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 domingo, 04 de junio de 2006  
Los elementos secuestrados por la Secretaría de Ambiente de la Nación
Una colección de tesoros exóticos
Un depósito reúne cueros, una cabeza de jirafa, tapados de piel y otros productos de animales silvestres

Alejandro San Martín

Los subsuelos de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación guardan una colección de elementos secuestrados en distintos procedimientos, entre los que destacan más de 300 tapados de piel, dos cueros de anaconda de más de 10 metros de largo y hasta una cabeza de jirafa, que esperan su destino final según lo que disponga la Justicia.

La ley 22.421, de Conservación de Fauna Silvestre, regula la comercialización de animales silvestres vivos, así como los productos y subproductos de ellos derivados.

Estos pueden ser "el cuero, la piel sin manufacturar, la sangre, los tejidos, las células, y aquellos manufacturados: un tapado, una cartera, un par de zapatos, un cinturón o una billetera", explicó el jefe del Area de Fiscalización de la Dirección de Fauna Silvestre de la Nación, Marcelo Silva Croome.

Sorprende ingresar al depósito ubicado en las entrañas del edificio de la calle San Martín 451, en la Capital Federal, y observar cientos de cajas repletas de artículos de marroquinería confeccionados con cuero de carpincho, visón, zorros de patas negras o astas de ciervo colorado e infinidad de pares de zapatos de yacaré y de boa lampalagua o vizcachera, declarada en peligro de extinción y protegida a nivel internacional.

"El zorro de patas negras es un animal autóctono que tiene la comercialización prohibida, y los cueros de visón, si bien pueden ser vendidos porque todos provienen de criaderos, en algunas instancias carecen de la documentación prevista por lo que no se puede garantizar su origen", explicó el especialista.

Según lo que establece la legislación, toda comercialización se debe hacer mediante documentos, lo que en la jerga se conoce como "trazabilidad de origen del animal vivo, del producto o del subproducto", que permite determinar que esa mercadería proviene de un origen legal.

"Corremos el riesgo de que se esté vendiendo todo de origen ilegal, como de hecho es la mayoría de toda esta mercadería. La caza furtiva es un delito penal que está tipificado en los artículos de la ley de fauna de la Nación. Nosotros tenemos la mercadería diferenciada según pueda o no ser rematada", precisó Silva Croome.

La ley permite rematar la mercadería que podría haberse comercializado si se hubieran respetado las normas que rigen en cada caso, es decir la derivada de ejemplares sobre cuya captura existen restricciones pero no prohibiciones.

En cambio, la que no se puede rematar es aquella que está prohibida, por ejemplo, todos los productos confeccionados con pieles de gatos silvestres, yaguaretés, oselotes, gato montés, gato de pajonal, o manufacturas con ñandú que no provengan del plan de uso que venció en 1986.

"Entonces -agregó Silva Croome- toda esa mercadería tiene dos posibles destinos: una es la donación a instituciones como museos o escuelas y la otra es la destrucción. Lo que nosotros hacemos es donar productos que no pueden ser utilizados, por ejemplo si decidimos donar zapatos de yacaré sólo damos un zapato, y al otro lo destruimos".

Sorprende, entre tantos elementos, una cabeza de jirafa con sus omóplatos completos, que fue secuestrada en un negocio de antigüedades del barrio de San Telmo, cuyo propietario no tenía ningún certificado de origen.

En una sala contigua, donde se construyó una cámara frigorífica, cientos de tapados de visón, zorros grises y falsa nutria, descansan colgados a la espera de ser rematados por el Banco Ciudad. (Télam)
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Una cabeza de jirafa, secuestrada en un negocio de antiguedades.

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