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 sábado, 24 de diciembre de 2005  
Un Palacio de talento
El delantero xeneize, Sergio Agüero, Federico Insúa, Fernando Gago y Lucas Castromán fueron los mejores jugadores del torneo que se llevó Boca. Gran certamen de Javier Cámpora

Con el pescado ya vendido y la merecida consagración de Boca todavía latiendo como dicen que late la Bombonera, es tiempo de balances, de repasos, de poner la lupa en las figuras que tuvo el Apertura. El mejor jugador del campeonato, sin temor a caer en alguna temeridad, fue Rodrigo Palacio. El delantero no solo convirtió 10 de los 36 goles de Boca sino que desequilibró en la mayoría de los partidos por habilidad, velocidad, viveza y guapeza. Desde que se ganó definitivamente la titularidad en la séptima fecha (entre la tercera y la sexta jugó el Chelo Marcelo Delgado), Palacio abrió defensas con sus gambetas y sus piques electrizantes, pero además dijo presente en las redes rivales en varios de los momentos más álgidos del campeonato.

"Si el año que viene Palacio empieza a meter la mitad de las situaciones que tiene, tendremos ganados el cincuenta por ciento de todos los partidos. Es a lo que estamos apuntando. Hay que darle tiempo, trabajo y tranquilidad espiritual para definir en el área, pero es un jugador bárbaro, de esos que siempre te marcan la diferencia", lo analiza su técnico, Alfio Basile, quien tuvo el mérito de sostenerlo entre los once pese al reclamo de muchos hinchas y a ciertos lobbies periodísticos para que pusiera a Guillermo Barros Schelotto, el ídolo de la gente.

Agrega el Coco: "Rodrigo es un jugador distinto, capaz de hacer cosas impresionantes. Y además tiene un físico privilegiado que hasta le permite jugar noventa minutos en la altura sin problemas".

Detrás de Palacio aparece Sergio Agüero, factor fundamental de la buena campaña de Independiente. El pibe, de 17 años, encarnó la cuota de audacia y atrevimiento de un equipo que se caracterizó por casi todo lo contrario como expresión colectiva: fue ordenado, cuidadoso antes que audaz, más cultor del utilitarismo que del jogo bonito.

"Agüero es un fiel exponente del fútbol con el que siempre se identificó el club. Es muy habilidoso e inteligente, y marca diferencias con su pique corto. Todavía le falta mejorar algunas cosas, como saber elegir la mejor opción en la última puntada, pero tiene un futuro enorme. Lo único que le digo a la gente es que lo disfrute", afirma Ricardo Bochini, el máximo ídolo de la hinchada de Independiente, consciente de que al pibe le queda poco tiempo en el club: el Villarreal de España ya se aseguró la prioridad para contratarlo y estaría dispuesto a pagar más de doce millones de euros por su pase.

Además de convertir nueve goles, ocho de ellos de jugada y el restante de penal, a Agüero también le cometieron la mayoría de los penales que Nicolás Frutos mandó a la red antes de irse al Anderlecht de Bélgica. La presencia de Insúa en el podio de los tres mejores se debe más a su arrolladora y decisiva irrupción en el final del campeonato que a haber mantenido una regularidad a lo largo de todo el recorrido, algo que sí -por caso- tuvo Fernando Gago.

Insúa la rompió en los partidos clave e hizo los dos goles del triunfo ante Vélez, uno contra Independiente y el del título frente a Olimpo. Así, dejó atrás la desconfianza de la mayoría de los hinchas y cambió los murmullos de descontento por ovaciones. "El problema que tuvo Insúa fue que los hinchas no le tuvieron paciencia y pretendían que rindiera al máximo ya desde el primer partido. Una vez que se adaptó y aceitó el conocimiento con sus compañeros, Federico demostró que es un volante ofensivo desequilibrante, con mucha gambeta y poder de gol", evalúa Sergio Batista, quien supo dirigirlo en Argentinos Juniors.

Basile, por su parte, afirma que "Insúa terminó haciendo un torneo bárbaro" y deja en claro que está lejos de su techo: "Si se serena un poco y entiende que no en todas las jugadas hay que encarar hacia el arco rival, va a ser todavía más importante para el equipo".

Los méritos de Gago hay que encontrarlos en su personalidad para hacerse el dueño del mediocampo de su equipo pese a su juventud y a esa técnica de equilibrista que demostró en cada partido. Elegante pero también guapo, Gago limpió rivales con su gambeta y puso la pierna cuando la tuvo que poner. "Ese pibe tiene un coraje bárbaro. El y Palacio fueron los dos jugadores distintos que tuvo Boca", lo elogió Diego Maradona tras la vuelta olímpica en Bahía Blanca.

Hasta que se lesionó en la undécima fecha, Lucas Castromán venía siendo de manera casi unánime el mejor del campeonato, al punto de que era reclamado para la selección por la mayoría de la patria futbolera. La fractura de tobillo que sufrió coincidió con el bajón experimentado por Vélez, que en los últimos treinta días se desinfló tanto en el Apertura con la Sudamericana.

Castromán llenó los formularios del atacante completo porque encaró siempre y por lo general ganó, porque la mayoría de las veces definió con calidad, porque nunca le temió a los suelazos de los defensores rivales, porque lastimó por afuera pero también encarando en diagonal, y porque metió goles de cabeza pese a medir 1,75. "La ausencia de Lucas nos golpeó mucho. El hecho de no haberlo tenido en los últimos ocho partidos nos complicó la vida porque él había marcado diferencias en casi todos los partidos. Esperemos que se ponga de la mejor manera para el año que viene", augura Leandro Somoza, el volante central de Vélez que podría ser transferido al fútbol europeo.

El de Daniel Bilos también es un caso que merece una mención especial, ya que -antes de sufrir una neumonía que le hizo bajar el nivel- había sido uno de los hombres más importantes de Boca. El lungo de Pergamino llegó a ganarse un lugar en el amistoso que la selección jugó frente a Qatar por el peso de su zurda y por esa facilidad que mostró para arrancar y llevarse rivales a la rastra. Después de la neumonía, Bilos ya no fue el mismo, pero igual dejó marcado su sello en la campaña del campeón.

En el escalón de las apariciones inesperadas habría que señalar a Radamel Falcao García, quien convirtió siete goles en otros tantos partidos. En un River austero y con menos figuras que problemas para jugar bien, el colombiano le dio a Mostaza Merlo la posibilidad de contar con una variante confiable de ataque ante la lesión de Ernesto Farías, la caída de tensión en el nivel de Gastón Fernández, y la falta de adaptación de Gustavo Oberman y Diego Galván. Eso, claro, hasta que se lesionó en el clásico ante San Lorenzo. "Desde el partido contra Independiente, en el que decidí ponerlo de entrada porque lo veía muy bien en las prácticas y por suerte respondió con dos goles, el pibe anduvo bárbaro y le cambió la cara al equipo. Se complementó muy bien con Gallardo y Farías, pero lamentablemente su lesión contra San Lorenzo nos complicó el panorama en las últimas fechas y no volvimos a ser los mismos", analiza Reinaldo Merlo.

Todos tuvieron durante un tramo del torneo su momento de esplendor. Pero ninguno, claro, llegó a brillar con la nitidez con que lo hizo Palacio, quien pide a gritos un lugar en el Mundial.
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Palacio fue la figura indiscutible de Boca.

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