Reflexiones

De "trampas cazabobos" y "afán recaudatorio"

Bernardino García (*)

Como premonición, desde esta misma columna, el 11 de abril del corriente, bajo el título "¿La culpa siempre es de otro?", preguntábamos qué excusa tendrían los infractores a la ley que obliga a llevar las luces bajas encendidas en las rutas durante el día. Lo que se aseguraba es que cuando alguno de ellos recibiera una multa por ello, se enojaría y aseguraría que el control "tiene afán recaudatorio". Y así ocurrió. Este mismo medio en su publicación del día 22 de abril informaba sobre "cientos de rosarinos enojadísimos" por multas que les aplicaron en General Roca (provincia de Córdoba) por no llevar las luces encendidas en la ruta 9.

Por supuesto como siempre, en la mencionada nota, se acude a expresiones como "afán recaudatorio", "trampa cazabobos", pero nada se dice de por qué hay que llevar las luces bajas encendidas en las rutas, ni se menciona un posible argumento para no hacerlo, y desde luego quien termina cuestionado es quien realiza los controles. En la misma nota se desliza que los cientos de presuntos infractores rosarinos niegan haber cometido la infracción y que en realidad llevaban las luces encendidas. ¿A quién creerle, a quien debe pagar una multa si acepta haber cometido la infracción o a un inspector de tránsito?

Realmente en las rutas de Santa Fe aproximadamente el 50% de los vehículos incumplen la norma de llevar las luces encendidas. ¿Será que a partir del enojo de cientos de rosarinos y de la nota mencionada, los conductores que no lo hacían ahora cumplirán la norma? En realidad no lo creo, porque como siempre son las voces de los infractores las únicas que se escuchan, y ese monólogo no creo que sirva para que se tome conciencia del riesgo propio y ajeno que produce no llevar las luces encendidas, ni creo que la nota publicada ni los dichos atribuidos a la Defensoría del Pueblo aliente a los jóvenes que recién comienzan a conducir a encender las luces en las rutas.

¿Por qué ese 50% que circula en las rutas con las luces encendidas y que maldice a quienes no lo hacen nunca hace escuchar su voz reclamando que se exija a todos cumplir con la norma? ¿Por qué ese 50% anónimo y silencioso nunca va a la Defensoría del Pueblo para que lo defiendan de aquellos que no cumplen las normas de tránsito? No lo sabemos, lo que sí sabemos es que en cualquier país desarrollado donde la tasa de siniestralidad de víctimas fatales por cantidad de vehículos es bastante menos a la cuarta parte de la que se registra en Argentina, es un hecho que aquel que comete una infracción se avergüence de ello, pues la propia sociedad repudia a los que generan riesgos en la vía pública.

Tampoco ninguna figura pública se jactaría ante los medios periodísticos de conducir a velocidades no permitidas, como muchos lo han hecho y lo hacen en nuestro país. Desde luego que en esos países a ninguna Municipalidad se le ocurriría multar a nadie si esto no estuviera contemplado en sus atribuciones, y por supuesto ningún funcionario provincial responsable de la seguridad vial aconsejaría a los presuntos infractores "no pagar las multas labradas por algún municipio".

Por todo eso es que se siguen perdiendo casi 10.000 vidas por año en Argentina. Pero todo cambiará, cuando esa mayoría anónima y silenciosa, que no tiene problemas con las "trampas cazabobos" y el "afán recaudatorio" porque respeta las reglas de tránsito, reclame su justo derecho a mayor seguridad en la vía pública. Mientras ello no ocurra, hablemos de "trampa cazabobos" y "afán racaudatorio" y sigamos llorando a nuestros 10.000 muertos por año.

(*)Miembro del Comité de Cámaras Asesoras del Consejo Federal de Seguridad Vial