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 sábado, 24 de diciembre de 2005  
Bush afronta la oposición incluso dentro de su partido
El presidente pierde autoridad y el Congreso le vota en contra

Washington. - Desde luego, éste no ha sido el año de George W. Bush. Poco después de que el presidente estadounidense partiera el miércoles en su helicóptero desde Washington para pasar los días de Navidad en Camp David, sufrió de nuevo una amarga derrota: finalmente, la vigencia de la ley antiterrorista conocida como Acta Patriótica sólo será prolongada por un mes, cuando el mandatario había solicitado que fuera por varios años.

Aunque ambas cámaras del Congreso están dominadas por los republicanos, ni siquiera el compromiso de prolongar el plazo por seis meses obtuvo la aprobación necesaria.

Algunos republicanos se negaron a dar su visto bueno en la Cámara de Representantes (Cámara baja) al período de seis meses ya aceptado por el Senado el miércoles porque dijeron que en la lucha contra el terrorismo querían tener las cosas claras rápidamente. Esto obligó a devolver al Senado la propuesta a última hora de la tarde, con el plazo de sólo un mes de prolongación.


Acta Patriótica por un mes
Curiosamente, sólo estaba localizable un senador, el republicano John Warner de la vecina Virgina. Así que fue él quien presidió totalmente solo la sesión, para luego aprobar la prolongación del Acta Patriótica hasta el 3 de febrero con su solo voto, ya que era el único que estaba presente.

A juicio del diario The New York Times, este "fin de año parlamentario confuso y echado a perder" demuestra sobre todo que la autoridad del presidente se está diluyendo. Bush ha perdido muchísima confianza en el Congreso. El Legislativo "está dispuesto ahora a hacer uso de sus derechos, después de que en los últimos años fuera sobre todo Bush quien dictara las condiciones", comenta por su parte el Washington Post.

Escándalos en el seno de los republicanos, investigaciones de la fiscalía contra personas próximas a Bush, el derramamiento de sangre en Irak, el desastre en Nueva Orleans tras el huracán "Katrina" y la fuerte disputa sobre derechos humanos y civiles han dañado sensiblemente la reputación de Bush.

Encima de todo ello, ahora, cuando acaba el año, se conoce que Bush aprobó que la Agencia de Seguridad Nacional realizara escuchas en el propio país. "Si cree que las leyes no bastan, debería tratar de cambiarlas, así es como se hacen las cosas en una gran democracia", dijo el ex senador demócrata Tom Daschle.

Muchos republicanos que se deben presentar a las elecciones en 2006 temen verse perjudicados por el rápido descenso de popularidad de su presidente. El republicano J.D. Hayworth, de Arizona, ya ha anunciado que no quiere recibir ayuda electoral de Bush.


Revuelta republicana
The New York Times habla de una "mini revuelta de los republicanos" contra Bush. Y es que los representantes del pueblo en el Capitolio también han rechazado su deseo de realizar prospecciones petrolíferas en Alaska.

Pese a sus últimas ofensivas, entre las que se incluye una campaña por momentos muy agresiva de defensa de su política, Bush está cada vez más a la defensiva. Cuando no ha pasado más que poco más de un año desde su victoria electoral, Bush amenaza con convertirse en el "lame duck" (incapaz) de la Casa Blanca, tal como se denomina a los presidentes durante el final de su segundo y último mandato.

"Lo único que sorprende es la rapidez con la que el presidente ha pasado a tambalearse", afirmaba despectivamente el profesor James Lindsay, del instituto independiente Consejo para Relaciones Exteriores de Washington.

Con todo, ni siquiera sus oponentes políticos discuten que Bush sea un político enérgico, imperturbable y convencido de su "misión", por lo que no resulta difícil predecir que 2006 será para Bush un año de lucha. Porque no puede obviar la creciente oposición a su política. (DPA)
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Mal año y un futuro complicado para Bush.

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