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 viernes, 30 de diciembre de 2005  
El tiempo no se detiene

Parece que fue ayer que estábamos esperando el año y ya se nos está escurriendo de las manos. ¡Cuántas cosas pasan por nuestra mente cuando meditamos sobre la rapidez del paso del tiempo! Una máquina se puede detener, un vehículo también, pero el tiempo no, sino que avanza inexorablemente. Y es en estos momentos que pensamos: ¡Cuántas cosas hemos dejado de hacer! y ¡cuántas cosas hicimos que no tendríamos que haber hecho! ¡cuántas veces quisiéramos volver el tiempo atrás, pero es imposible, ya se fue! Alguien dijo que el tiempo es como una moneda, que se puede gastar como uno quiera. Pero cuidado, se puede gastar una sola vez. De allí la importancia de utilizar con sabiduría el tiempo. Para lograr ese fin tenemos que hacer una verdadera revolución copernicana en nuestras vidas, haciendo que el centro de nuestra existencia sea el dueño del tiempo, me refiero a Dios. Con cuánta razón el salmista dejó escrita esta oración: "Señor, enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría" y en otra ocasión dijo: "Señor, en tus manos están mis tiempos. Así pondremos en orden las prioridades de nuestra vida y les daremos mayor importancia a las cosas de mayor valor". Que el inicio de este nuevo año sea el comienzo de dedicarles tiempo a las cosas espirituales que son las que darán verdadero sentido y propósito a nuestra existencia, y esto se logra volviendo nuestra mirada a Dios por medio de Jesucristo.

Jorge R. Alonso

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