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 domingo, 17 de septiembre de 2006  
El Salvador importó las pandillas de Los Angeles
El fenómeno de las maras afecta a varios países de América Central. Sus miembros son estigmatizados

"La cultura de las maras o pandillas de Los Angeles ha sido exportada a países de América Central como El Salvador, que tienen unos 11 millones de emigrantes, de los cuales ha vuelto alrededor de un millón", informó el periodista brasileño Veet Vivarta, de la Red Andi América Latina, durante el taller de violencia y medios.

"Las maras trafican droga o cobran peaje a los automovilistas, pero se trata de un fenómeno de violencia muy complejo y multifactorial porque los adolescentes que entran en esos grupos se tatúan y quedan estigmatizados porque esas marcas no se borran, salvo con una cirugía con láser, que es muy costosa", abundó el cronista de la Agencia de Noticias por los Derechos del Niño, al referirse a un fenómeno que afecta también a Costa Rica y otros países de América Central.

En este sentido, el profesor brasileño Ignacio Cano advirtió que "los adolescentes que integran una mara quedan encerrados en un doble juego de violencia: por un lado son estigmatizados por la sociedad y, por el otro, no pueden salir del grupo porque si lo hacen los matan".

"En El Salvador existen la Mara 18 y la Mara Salvatrucho, que son las principales, y hace poco el gobierno instaló un programa de mano dura según el cual podía detener a cualquier adolescente que tuviera tatuajes o que pareciera un integrante de una pandilla, pero el plan fue rápidamente tumbado judicialmente, al punto que el 90 por ciento de los chicos detenidos era inocente", agregó Cano, de la Universidad de Río de Janeiro.

Vivarta sostiene que "la mara es también un grupo que les da identidad a los adolescentes, por lo que habría que prevenir que no cometan delitos pero no estigmatizar a todas estas pandillas como grupos violentos". A modo de descripción, el cronista citó la declaración de un integrante de una pandilla salvadoreña: "La mara es mi familia, es mi vida, así que no voy a salir de ella. Yo me podría calmar, pero tengo que llamar a Estados Unidos".
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