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 domingo, 04 de junio de 2006  
Rflexiones
¡Alto la acción! ¡Corten!

Carlos Duclós / La Capital

El célebre y casi olvidado personaje de los comics, el agente secreto Dick Tracy, disponía de un poder fantástico que le daba el reloj. Hasta podía detener la acción y prepararse ante una situación determinada antes de que el final fuera drástico. Claro que en Argentina, aun cuando no parece haber un Dick Tracy que pueda detener la acción política tan descabellada que protagonizan algunos, ciertas circunstancias la detendrán provisoriamente, una fundamentalmente: el Mundial de fútbol. El Mundial de Alemania servirá para poner paños fríos a una situación lamentable, de claro perjuicio para todo argentino necesitado de bienestar; una situación disparatada, extemporánea, vacía de contenidos, pésima por donde se la mire y llena del argumento de una película que ya se vio en otras ocasiones: la disputa electoral con miras al 2007.

El lector habrá advertido que en todas partes y cada día, muchos dirigentes políticos están nadando en la salsa de la campaña. Salvo excepciones, huelgan las propuestas serias, superadoras, proyectos que ayuden al crecimiento social. Para ser sinceros, esto ocurre en todos los niveles y en todos los partidos. Si se efectúa un repaso rápido sobre la realidad política argentina se advertirán serias falencias en los actores que impiden y obstaculizan un verdadero crecimiento. En el arco opositor se advierte la presencia de una mujer que a medida que transcurre el tiempo, y en tanto se acentúa su carácter excesivamente fiscalista, va perdiendo imagen y la gran oportunidad de poner en práctica lo que la sociedad necesita y que ella sostiene como estandarte. No hace falta decir que se habla de Lilita Carrió, quien se ha transformado en una "obsesiva compulsiva" haciendo críticas al gobierno, pero carente de capacidad para transmitir propuestas (que seguramente debe tener). Es una pena, porque la honestidad y talento de Carrió no puede ponerse en tela de juicio.

Pero siguiendo: si bien el macrismo aparece como menos encendido a la hora de la crítica, suele hablar de la necesidad de unidad y aun cuando exhibe alguna tibia propuesta, su discurso es endeble y sus propósitos políticos hacen dudar a muchos. Por otra parte, parecería que Mauricio Macri está o estará más interesado en hacerse del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que otra cosa. Lo demás realmente no existe en el orden nacional, excepto el fenómeno Lavagna, que se tratará posteriormente.

Un radicalismo casi extinguido y fragmentado, que se disparará hacia uno u otro sector del peronismo, un socialismo que en el nivel nacional carece de poder y que además tambalea por la ambigüedad de Binner. Un Binner que ha quedado mal parado, porque mientras el se mostraba partidario de la integración de Polino en las filas del gobierno, la conducción partidaria dijo no.

Y lo cierto es que tiene razón el socialismo, por cuanto la verdadera democracia no consiste en seguir por conveniencia política al ganador de turno, sino desarrollar con honestidad y responsabilidad el rol que la ciudadanía asignó al opositor para que exista un control sano y necesario de la acción de gobierno. En este sentido, una vez más el senador nacional Rubén Giustiniani vuelve a aparecer como un dirigente centrado, honesto y con una clara visión de la realidad. De paso, es dable destacar lo que se dijo hace cierto tiempo en esta columna: no se debe descartar un acuerdo entre el presidente y Binner, que concluya, más tarde o más temprano, con el salto del cerco por parte del diputado, como lo hizo alguna vez Cavallero. Algunos peronistas, incluso, lo reconocen y después de todo, la diferencia de ideas entre Binner y el resto de la dirigencia socialista con relación al caso Polino no hizo más que confirmar un poco más la especie. Pero como todavía la acción política, por obra y gracia del Mundial y otros avatares, puede detenerse, y pueden morigerarse los ímpetus, nada está dicho.


Jueces enojados
Y hablando de Binner, los que sí han dicho algo son los jueces de la provincia de Santa Fe, a través del Colegio de Magistrados y Funcionarios, quienes en un comunicado le han pedido al diputado nacional y obsesivo candidato a gobernador -tan compulsivo en las críticas como Lilita Carrió- que deje de hacer política a costa del Poder Judicial.

En un duro comunicado firmado por el presidente de la institución, Angel Angelides, y la secretaria Roxana Mambelli, los jueces señalan que son "preocupantes las declaraciones que en forma reiterada efectúa el diputado nacional doctor Hermes Binner, por las que critica a magistrados de distintos estamentos del Poder Judicial". Añaden que "tales declaraciones contienen preconceptos genéricos, carentes de entidad para dar sustento a cualquier pretensión descalificante". Agregan que "de tal forma no se contribuye a afianzar la independencia del Poder Judicial, generándose en los ciudadanos una injustificada incertidumbre y desconfianza en las instituciones del Estado de derecho". Para rematar, el comunicado de los magistrados sostiene que toda crítica debe ser "seria y responsable, debiendo acudirse, en los casos que corresponda, a encauzar las objeciones con denuncias concretas".


Lo que el viento se llevó
En el set argentino y desde su plató, el ex presidente Raúl Alfonsín quiere reeditar una vieja película; quiere traer a escena "lo que el viento se llevó", es decir lo que se llevó el viento político argentino: una nueva versión de un pacto, esta vez entre los opositores a Kirchner. El ex presidente (quien parece no sentirse desgastado) les pidió a dirigentes radicales, peronistas y socialistas conformar un polo opositor centroprogresista con el ex ministro Roberto Lavagna a la cabeza. ¿Cuál es el propósito en el fondo de esta propuesta? Parecería que impedir la hegemonía -peligrosa para la vida social- que tiene el gobierno y que pretende acrecentar. Pero hay algo más: la consecuencia de este pacto político -en el que el ex ministro de Economía de la Nación aparece como candidato a presidente- sería trascendente para la vida política nacional. ¿Qué se lograría? Pues no permitir que el presidente o su esposa logren la mayoría en la primera vuelta y obligar a que exista una segunda, con lo que se complicaría en buen grado la estrategia del gobierno y lo obligaría bajar el copete.

Lavagna, por cierto, es una figura de prestigio y a él se debe la recuperación relativa existente y sería una verdadera pena que se usara a tan prestigiosa figura con el mero afán de sentarse a negociar con el gobierno cuestiones políticas, que se dejaran de lado proyectos serios para llenar el vacío que, sin dudas, el oficialismo no alcanza por sí mismo a colmar. Por otra parte, sería aún más dramático que la estrategia fuera utilizada no más que para imponer políticas contrarias a las necesidades del pueblo.

Uno de los principales vacíos del gobierno, entre otros, es no tolerar el disenso en el marco de la proclama de un extraño pluralismo. Un pluralismo sin plurales, o como dicen algunos dirigentes: el pluralismo entre ellos (los seguidores de la onda K). La hegemonía que desde el poder se advierte no le hace bien al país, es cierto, y las arremetidas contra aquellos que no piensan igual deberían morigerarse.

Precisamente, la aparición de Lavagna en la escena política puso los pelos de punta a los hombres del presidente, quienes no escatimaron críticas y, en una preocupante actitud, pusieron hasta en el medio a una orden de la Iglesia Católica. La reacción de Lavagna -jugado ya, sin dudas- no se hizo esperar: "Todo esto me parece bastante lamentable. Yo creí, en serio, como dijo el presidente, que éramos plurales, pero ahora parece que tan plurales no somos. Y también me parece lamentable que aparezca para criticarme toda una comparsa, simultáneamente, que reúne a la Biblia y al calefón", dijo. Y como si eso fuera poco lanzó un contundente mensaje: "Una sociedad que funciona sobre la base de enojos, funciona mal. El que se enoja, que se enoje. Y eso vale para Kirchner, para Lavagna, para todos. Una sociedad civilizada no funciona sobre la base de enojos".

Como conclusión, podría decirse que muchos están ya en campaña, pero pocos generan proyectos para una sociedad en la que muchos aún arden en el infierno del desamparo mientras a otros se los somete a una lamentable sesión de acostumbramiento. Si bien es cierto que la economía crece y crece un sector de la sociedad, otro sector aún es esclavo de una injusta distribución de la riqueza, de una gran brecha que divide a ricos de pobres. Y no se consideran otras preocupantes falencias que hacen a la educación, la salud pública, la niñez, la juventud, la ancianidad, el delito, etcétera. Y mientras algunos persisten en reeditar películas que el pueblo argentino ya está harto de ver, ningún director entra al plató y dice: ¡Corten! El Mundial lo logrará, aunque sea por unos días, y es de esperar que después comience el rodamiento de otro filme con un guión de contenido humanístico.


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