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 sábado, 24 de diciembre de 2005  
Con desocupación en baja y crecimiento económico, la disputa salarial seguirá firme el año próximo
Empleo y distribución: en 2005 empezó el partido
Tras recuperar la gimnasia negociadora, gremios y empresas endurecieron la pelea por el salario

Sandra Cicaré / La Capital

"Los acuerdos salariales deben realizarse tomando como pauta la inflación que el gobierno estima a principio de año", dijo el vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), José Ignacio de Mendiguren, en octubre pasado. Sus palabras no son sólo una anécdota. Reflejan el pensamiento que corporiza la entidad, que nuclea a uno de los sectores más favorecidos por la devaluación, con una tasa de crecimiento anual cercana al 12%.

Si se toman a pie juntillas los reclamos de los industriales, no hay forma de rebatir la famosa frase que dice que la inflación pulveriza los ingresos. Así, en las pautas del presupuesto 2005 el gobierno estimó un incremento de precios de entre 7 y 10% (lo mismo hizo para el año que viene) y el costo de vida ya acumula un 11,1%. Frente a eso, no hay bolsillo que resista.

La disputa por el salario trazó la agenda de este año. A diferencia de 2003 y 2004, cuando se recuperó la gimnasia negociadora sobre la base de la deprimida situación salarial posdevaluación, en 2005 comenzó a jugarse el partido de fondo entre gremios y empresarios por una disputa real del ingreso, lo que explicó la dureza de algunos conflictos.

Por un lado con los empresarios, que argumentaron que los incrementos se debían fijar en función de la productividad y con el gobierno, que miró atentamente la disputa por temor a que se dispare la inflación.

¿Es posible entonces recuperar niveles de ingresos sin que los precios se disparen?. El economista Carlos Crucella considera que sí. "En la medida que crezca la productividad del trabajo puede haber aumentos salariales sin que esto provoque suba de precios", dijo, aunque considera que de todos modos, "debería producirse una recomposición fuerte de los salarios no sólo para recuperar la pérdida que hubo por la inflación posterior a 2002 sino por la caída de los sueldos que se dio en la última parte de la gestión de la Alianza".

Los números son lapidarios en este sentido. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) la inflación acumulada desde la salida de la convertibilidad es del 62,9%. Sin embargo, el rubro alimentos y bebidas creció 91,5%. En contraposición, los salarios promedio se incrementaron un 45%.

Para el economista Ernesto Kritz, director de la Sociedad de Estudios Laborales (SEL), hoy existe una masa salarial equivalente a la de 2001, pero con una cantidad de bienes y productos un 20% más elevada, lo que habla de una menor participación de los asalariados en el ingreso nacional.


Ahora solos
Con una economía en crecimiento e índices de desocupación que descendieron al 11% en la última medición trimestral, promediando 2005 el gobierno decidió dejar en manos de los acuerdos entre empresas y trabajadores la disputa por el ingreso, que antes había impulsado a través de los decretos salariales.

Sin embargo, fijó algunas pautas para la discusión. En junio entró en vigencia el salario mínimo vital y móvil de 630 pesos acordado en el Consejo Nacional del Salario y el Empleo por todos los sectores y decidió mantener en 7% los aportes de los trabajadores en relación de dependencia a las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP). "Buscamos no afectar los ingresos de los trabajadores que están en el sistema de capitalización", dijo el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, en esa oportunidad.

Además, en julio incrementó un 20% el salario de la administración pública y se incorporó como suma remunerativa el aumento de 250 pesos que había otorgado el Poder Ejecutivo. La medida representó una mejora salarial en los ingresos del 65% de los agentes públicos.

Por otra parte, en agosto de este año decidió subir a 2.600 pesos el techo para poder recibir asignaciones familiares, una medida que en Santa Fe benefició a 54 mil trabajadores.


Desacelerando
A partir de entonces, el gobierno comenzó a ensayar una estrategia de retirada en la fijación de la política salarial y dejó lugar a la negociación colectiva (entre gremios y empresarios) como espacio donde saldar las diferencias en materia de ingresos.

Según datos del Ministerio de Trabajo, en el segundo trimestre de 2005 se homologaron 110 convenios y acuerdos colectivos, de los cuales el 84% estipularon aumentos salariales. Estos acuerdos alcanzaron en el primer semestre del año a 1,5 millón de trabajadores, una cifra que supera los beneficiados en todo 2004 que llegaron a 1,22 millón de empleados.

Más allá de estos acuerdos, la puja distributiva alcanzó un importante grande de conflictividad este año. Conflictos como los de los subterráneos en Buenos Aires, telefónicos, aeronáuticos, camioneros, petroleros y bancarios dieron cuenta de este proceso. En la región, esta puja se expresó crudamente en el conflicto con las empresas químicas del cordón industrial, historia que continúa con los últimos despidos en ICI.

El endurecimiento de la pelea salarial sacó este año de su letargo a la CGT regional, cuyo titular, Néstor Ferraza, llamó a "unificar las luchas del movimiento obrero". El diputado y asesor laboral de la CGT Héctor Recalde advirtió a los empresarios: "Si los empresarios se ponen más duros encontrarán respuesta porque deben darse cuenta que estamos en una nueva era del gremialismo, que está dispuesto a recuperar la participación de los trabajadores en el ingreso nacional".

Uno de los primeros y más conflictivos convenios homologados este año que fue clave para la región fue el del sector aceitero que logró un incremento del 40% con salarios básicos de 1.900 pesos y un sueldo de 2.200 para operarios especializados.

También los bancarios acordaron un aumento remunerativo de 200 pesos en mayo y continuaron con un plan de lucha por una recomposición del 30%. Los organismos oficiales como el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) protagonizaron una larga lucha por aumentos salariales, que lograron a partir de junio.

En tanto, el gremio de los mecánicos obtuvo acuerdos con algunas automotrices para incrementar el sueldo básico por encima de los 1.800 pesos y los mercantiles hicieron lo propio con una recomposición del 18% en sus haberes.

A estos sectores también se sumaron los trabajadores de las fraccionadoras de gas y de petróleo, que reclamaron aumentos extras y retroactivos. Por su parte, los camioneros lograron una recomposición salarial del 20% en octubre.

En una puja que hacía tiempo no se planteaba en estos términos, muchos sectores lograron dar el paso y no sólo recuperar lo perdido sino avanzar en la capacidad de compra del salario en un escenario con inflación.

Por eso, los empresarios argumentan que si bien hubo conflictos quedó demostrado que la sangre no llegó al río e incluso los acuerdos logrados a nivel de empresa en muchos casos son superiores a las que corresponderían por sector.


Epoca de vacas gordas
Aunque no está saldada, la discusión de este año parte de una base mucho más sólida: el crecimiento del empleo. Hubiese sido casi una quimera hablar de recomposición salarial y distribución del ingreso cuando los índices de desocupación llegaron en el Gran Rosario al 24,3%.

Los últimos indicadores del Indec revelan que en Rosario el desempleo tocó el 12,4 por ciento en el tercer trimestre de 2005, lo que representan 27 mil ocupados más que en el mismo período del año pasado.

Pero a la par del descenso de la desocupación, creció el empleo en cantidad y calidad, ya que creció la tasa de empleo y se redujo el desempleo, es decir las personas que trabajan menos de 35 horas semanales.

Por otra parte, en los dos últimos años se crearon en la provincia 156 mil puestos de trabajo y descendieron en 31 mil los planes Jefas y Jefes de Hogar. Los datos, difundidos por el gobierno santafesino, fueron mucho más alentadores para Rosario, donde en ese lapso se produjeron 85.438 ingresos al mercado de trabajo, de los cuales 5.4860 se produjeron en noviembre último. Nada despreciable para la región si se lo compara con la ciudad de Santa Fe, donde las altas laborales sumaron las 673.

Según los datos del Ministerio de Economía a diciembre de este año, desde el segundo trimestre de 2002 se incorporaron 2,5 millones de personas al mercado laboral, tanto público como privado, de las cuales 406 mil fueron vía los planes de empleo.

Además, el Indice de Obreros Ocupados (IOO) que elabora el Indec para el sector manufacturero aumentó un 22% desde su piso de 2002, aunque aún se encuentra un 15% por debajo de su nivel previo a la recesión que comenzó en 1998. Más trabajo, precios en alza y una puja salarial que seguirá dominando en 2006. Quizás como una necesidad imperante si se tiene en cuenta que aún hay camino por recorrer. Un dato: en Rosario el producto bruto geográfico (PBG) del año 2004 ronda los 7.000 millones de pesos a precios constantes, lo que implica un ingreso de 7.000 pesos por habitante por año, casi 2.000 pesos menos que la media nacional. Mucho por recorrer en materia de ingresos para una región que dice experimentar un boom.
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Emblemático. Los trabajadores aeronáuticos protagonizaron este año uno de los conflictos más prolongados. Lograron una recomposición salarial después de varios años de lucha.

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