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 domingo, 29 de octubre de 2006  
Un taxista notó que lo asaltarían y escapó dejando sola a su pasajera
Reventó un neumático y vio venir a un hombre armado. Lo eludió y se fue. La joven no pudo evitar que la despojaran

Ariel Etcheverry / La Capital

"Se fue. Desapareció. Salió corriendo. Se tiró al pasto. No sé qué hizo, pero me dejó sola". A Marisol Toledo le costó encontrar frases para definir la conducta del taxista que la llevaba a su casa ayer a la madrugada. La chica de 25 años relató sin pausas y en forma algo desordenada el trance que vivió cuando el coche en el que viajaba por el acceso sur sufrió el reventón de un neumático y un hombre de gorrita, armado con una navaja, se acercó para asaltarlos. Hasta allí no habría pasado de ser uno de los habituales robos o ataques a automovilistas en ese sector, pero lo inédito fue que el chofer alcanzó a escapar y dejó a la muchacha a merced del delincuente, que no la perdonó y le terminó robando 80 pesos para luego perderse en la oscuridad.

La historia de Marisol bien podría ser argumento para un cuento de terror con un título como "Pasajera de una pesadilla". Horas después del asalto, la joven continuaba conmovida por el mal momento e impresionada por la actitud del chofer. "Un buen rato después de la llegada de la policía, el tipo apareció caminando. No me preguntó cómo estaba, ni siquiera si me había pasado algo. Por lo único que se preocupó fue por el auto", manifestó.

Todo sucedió luego de que la chica y unos amigos compartieran en una cena en un restaurante ubicado en la zona de España y el río Paraná. La protagonista contó que una clienta de ese local solicitó por teléfono un vehículo a una empresa de radio taxi. "A esa hora no hay taxis en la calle. Por eso con mis amigos le pedimos a esa chica que nos subiera a nosotros también. Primero se bajó ella y después el taxista fue dejando al resto", sostuvo.

Iban en un Peugeot 504, que según fuentes policiales era conducido por Juan Chemavez, de 50 años. Luego de que sus amigos descendieran en 9 de Julio y Necochea, Marisol quedó sola. Vive en el extremo sur de la ciudad y a esa hora de la madrugada, poco después de las 2.30, "ya estaba cansada de dar vueltas. Tenía mucho sueño, quería ir a dormir porque hoy (por ayer) tenía que ir a trabajar", contó. Eso hizo que ella misma le sugiriera al taxista que en lugar de atravesar la ciudad por adentro, tomara por el acceso sur como vía más directa para llegar a su casa.


Seguir, no seguir
Para cuando el vehículo empalmó con lo que es la continuación de Circunvalación, Marisol se había quedado casi dormida. Pero el ruido seco del reventón del neumático trasero derecho la hizo saltar del asiento. Eso ocurrió cuando el coche se aproximaba al cruce con Uriburu. "Enseguida me di cuenta del pinchazo y le pedí que no se detuviera, pero no me hizo caso. Se tiró hacia la derecha y paró en la banquina. Entonces bajó y dio la vuelta para ver cómo estaba la rueda", rememoró Marisol.

Fue en ese momento en que apareció el delincuente. Para entonces la autopista se había transformado en un páramo. El tipo venía caminado rápidamente desde el sector derecho, es decir del mismo lugar donde quedó detenido el taxi. Tenía aspecto de pibe, llevaba una gorrita con visera, un buzo deportivo y esgrimía una navaja. El tachero alcanzó a advertir la jugada y lo que hizo simplemente fue... escapar. Desde el interior del habitáculo, la pasajera no daba crédito a lo que veía. Según su versión, el conductor rodeó el Peugeot con intenciones de esquivar al asaltante, que ya venía con el puñal en alto.

"Dio la vuelta completa alrededor del coche y comenzó a correr hacia el mismo lugar por donde apareció el chorito. Así de simple, me dejó sola. En la desesperación que tenía, mi primera reacción fue trabar las puertas traseras y pasarme de un salto hacia adelante para levantar las ventanillas, pero no tuve tiempo. En un segundo lo tuve al tipo al lado, apuntándome con la sevillana. Me gritó dame la plata o te mato. Le dije que se quedara tranquilo, pero de los nervios que tenía y por el salto que pegué hacia adelante se cayó la billetera, el celular, no encontraba nada. Es más, tenía dinero en el bolsillo del pantalón y no lo podía sacar del susto que tenía", explicó.

El delincuente se quedó con 80 pesos que eran los que la joven y atractiva mujer llevaba consigo y se fue a toda carrera por el mismo lugar por donde había llegado. En ese momento, y cuando el susto aún no había aflojado, Marisol se dio cuenta de que unos metros más adelante dos autos estaban detenidos al costado del camino.

"Puse primera y avancé, así nomás, con el neumático en llanta. Cuando llegué a donde estaban esas personas les dije que me habían asaltado. Ahí ellos me contaron que también habían pinchado las ruedas de los dos coches y llamaron a la policía. Para mí fue evidente que el choro no los robó porque eran dos autos que estaban juntos, con varias personas en su interior. Por eso tal vez eligió el taxi. Eso también explica el apuro del tipo: no quería que lo vieran robándome".

"Además, mientras estábamos en el lugar, otros tres autos también sufrieron pinchaduras de gomas. Para mí todo el lugar estaba sembrado de clavos", añadió. Minutos después un par de móviles del Comando Radioeléctrico convergieron allí. Y un buen rato más tarde regresó el taxista, que según contó Marisol por lo único que se preocupó fue por la suerte del vehículo. "No se qué hizo todo ese tiempo", se preguntó. De allí en más, la joven denunció todo lo ocurrido en la seccional 11ª.
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Marisol Toledo la pasó mal.

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