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 miércoles, 26 de octubre de 2005  
"A Erica la mataron, no tengo dudas"
Mónica Córdoba declaró ante los pesquisas policiales y dijo que su hija había superado el trauma sufrido tras haber sido violada por tres agentes en la comisaría 1ª, en 2002. Y que por eso descree del suicidio

"A mi hija la mataron, no me quedan dudas. Ella estaba demasiado bien, no pudo haberse suicidado". Quien arroja la afirmación es Mónica Córdoba, una esmirriada mujer de 37 años cuya hija, Erica Joana, murió el mediodía del lunes en el Hospital de Emergencias después de agonizar algunas horas con un tiro calibre 22 en la sien. La chica, de 19 años, es la misma que en julio de 2002 denunció haber sido violada por tres policías dentro de la comisaría 1ª, hecho por el cual ya fueron condenados los uniformados. La noche del domingo se encontraba en una casa vecina a la suya, en el barrio Las Flores. Allí vive el muchacho con quien hasta hace algunos días mantuvo una relación de pareja y con el cual "había terminado". Entonces sonó un disparo y Erica cayó malherida. La propia familia del pibe, cuyo paradero se desconoce desde ese momento, la llevó y dejó en el hospital. Ahora serán los investigadores de la Brigada de Homicidios quienes, con los resultados de las pericias en sus manos, deberán discernir si Erica se mató o la mataron.

Por estas horas hay al menos dos elementos que dan fuerza a la primera de las hipótesis. Un informe preliminar de la médica forense que realizó la autopsia y otro de la División Criminalística de la Unidad Regional II. El primero de los exámenes verificó que el cuerpo no manifestaba ninguna señal de lucha, ni de violencia sexual o de agresiones de otro tipo, y que todos esos atributos son compatibles con los de un suicidio. En tanto, voceros de Criminalística aseguraron anoche que "el arma calibre 22 secuestrada en el lugar estaba semiabocada, es decir con signos claros de que el cañón fue apoyado en la sien (de la joven) al producirse el disparo".

A eso se suma un informe de los profesionales que trataban a Erica desde aquel momento en que la chica sufrió la triple violación dentro de la seccional de Juan Manuel de Rosas al 1300. Allí se sostiene que la joven tenía una personalidad frágil y la oprimía una angustia permanente. Esa pericia, que gravitó en la condena a los tres policías que abusaron de la chica, estableció que la afectaba un cuadro de estrés autodestructivo, con síntomas tales como dificultades para concentrarse, conciliar el sueño, irritabilidad y ataques de ira.

Pero a Mónica Córdoba no le alcanzan todas esas pericias y las que aún faltan por realizarse. Desde su dolor afirma que Erica no se suicidó. "Ella no pudo haberse matado, estaba tranquila y bien, había superado eso que le hicieron los policías", aseguró, convencida de que la mayor de sus dos hijas ya había asimilado el duro trance de la brutal vejación.

Y por eso trata de encontrar respuestas a lo que ella define como homicidio: "Hace un mes y medio ella volvió de Buenos Aires, donde estuvo pasando unos días en la casa de mi hermana. Estaba contenta y el tío le había conseguido un trabajo como moza. Pero desde que volvió empezó a salir con un muchacho que vive cerca de casa, a pesar de que a mi no me gustaba esa relación porque él es un pibe muy violento, que le había pegado un par de veces". De tanto insistir, dice Mónica, "hacía una semana que ya no salían, pero el la perseguía, la buscaba siempre y quería mantener la relación".

A quien se refiere Mónica es a E.R., un pibe de 21 años que vive junto a su familia a 50 metros de su casa y que no es la primera vez que aparece en una crónica policial. Es el segundo de cuatro hermanos (uno de ellos ya fallecido y los otros dos con frondosos antecedentes penales) emparentados a una de las dos bandas que durante mucho tiempo sembraron de sangre al barrio Las Flores, Los Garompas.


Advertencias
"Hace 28 años que vivo en Las Flores, conozco a los padres del pibe y se cómo actúan. Si hasta una vez la madre me dijo que sus hijos solían andar con armas pero que cuando llegaban a la casa ella se las sacaba y las escondía", dijo ayer Héctor Córdoba, tío de Erica, mientras trataba de contener a su hermana.

La "violenta" relación entre Erica y E.R. llevó a Mónica en un par de ocasiones hasta la casa del muchacho para hablar con su madre, Margarita. "Le dije que yo no aceptaba esa relación, que controlara a su hijo para que no la molestara a Erica porque si yo me enteraba de algo lo iba a denunciar, pero ella siempre me decía que sus hijos eran buenos, que no tenía por qué preocuparme y ahora me la mataron".

No obstante lo dicho por Mónica, desde la familia de E.R. manifestaron que no había tal relación de pareja. Y consideraron que Erica era una amiga de la familia y que estaba sola en la habitación de la casa cuando se quitó la vida.

Mónica también tuvo tiempo de recordar un detalle de la tarde del domingo y que la hace pensar una vez más en la teoría del crimen. "Mandé a Erica a comprar unas gaseosas en bicicleta y este pibe se le cruzó en el camino, la empujó y la hizo caer. El quería que mi hija no lo dejara, le pegaba para que ella siguiera con él", dijo la mujer.

Finalmente, Mónica sostuvo que no va a parar hasta saber la verdad sobre el triste final de la vida de Erica. "Voy a llegar hasta las últimas consecuencias. Mi hija era una buena chica que nunca se mereció lo que le hicieron antes en la comisaría ni lo que le pasó ahora. Ella no va a volver más conmigo, pero una vez que se la haga pagar al que la mató me voy a ir con ella".
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Mónica Córdoba dijo que no cejará hasta que se haga justicia.

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