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 jueves, 04 de mayo de 2006  
Inhumaron al cardenal Primatesta
El obispo emérito de Córdoba fue enterrado en una cripta de la catedral capitalina

Cientos de fieles, autoridades gubernamentales y de la Iglesia brindaron ayer el último adiós al obispo emérito de Córdoba, cardenal Raúl Francisco Primatesta, fallecido el lunes último a los 87 años. Sus restos fueron sepultados por la tarde en la llamada Cripta de los Obispos de la catedral capitalina cordobesa.

A las 16 comenzaron en la catedral de Córdoba las exequias, con la presencia de la cúpula de la Iglesia y demás autoridades gubernamentales.

Por la mañana se había realizado una misa de cuerpo presente. Luego se rezó el último responso con el féretro abierto. Cerca del mediodía, las puertas del templo se entornaron para sellar el ataúd. Finalmente, aproximadamente a las 17, los restos de Primatesta fueron depositados en la denominada Cripta de los Obispos.

Entre los miembros del gobierno que asistieron a las exequias se observó al gobernador José Manuel de la Sota y al intendente cordobés Luis Juez, junto a autoridades legislativas y del Poder Judicial.

El templo mayor de Córdoba fue reabierto minutos antes de las 15 para permitir el ingreso de la gente para la ceremonia final.

El féretro fue ubicado en el subsuelo de la cripta, un lugar donde descansan quienes estuvieron a cargo de la Iglesia cordobesa.

La misa exequial de Primatesta comenzó cerca de las 16 y terminó, aproximadamente, una hora y media después. Fue presidida por el arzobispo de Córdoba, Carlos Ñáñez, y concelebrada por más de 40 obispos. Hubo más de 200 sacerdotes de las diócesis de Córdoba, de San Francisco, de Deán Funes, de Villa María y de Cruz del Eje, entre otras, y más de 300 religiosas.

Todos los obispos se ubicaron alrededor del altar, en el presbiterio, mientras los sacerdotes se ubicaron en los costados de la capilla ardiente, mientras que las religiosas ocuparon los bancos de la nave central, detrás de los lugares reservados para la autoridades políticas.

El resto de las personas ocuparon los últimos bancos de la nave central de la catedral, los pasillos de las naves laterales, el atrio y la explanada. Antes de la bendición final, Ñáñez presidió el responso y luego se inició una procesión con el féretro que salió hasta la explanada de la catedral.

El intendente Luis Juez, consideró que al fallecido prelado se lo juzgó apresuradamente por su actuación durante la última dictadura militar, lo que fue criticado por los organismos de derechos humanos. "Tenemos todo el tiempo para juzgar. Recién lo acabamos de enterrar; hubo un apresuramiento por juzgar y condenar", dijo Juez.

Monseñor José María Arancibia, obispo de Mendoza, defendió en cambio el rol del fallecido cardenal. "Creo que él supo confiar en Dios e ir haciendo lo que podía", declaró.
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El arzobispo de Córdoba, Carlos Ñáñez, presidio la misa.


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