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 martes, 10 de enero de 2006  
EDITORIAL
El humo que no para

Constituye ya un clásico del verano el padecimiento de los rosarinos por la quema de campos en las islas entrerrianas. El gobierno de esa provincia se preocupa por la contaminación de las papeleras pero no se ocupa de este tema.

Los habitantes de Rosario tuvieron que padecer una vez más los últimos días las desagradables molestias provocadas por el humo originado en el incendio de campos y pastizales que se producen al otro lado del Paraná, en las islas pertenecientes a la provincia de Entre Ríos, un fenómeno que se repite año a año y para el que nadie -ni a este ni al otro lado del río- ha acertado a encontrar todavía una solución.

La postal de una ciudad oscurecida por el humo y castigada por las cenizas, como la que se vio el sábado a la noche y gran parte del domingo, en la zona ribereña y en menor medida también en toda la geografía urbana, prueban la magnitud del problema y obligan a llamar la atención de las autoridades de Santa Fe y Entre Ríos para que de una vez por todas se aboquen a solucionarlo.

Ya tendrían que haberlo hecho, en realidad, porque el tema es viejo y el verano pasado ya había provocado entre las administraciones de Santa Fe y Paraná controversias tan mediáticas como estériles. Sin embargo, más allá del cruce de acusaciones y de las declaraciones públicas que hicieron funcionarios de uno y otro lado, los incendios nunca dejaron de producirse, los focos jamás fueron combatidos sistemáticamente y, lo que es peor, los responsables nunca fueron identificados más allá de que en algún momento la Justicia entrerriana procesó a algunos sospechosos que finalmente fueron sobreseídos por falta de pruebas.

Los funcionarios santafesinos del área de Medio Ambiente, al igual que los de la Municipalidad, aseguraron por estos días que sus pares entrerrianos ni siquiera se interesan por el problema y les endilgaron toda la responsabilidad por su repetición. Puede que tengan razón, pero cabe preguntarse si ellos agotaron todos los mecanismos políticos y administrativos para conseguir que las autoridades de la provincia vecina se ocupen finalmente de poner fin a la quema indiscriminada e irresponsable de campos y de apagar aquellos incendios que ya están en marcha.

El propio gobernador Jorge Busti debería intervenir en este tema, tan preocupado como está en evitar la instalación de dos papeleras en la costa uruguaya frente a su provincia por los supuestos daños ambientales que causarían. Los rosarinos sin duda se lo agradecerían.
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