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 domingo, 04 de junio de 2006  
En profundidad. López Murphy criticó el conformismo de la clase media argentina
"Lavagna es el súper Borocotó"
El líder de Recrear se sorprendió de que el ex ministro de Economía pretenda erigirse en oficialista y opositor

Mauricio Maronna / La Capital

Ricardo López Murphy se aleja del estereotipo del político tradicional y se anima a nadar contra la corriente a la hora de analizar los altísimos índices de imagen positiva que la sociedad le dispensa al presidente Néstor Kirchner. "Hay una lógica reaccionaria, retardataria, pero es la cultura general del argentino medio: no hagan olas, no pongan tensión, no estresen. Es como que dicen: «No me fuercen a elegir». Y no se da en los sectores más bajos, sino en la clase media. No tiene apetito de ganar", apostrofó.

En una entrevista con La Capital, el líder de Recrear insiste en formar una gran coalición opositora, desmenuza el proyecto kirchnerista y suelta una definición inédita: "Lavagna es el súper Borocotó"

-¿La oposición es una diáspora que convierte en imposible la construcción de una alternativa?

-No creo eso. Hay una oposición clara, con firmeza en sus posiciones y mucha hidalguía. Lo que es cierto es que estamos fragmentados. Enfrentamos a un oficialismo que ha sido capaz de nuclear desde Borocotó, Barrionuevo y Atanasoff hasta Pérsico, D'Elía, Depetri y Tumini... No es que falten vigor, enjundia ni sacrificio. Hay desproporción de fuerzas.

-¿Cómo lo caracteriza políticamente a Kirchner? Parece haber un progresista...

-(Interrumpe). ¡No, eso seguro que no es! Progreso es ponerse a la altura de los tiempos, acercarse a la modernidad. Kirchner es un presidente aislacionista, el jefe del Estado de una economía cuyas exportaciones, con un tipo de cambio extravagantemente alto, ha sido de las que menos crecieron en los últimos seis años. Nos aisló, nos enfrentó con nuestros vecinos. Ser progresista es otra cosa. Las instituciones argentinas no se acercan a la modernidad. ¿Usted cree que hay algún país serio que maneje la prensa como acá? Kirchner usa el clientelismo con todo, degrada al Parlamento con la delegación de facultades y destroza el funcionamiento judicial con una medida terrible: la ausencia de nominación de los dos jueces que faltan en la Corte. Tenemos un régimen atrasado, que destruye el federalismo.

-Pero gobernadores e intendentes hacen saludo uno, saludo dos...

-Parecen vasallos, y hasta los opositores se prostituyen para gozar de la piñata presidencial. Es anacrónico, bárbaro. Es nepotismo puro, degradación de la política, como abandonar la Revolución Francesa y regresar a la monarquía. La fragmentación hace difícil viabilizar una opción electoral, ahí le doy la derecha. Yo no hago declaraciones de circunstancias ni soy políticamente correcto, no creo en ese tipo de cosas. En 2003 llamé a construir una inmensa coalición opositora. El sistema presidencial requiere de dos grandes coaliciones, como en Estados Unidos, Brasil o Chile. Si el Partido Republicano se divide en cuatro, no le gana más a los demócratas norteamericanos, o viceversa. Hacerlo acá no es fácil porque los líderes opositores tienen un gran retraso: la obsesión por las cuestiones ideológicas.

-¿Y a Lavagna lo ubica en la coalición kirchnerista o en la opositora?

-¡Es el súper Borocotó! Puede ser candidato del oficialismo o de la oposición. Lo digo sin pretender ser ofensivo, pero no se puede querer ambas cosas. Si se busca eso tenemos un problema enorme. Si la oposición es lo mismo que el oficialismo, ¿para qué va a haber elecciones?

-Sería un capítulo más de una novela ya vista. Un enésimo desprendimiento del peronismo.

-En este caso es más grave, ¡fue el ministro estrella de Kirchner! Aparece porque la coalición de intereses económicos que está detrás de esto necesita un candidato menos crispado. Esta locura con los controles de precios, las exportaciones, la búsqueda de fantasmas, las reacciones patológicas y psicológicas del presidente pone nerviosa a mucha gente. Eso no quita que Lavagna haya dicho cosas importantes, como que la sociedad está quebrada en su contrato, que fracasó en el restablecimiento de los equilibrios institucionales, que las políticas económicas se han sesgado al primitivismo y que hay crecientes riesgos de intolerancia.

-¿Cómo toma los elogios que le dispensa Kirchner a usted?

-Ah, como Carrió... Todo el mundo me elogia, pero espero que me voten... Yo no especulo, a mí nunca me va a criticar por tener doble discurso. No hago maniobras oscuras en el poroteo político, sí me observará fijando caminos.

-Hay muchos dirigentes oficialistas que defienden públicamente cosas que no sostienen en privado. ¿Tanto miedo hay hacia Kirchner?

-Yo no tengo ningún miedo. Es necesario marcar a fuego que las políticas que sigue Kirchner castigan severamente al interior, a los productores. La política del presidente produce raquitismo en el interior y macrocefalia en el centro. El presidente tiene un carácter indomitable. ¿Usted se imagina a Sarmiento o a Alberdi enfrentándolo? ¿Y a Alem? ¿Cree que se amilanarían ante Kirchner? ¿Me ve a mí amilanarme ante Kirchner?

-No. Pero en un momento pareció que quería cooptarlo.

-(Estalla en una carcajada). ¡Me quería cargar!

-¿Hay otro encandilamiento de la clase media que, a largo plazo, puede ser peligroso?

-Hay una errónea identificación de la gente respecto desde dónde viene la prosperidad. Muchos creen que procede del gobierno, y en realidad llega por circunstancias internacionales excepcionalmente favorables. Acá lo que hicieron es aumentar impuestos, sacar incentivos, todo es ineficiencia. Es una gestión catastrófica respecto de los medios y los fines. La prosperidad es lo que genera una valoración positiva. Escuche: Brasil pasó de un PBI de 400 mil millones a otro de un billón en dólares. Es como si a la Argentina no le viniera un derrame sino una catarata. Y otra que la del Iguazú. La del Iguazú y del Niágara juntos.

-Ahora, cuando Clarín publica que Kirchner tiene 81% de imagen positiva quiere decir que la gente confía a rajatabla.

-El desempleo baja, la venta de electrodomésticos sube un 300%, el turismo mejora y todo eso genera sensación de prosperidad, como lo que pasa con la construcción. Hay un registro por el bolsillo. Mire, le voy a dar una respuesta que los políticos no dan. La sociedad tiene un problema cultural complejo, una fracción de ella tiene una sensación de frustración y de temor a insertarse competitivamente en el mundo. Prefiere vivir en una sociedad más cerrada que la aventura de someterse a los riesgos. Se queda con un gobierno de veleidades autoritarias y de color gris. Esa fracción de la población tiene cuestiones medioevales, soñaría, si me lleva al extremo, con la lógica del corporativismo en el período de interguerra: "No nos sometan a la competencia". Es una lógica reaccionaria, retardataria, pero es la cultura general del argentino medio: no hagan olas, no pongan tensión, no estresen. Es como que dicen: "No me hagan tener que que elegir". Y esto no es en los sectores más bajos, sino en la clase media. No tienen apetito de ganar.
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"Los opositores se prostituyen para gozar de la piñata presidencial".

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