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 sábado, 10 de junio de 2006  
Reflexiones
Parque Italia, un lamentable olvido

Leonardo E. Gentile Cappella

El exitismo que tanto descalifica no ha estado ausente en la noble tarea de crear el parque Italia. Recordamos amplias coberturas, trasladadas incluso a este matutino, respecto de proyectos, obras y fechas relacionadas con este emprendimiento, supuestamente comprometidas. Lamentable, pasado el infundado triunfalismo todo quedó en el olvido. Aquellos que se sumaron a la utopía intentaron justificarse con trascendidos críticos, supuestos engaños e inclusive con recriminaciones a funcionarios y representantes diplomáticos.

Lo cierto es que hoy el parque Italia ha quedado en el olvido, situación que además de injusta es una afrenta para la colectividad italiana.

Un manejo desacertado llevado a cabo por el ex cónsul Trampetti reinsertó un proyecto que había sido descartado 30 años atrás, precisamente por rechazar la colectividad italiana el lugar propuesto: Acceso Sur y 27 de Febrero. Dicho predio no era ni es acorde con la colectividad italiana, nervio y fundamento del desarrollo agroindustrial de Rosario y su región.

Aún más, el ex cónsul al que aludo se desinteresó de lo avanzado por el diplomático que le precedió, Enrico Mora, y lo actuado por la comisión que éste designara. Tuve el honor de integrar, por invitación del propio Mora, esa comisión que trabajó sobre otros preconceptos. En efecto, entendíamos que era necesario un predio acorde con los merecimientos de la colectividad italiana. En tal sentido se entrevistó al entonces intendente Binner, el que ofreció espacios interesantes ubicados en avenida Francia y pasaje Escalada, asimismo en terrenos que desocuparía una arenera sobre la costa del río. El funcionario que nos acompañó, ingeniero Palumbo, también insinuó el predio en que a posteriori se habilitaría el parque de las Colectividades.

No dudamos en inclinarnos por esta última posibilidad ya que además de continuar con el diseño de las áreas verdes, vecino al parque de España, la calle Italia nace justamente en las puertas del sitio que anhelábamos. Pero el ex cónsul Trampetti impulsó la lamentable derivación que hoy comprobamos.

Recordamos como anecdotario, que en su visita a la ciudad el presidente de Italia, Arzeglio Ciampi, requirió según trascendido: "¿Dove si trova il parco?". Sin embargo, ni siquiera los impulsores del proyecto se atrevieron a mostrar el predio.

Platón, citado por T. Todorov, escribió: "...la gente no se inquieta lo más mínimo por decir la verdad, sino por persuadir...". Claro que persuadir es posible frente a determinada condición humana, imposible cuando se carece de verosimilitud. La utopía de pensar que todos los fondos vendrían de Italia, como parece haber entendido la comisión Trampetti, además de ilusoria, malgastó importante tiempo, y al comprobarse la realidad todo devino en la nada. No eran entendibles proyectos faraónicos desmesurados, de imposible cumplimiento.

Es necesario comprometernos y trabajar, como paso inicial, en un lugar adecuado y armónico con los merecimientos de la colectividad italiana. Logrado dicho objetivo un simple anfiteatro posibilitaría la convocatoria de la italianidad en actos culturales. Si en cien años o algo más nada se había hecho, no es justo ni prudente pretender que lo hagan los impulsores del proyecto o una generación. En el futuro se anhela una escuela de artes plásticas y salón de exposición de la productividad argentina italiana.

Pues bien, el predio otorgado no cumple ni se adecua a las necesidades y merecimientos de la colectividad. Deviene incluso por inseguridad imposible invertir en pequeñas obras. Fue un camino errado solamente entendible en primarios desconocimientos, prueba su abandono. Hoy las circunstancias nos vuelven a convocar. Sería ingrato no retomar los correctos antecedentes y volcarnos al objetivo, conformante de reconocimiento a la patria lejana de muchos de nuestros antepasados inmigrantes.

La colectividad cuenta en Rosario con más de treinta y cinco mil ciudadanos italianos, diríamos que el 50 por ciento de los habitantes de Rosario tienen ascendencia italiana. Ello obliga incluso al municipio. Toda obra es costosa y los tiempos que corren no son propicios ni lo serán mientras no surjan los espíritus y fortalezas de esos inmigrantes italianos, que con su familia, fe y laboriosidad poblaron el desierto, lucharon por la vida y permitieron que sus descendientes tuvieran el pasar que ellos soñaron.

Familia, laboriosidad y la palabra, valores prioritarios de los italianos, conforman íconos, que a no dudar se verán identificados en la estructura del futuro parque Italia.

Frente a lo difícil y lejano demos el primer paso, mañana estaremos más cerca. La primera visita presidencial italiana de posguerra 1961, dejó un mensaje que no debemos olvidar. Dijo el ex presidente Gronchi: "Oh, gente de mi gente, bendita por doquiera en el mundo has ido sembrando el fruto de tu trabajo y de tu inteligencia". Los descendientes de italianos de Rosario no podemos desinteresarnos y/o esperar que todo lo hagan desde Italia. Nos convoca la necesidad de expresar gratitud con nuestros antecesores. En tal sentido debemos reiniciar los trámites para lograr un predio acorde, y allí comenzar con la ayuda del municipio los trabajos mínimos y necesarios para que el camino esté abierto. Muchas generaciones nos sucederán y quizás el éxito no esté tan lejos. Lo importante es el primer paso, y en ello debemos autoconvocarnos.


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