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 domingo, 04 de junio de 2006  
[Primera persona]
Juan Terranova: "El ego me parece necesario"
El autor de "El pornógrafo" reivindica virtudes del chat y el weblog. "Escribo todo el tiempo", dice

Mercedes Gómez de la Cruz

Dos amigos que trabajan de noche conversan en el chat. Uno de ellos es ginecólogo, el otro, fotógrafo. Comparten un círculo social, pero sobre todo el noctambulismo y sus consecuencias. De eso trata, básicamente, "El Pornógrafo", la última novela de Juan Terranova, publicada en Buenos Aires por Gárgola Ediciones. Este escritor, nacido en 1975, se define a sí mismo como un "fanático de la web, de los rinocerontes y de las historietas de Robin Wood, en especial de sus grandes clásicos, «Nippur de Lagash» y «Dago»". Además de escribir literatura, se dedica al periodismo cultural en diversos medios gráficos y páginas web (www.elinterpretador.com y www.elremiseroabsoluto.blogspot.com) y postea todos los días en su weblog www.elcocinerosalvaje.blogspot.com, donde vierte sus, muchas veces, polémicas opiniones sobre literatura, arte, cine y política.

Considerado una de las voces más interesantes de la nueva literatura argentina, Juan Terranova integra la antología "La joven guardia" (2005, compilada por Maximiliano Tomas) con su cuento "Diario de un joven escritor argentino". Después de publicar su primer libro, "Notas de un viaje a Italia" (1999), apareció "El coleccionista" (2001) y más tarde, su primera novela: "El caníbal" (2002). En ella, Terranova juega con el pastiche intercalando en el relato recortes de diarios y de revistas de chismes. En "El pornógrafo", su tercera novela, vuelve al diálogo como recurso para contar una historia, algo que ya había desarrollado en su segundo libro, "El bailarín de tango" (2003).

Ambientada en la actualidad, la trama de "El pornógrafo" aparece en lo que se cuentan dos mujeres -una de las cuales tiene un romance con un tanguero- que hablan por teléfono. Si bien el relato se hace presente también en la conversación, en este caso es en el chat y lo más importante de la historia no está dado sólo por lo que se cuentan los protagonistas, Nemo y Mirko, sino en el vínculo que sostienen a través de la pantalla y del teclado.

En esta entrevista, Juan Terranova cuenta detalles de su escritura, que se escucha entre el murmullo de los discursos que circulan por esos ámbitos en los que transitan sus lecturas y su trabajo.

-¿En qué momento del día escribís?

-Soy de los que escriben cuando pueden, pero sin duda hubo un tiempo en que me sentía más cómodo escribiendo de noche. Estudiaba y escribía de noche. Tener todo ese tiempo libre por delante era genial, lo sentía en el cuerpo. Cuando me integré al mercado del trabajo, la cosa cambió. Entre Internet, el periodismo y la literatura, hoy se puede decir que escribo prácticamente todo el tiempo. Y leo en el subte. A veces me paso un par de estaciones para poder terminar un capítulo.

-Teniendo en cuenta que has escrito tanto cuento como poesía y novela, ¿a qué responde, a la hora de escribir, la elección del género?

-La verdad es que no lo sé. Yo me considero novelista. Lo otro es coyuntural. Cuando salió "El Ignorante" (2004), el único poema que publiqué, la comunidad de poetas de Buenos Aires lo vio como por afuera de la poesía. Mejor dicho, lo veían como poesía escrita por un prosista. Supongo que esto tenía que ver con sus deficiencias formales. Por otra parte, escribo relatos -no creo que sean cuentos- para revistas de Internet o soportes en papel, y me gusta hacerlo. Pero la novela es el género que más disfruto leer y abordar. Tiene un calor narrativo muy especial.

-¿Cómo surgen tus novelas? ¿Cómo surgió la idea de escribir "El Pornógrafo"?

-La idea de "El Pornógrafo" surgió una noche que estaba chateando con un amigo, coleccionista de arte y libros. El me señaló que tenía que probar de narrar con esa forma. Y estuvo bien, porque el chat me permitió contar un máximo de historias con un mínimo de palabras y que todo tuviera ritmo. El ritmo es muy importante para mí. El tema de la pornografía me obsesiona desde hace mucho. Quería que la novela trascurriera en la Buenos Aires actual, otra obsesión. Pero no encontraba el ángulo para entrar. Un día estaba nadando y se me ocurrió que podía ser una discusión entre un fotógrafo y un ginecólogo. Y salió. "El bailarín de tango" surgió de la necesidad de retratar el ambiente del tango hoy. Y después, una noche mi mujer estaba en la cama y yo había terminado de leer "Cae la noche tropical" de Manuel Puig. Ella me preguntó si me había gustado. Le dije que sí, pero que necesitaba una actualización. Así que cambié a las viejas de Río de Janeiro por dos chicas de Buenos Aires. Y después, me dejé llevar por esas voces, que llegaron a hacerse muy íntimas para mí. De alguna forma me enamoré de las protagonistas del libro.

-Se hace notable, tanto en tu obra literaria como en los post del weblog, que leés muchos diarios, revistas y páginas web. Teniendo en cuenta ese panorama la pregunta sería: ¿cuál es el espacio de "lo literario"?

-No sé. Lo que convencionalmente entendemos por "lo literario" no me interesa en sí mismo. Me interesa la literatura, pero no "lo literario". De hecho, mis tres novelas forman una especie de trilogía de lo "anti-literario". Porque al final, la literatura es una forma de leer y no tiene un lugar y es flexible y maleable. Pero al mismo tiempo, después de estas tres novelas, no estoy tan seguro. Eso me preocupa. Quiere decir que me voy haciendo viejo.

-¿Qué lugar ocupa en tu obra lo autobiográfico?

-Es central. Como dijo una vez Jerry Lewis: el ego es necesario. Con el tiempo, me voy volviendo un especialista en mí mismo. Hegel aspiraba a ser contemporáneo de sí mismo. Es un proyecto excelente, todo un desafío. Aunque es violento, el "yo" no es malo. El narcisismo sí. Los problemas del narcisismo son serios. A veces para combatirlo me entrego al masoquismo intelectual. Para eso Internet es ideal: un par de afirmaciones contundentes y los guardianes de la moral argentina saltan como leche hervida a insultarme. Es como el ejercicio físico, se siente dolor y uno se exige ir más allá, superarse, y eso es bueno. Lo autobiográfico siempre es buen material en la medida que uno se deje transformar por sus intereses y sus deseos.

-¿Qué autores son tus preferidos a la hora de leer? ¿Y a la hora de escribir?

-Para las influencias, siempre menciono cuatro, un poco porque es verdad, un poco por costumbre. Menciono a Manuel Puig porque es evidente que tomé muchas cosas de él; menciono a Nelson Rodrigues, quizás el escritor brasileño más importante del siglo XX y porque su obra me resultó reveladora en muchos sentidos; cito a Juan José de Soiza Reilly porque siento a Roberto Arlt como un escritor ajeno y gastado, y aparte porque Soiza es muy superior. Y antes decía que me sentía influenciado por Jorge Asís, pero ahora ya no lo digo tanto porque se presta a equívocos, lo cual también evidencia que me estoy poniendo viejo. Igual, Asís tiene lo suyo.

-¿El weblog es un ejercicio de escritura, más allá de los temas de los post? ¿Cuál es tu opinión respecto de la proliferación de weblogs con respecto a la escritura?

-El blog es una buena gimnasia. Saco mucho de mi blog, casi tanto como pongo. Y saco mucho de otros blogs, pero creo que conviene no decirlo. Ahora bien, en un momento pensé: "Bueno, voy a dejar de escribir libros y voy a escribir en el blog". Pero no pude. Los blogs son positivos y aunque parezca que se comen todo, no es tan así. Si uno se pone a mirar tienen límites muy claros. Esa imposibilidad de cerrar, ese continuo movimiento puede ser interesante para muchas lecturas, pero frustrante para otras. Yo siento que es tan placentero encender la computadora y recorrer blogs como tirarme en la cama y leer una novela que sé a ciencia cierta tiene un principio y un final. Son diferentes versiones de una misma manía.
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Por todos los medios. Terranova publica novelas y cuentos, colabora con la prensa gráfica, colabora en páginas web y tiene su weblog.

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