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 sábado, 24 de diciembre de 2005  
Solidaridad. El 30 de diciembre se cumple un año de la tragedia que causó 194 muertes
Los sobrevivientes de Cromañón se organizan para ayudar a sus pares
El impacto de la tragedia persiste en problemas de inserción laboral y en afecciones físicas y psicológicas

Decenas de sobrevivientes de Cromañón, que soportan desde hace un año el recuerdo intacto de la noche que originó 194 muertes, se reúnen para dar una mano solidaria a sus pares, dejar atrás la culpa que sienten por estar vivos y sortear la trampa del suicidio.

"Es una mochila que vas cargando, esa culpa de decir «¿por qué yo estoy acá y ellos no?»", confesó Osvaldo Gómez, un joven de 24 años que logró salir vivo -aunque no ileso- el 30 de diciembre de 2004 del boliche de Once y que hoy integra, junto con otros sobrevivientes, la ONG Cambiar esta Realidad (CeR).

Pero la ONG de la que Osvaldo y sus compañeros participan no es la única, sino que forma parte de una red solidaria más amplia, que se convirtió en el vehículo de mayor contención para los jóvenes que procuran con dificultad sobreponerse a la tragedia

"Querés volver el tiempo del reloj atrás", sintetizó Sandra Vellido, de 27 años, miembro de otra asociación, Juntos por la Vida, cuyos integrantes se congregan los miércoles en un estudio jurídico "para descargar bronca y seguir la causa judicial".

Sandra Vellido reveló que "en las reuniones se han trazado nuevos vínculos, armado parejas de novios e, incluso, muchos padres que no se hablaban con sus hijos ahora sí lo hacen", y apuntó que actualmente están enfocados en contener a varios sobrevivientes que han intentado suicidarse en los últimos meses.

"Nos veíamos las caras siempre en las marchas por Cromañón y así empezamos a juntarnos para tratar de armar algo que ayude a los demás. A veces, es sólo encontrarnos a charlar o tomar algo para hablar sobre lo que pasó con gente que vivió lo mismo", explicó Diego Cocuzza, un chico de 20 años que participa de CeR.

El presidente de esa ONG es Ernesto Lemos, de 50 años, padre de Federico, de 25, un joven que estuvo internado cuatro días tras la tragedia de Cromañón, y esposo de Silvia Sabio, una enfermera de 47 años que el 17 de marzo de 1992 sobrevivió al atentado terrorista contra la embajada de Israel, donde murieron 27 personas.

Lemos y Sabio, quienes prestan para las reuniones de los sábados su departamento de Yerbal y Martín de Gainza, en el barrio porteño de Caballito, aseguraron que transitaron por diferentes grupos de familiares de víctimas y sobrevivientes hasta que se percataron de que "los chicos sólo hablaban cuando estaban con otro par".


Un espacio de diálogo
En la página web quenoserepita.com.ar, dedicada en exclusiva al incendio donde murieron casi 200 de las 4.000 personas que asistieron al show de Callejeros, existe un espacio para sobrevivientes, quienes brindan sus testimonios y explican cómo reconstruyeron sus vínculos familiares y laborales.

Esto es así porque el impacto de la tragedia se hizo sentir también con fuerza en la economía hogareña de los que lograron salir con vida, muchos de los cuales tienen expedientes médicos en la Justicia, como Osvaldo Gómez, que se lastimó en la desesperante huida la noche del 30 de diciembre del año pasado.

Osvaldo Gómez, casado y con un hijo de cinco años, vive hoy con apenas 600 pesos de ayuda oficial, ya que está desocupado, luego de perder sus dos trabajos: uno en una empresa gráfica, que tuvo que dejar por resultar fracturado en el siniestro, y el otro en una fábrica de calzados, donde no pudo continuar.

Sandra, de Juntos por la Vida, también se quedó sin empleo, aunque dijo que a partir de Cromañón "cambió la perspectiva de su vida, que ahora valora de otra manera", y aseguró que a pesar del dolor "se puede construir algo".

"Pienso que si estoy acá es para seguir adelante, ya que si te quedás, no podés con el recuerdo de lo que viste esa noche, de que la gente que sacaste del boliche era, justamente, gente", explicó Diego, de CeR.

Osvaldo Gómez sintonizó con ambos: "Nos dimos cuenta de que la vida es importante y no creemos más en esto de «no me pasó a mí, no me importa». Lo esencial es tratar de que la persona que esté al lado mío esté mejor". (DyN)
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Los compañeros de las víctimas ahora buscan sitios de contención.

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