielo. Antes, un diluvio acompañó la presentación de Newell's posterior al clásico. La tormenta arreció antes y después de la gran definición de Denis que le dio el triunfo a Independiente y una nueva bofetada al equipo de Pumpido. Y no pudo representar mejor esta realidad rojinegra de caída libre, pese a la dignidad de los muchos pibes que el técnico puso para la ocasión.

Pumpido cambió todo, Newell's dejó todo y tampoco pudo. De entrada, eso indica dos cosas: que los jugadores no escatimaron esfuerzo para revertir su suerte y que con eso no alcanzó, no sólo para cicatrizar las heridas del clásico, sino para cambiar una tendencia en baja que viene de antes y aparece hoy lo suficientemente consolidada como para preocupar en serio.

El campo de juego lucía el mejor verde hasta que se fue inundando, relativizando el valor de los aciertos tácticos o hasta el de los arrestos individuales. Sin embargo, en ese contexto que los igualó, Independiente le sacó a Newell's la luz suficiente como para volver a amargarlo.

No hizo mucho, apenas lo necesario. Bastó que Montenegro usara su experiencia para hacerse de una pelota difícil en el medio y facilitar a sus compañeros que hagan el resto. Rodrigo Díaz se la dio a Orteman, la abrió a Eluchans y el centro alto, envenenado, hizo lucir a Denis, quien la empalmó en el aire a la red, con la inestimable ayuda de una mala salida de Villar, y de Aguirre que lo perdió en la marca.

Era tan poco lo que había hecho Newell's, que ni siquiera se esperaba la saludable reacción del complemento. Hasta allí, sólo las subidas de Ansaldi por derecha o el atrevimiento de Vangioni por izquierda en su debut, ofrecían a los hinchas alguna posibilidad de ilusionarse. Por eso, cuando el pibe Torres empezó a tallar en la segunda mitad, fue la mejor noticia de una tarde que terminó igual de la peor forma.

El volante, que entró al final del primer tiempo por el infortunado Steinert, cazó la globa como un experimentado y a su compás Newell's se animó a llegar tocando, obligando a jugar a Independiente de contragolpe. Si bien se expuso en varias ocasiones a una diferencia mayor (Villar salvó algo la ropa abortando un par claritas), logró merodear los dominios de Ustari, que se lució al máximo en un cabezazo de Arrieta, la más clara rojinegra.

Es cierto que le faltó final de jugada, sobre todo por el nulo aporte de Salcedo, pero esa actitud de intentar jugar no puede faltar cuando el paso viene cambiado. En todo caso, debe quedar para la próxima. Al final, cuando Lucero y Ansaldi fundieron biela, los ingresos de Miramontes y Flores, lejos de insuflarle aire, apagaron definitivamente ese envión rojinegro que resultó insuficiente.

Pese a las pálidas y a la humillación del clásico, la gente despidió al equipo con aplausos porque entendió que no se guardó nada. Lo preocupante es que así y todo perdió. Y lo es más aún si se acostumbra a eso. El único rayo de sol de la tormentosa tarde salió por los debutantes, que junto a otros que hacen sus primeras armas, por momentos dejaron una imagen creíble. Por lo demás, en Newell's no para de llover.
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Ansaldi trepó muchas veces bajo la lluvia.

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