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 sábado, 22 de octubre de 2005  
Procesaron a tres policías por un caso de "gatillo fácil"
Están acusados de matar a Gabriel Fernández, de 20 años, en un falso tiroteo ocurrido el 12 de septiembre

Carlos Morán / La Capital

Santa Fe.- Tres policías fueron procesados por el homicidio de Gabriel Fernández, un pibe de 20 años y padre de un bebé de 7 meses, que murió de dos balazos en lo que inicialmente la Unidad Regional I presentó como un enfrentamiento entre uniformados y delincuentes pero que los allegados a la víctima denunciaron como un hecho de "gatillo fácil".

El episodio se registró el 12 de septiembre en el barrio Centenario y, desde ese momento, familiares y vecinos del joven asesinado denunciaron que se estaba ante un montaje hecho por la policía para ocultar su violenta participación. Por ello se movilizaron en varias ocasiones hasta los Tribunales reclamando justicia.

Ahora, el juez Julio César Costa dispuso los procesamientos de los policías Maximiliano Marcos Exequiel Moro, Gustavo David Tanneur y Américo Albino Chamoulao. Al primero, de 25 años y apenas ocho meses en la fuerza, se lo procesó como presunto responsable de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y a los restantes por el supuesto delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego, en grado de partícipes principales.

El magistrado interpreta que Moro ultimó a Fernández, contando con la complicidad y el incentivo de sus compañeros. Al respecto, en varias oportunidades los familiares y vecinos aseguraron que Chamoulao "se la tenía jurada" a Gabriel y fue quien instó a su compañero a terminar con la vida de Fernández.

Según se determinó en la investigación judicial, el día del crimen los policías recorrían la llamada villa del Centenario (ubicada detrás del complejo Fonavi que se levanta junto a la cancha de Colón). Lo hacían a bordo de un móvil de la repartición cuando se encontraron con un grupo de jóvenes que, según lo afirmaron los uniformados, se hallaban armados. Cuando los muchachos advirtieron la presencia policial, dijeron los efectivos, comenzaron a correr en distintas direcciones.

Las primeras versiones afirmaban que los policías llegaron cuando se estaba registrando un enfrentamiento armado entre bandas, pero no ha sido eso lo que después se expresó en el sumario policial.

De acuerdo con la versión de Moro, éste persiguió a Gabriel Fernández por un pasillo de la villa y, durante la carrera, se produjo un intercambio de disparos hasta que en determinado momento Fernández debió trepar un tapial de 2,40 metros de altura que pudo saltar y caer en un pasillo que tenía salida en otra calle.

El policía aseguró que los dos disparos que impactaron en Fernández (uno en la pierna y el segundo en la espalda, que le produjo la muerte) se produjeron durante la persecución. Pero el magistrado, en su resolución, expresa que los policías no han dicho la verdad.

"Si los disparos hubieran impactado en Fernández antes de que llegara al tapial -teniendo en cuenta que una bala rozó una vértebra y otra provocó fractura expuesta de tibia y peroné-, el joven no hubiese podido trepar", dijo el juez. Y agregó que "tampoco hubiera estado en condiciones de accionar el arma". Costa llegó a la conclusión de que "si Fernández pudo trepar el tapial, saltar y desplazarse varios metros, es evidente que las heridas se produjeron después del salto... De esta manera cobra veracidad el testimonio de una vecina, que afirmó haber visto al chico saltar el tapial, caer y levantarse".

Esa vecina resultó fundamental porque le comentó al juez que vio a un policía que se acercó al muchacho malherido para preguntarle con evidente saña: "¿Te duele...?". También habría logrado escuchar a uno de los uniformados (Chamoulao) alentando a Moro a que le disparara, diciéndole: "Ponelo, ponelo, dale, dale...", tras lo cual se produjeron varios disparos.

Costa señala que aunque se trate de un dictamen provisorio, se considera que "Moro disparó su arma reglamentaria y ocasionó la muerte de Fernández, pero no en el pasillo (de la villa), como dice el policía, sino después de que el chico saltó el tapial e ingresó a otro pasillo".

"En ese momento -agrega el juez-, el chico estaba desarmado ya que los policías reconocen que el arma que supuestamente portaba había caído en una zanja. Los tres uniformados tenían el control absoluto de la situación, a tal punto que hablaron con el chico y le pidieron sus datos". El magistrado expresó además que "Moro disparó sobrepasando en forma injustificada los límites del estado de necesidad propio de la legítima defensa".

Para la familia de Fernández todo fue claro. "A Gabriel lo mataron unos policías que empezaron a disparar a mansalva contra un grupo que estaba en la esquina tomando cerveza", dijo Mario, hermano mayor del pibe muerto. Según su relato, "Gabriel había llegado de trabajar y salió con su esposa a comprar pan. Cuando volvían se quedó con un grupo de amigos". Entonces llegaron los policías.

Al respecto, Fernández dijo que "Chamoulao se la tenía jurada mi hermano. Ese tipo siempre venía a molestar a los pibes, les pegaba y a Gabriel llegó a amenazarlo de muerte por lo que tuvimos que hacer una denuncia".
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Gabriel Fernández tenía 20 años.

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