Año CXXXVII Nº 48993
La Ciudad
Política
Economía
Información Gral
La Región
El Mundo
Opinión
Escenario
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 08/01
Mujer 08/01
Educación 30/12
Estilo 17/12

contacto

servicios
Institucional

 martes, 10 de enero de 2006  
Más de 50 mil rosarinos buscaron el agua para zafar del bochorno

Rosario es una caldera y los espacios recreativos donde existe un espejo de agua, natural o artificial, público o privado, se ven desbordados de veraneantes cada fin de semana. La gente huye despavorida buscando mitigar las altas temperaturas. Más de 50 mil personas pasaron el último fin de semana por las playas de la costa rosarina y las piletas públicas. La cifra aumenta considerablemente si se suman los natatorios privados, camping sindicales o los clubes que cuentan con instalaciones recostadas sobre el río Paraná.

En el balneario La Florida, más de 14 mil almas se refugiaron entre sábado y domingo en la playa buscando refrescarse.

A su vez, desde Costa Alta salieron tres lanchas permanentemente que trasladaron a más de 4 mil rosarinos el domingo a Isla Verde y Club del Este. Un día antes, habían cruzado unas 2.500 personas.

Cuando la térmica trepaba sin cesar, en las clásicas Rambla Catalunya I y II se pudo ver anteayer una verdadera marea humana copando los paradores. Se estima que transitaron cerca de 8.000 personas, quienes llegaron temprano y se retiraron con la caída del sol. "La mejor hora es a la tardecita", graficó un grupo de muchachos.

El grifo de la ducha en Caracolas estuvo siempre abierto, mientas que otros ubicaron sus reposeras directamente a la orilla del río sin moverse un minuto.

En las piletas y natatorios municipales los números reflejaron el alud de acalorados: en las piletas del parque Alem se juntaron 6.200 bañistas; en el balneario del Saladillo, 6.000; en el parque del Mercado, 4.500; en el natatorio Complejo Belgrano, 700 y en el parque Oeste, 1.400.

En el centro, la opción fue embarcar en La Fluvial y disparar hasta el balneario Vladimir. Allí, el domingo se apostaron 1.900 personas, cien más que el sábado. Por eso, a las 16.30 ya no salieron más lanchas y se cerró la boletería. Los que arribaron unos minutos más tarde no pudieron creer cómo se frustró el objetivo de llegar hasta la isla entrerriana justo cuando el sol azotaba el cemento y brotaba el sudor.

Y esta vez hubo previsión por temor a una vuelta con demoras. Ya sobre las 18.30 las tres lanchas (con capacidad para 60, 70 y 80 pasajeros) comenzaron a viajar ininterrumpidamente desde el muelle de La Fluvial hasta el Banquito, y volvieron repletos. Algunos se quejaron por la inestabilidad de las lanchas. Carlos, un cordobés de 54 años, se bajó del bote bufando: "Si no ponen más lanchas y encima dejan de vender pasajes, ¿cómo quieren fomentar el turismo", le preguntó a un agente de Prefectura Naval que controlaba la capacidad de las embarcaciones.

Desde las 18 se formó una cola al otro lado del río para emprender el regreso. Parecía una ordenada fila de hormigas cargando su comida, pero en este caso se trataba de reposeras y heladeritas, ya vacías, por supuesto. A decir verdad no hubo quejas y la larga espera de una hora y media fue matizada con charla y música del parador.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados