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 sábado, 22 de octubre de 2005  
Los árabes revelan sus contradicciones en el juicio a Saddam
El ex dictador todavía es para muchos un símbolo del rechazo a la hegemonía estadounidense

Anne-Beatrice Clasmann

El Cairo. - En los países árabes, son muchos los que están satisfechos porque con Saddam Hussein se pone por primera vez ante un tribunal a un déspota árabe por sus crímenes. Y algunos sueñan con que también el propio líder, en casa, tenga un día que responder ante un juez por violaciones de los derechos humanos y corrupción.Pero esta alegría se enturbia cuando se piensa que no ha sido otro que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, tan impopular en el mundo árabe, el que se ha encargado de derrocar, capturar y acusar a Saddam.

Y es que, sin la intervención militar de Estados Unidos, el que un día fue el soberano de Irak no estaría hoy en el banquillo de los acusados, sino cómodamente en uno de sus numerosos palacios. Un comentarista del diario árabe Al Hayat opina incluso que sin los norteamericanos no se habría logrado llevar al derrocado dictador a la sala del tribunal: "Lo habrían matado ya hace tiempo los iraquíes".

Pero más allá, desde Rabat a Damasco, sigue habiendo gente que pese al hallazgo de fosas comunes y a crueles torturas narradas por sus víctimas sigue siendo fiel a Saddam. En los países árabes en los que la población no tuvo que sufrir su crueldad -con la excepción de Kuwait, ocupado una vez por sus tropas-, Saddam sigue teniendo incluso más simpatizantes que en su propio país.

"Saddam Hussein es para millones de árabes un símbolo del rechazo a la hegemonía estadounidense en nuestra región, pese a su dominio sangriento e inhumano", escribió el diario jordano Al Ghad.

Medios sauditas critican entretanto -según su punto de vista- el injusto proceso. Censuran que los abogados defensores de Saddam fueron dejados de lado ya el primer día del proceso. El periódico Al Watan habla de "farsa".

Por el contrario, Al Sharq Al Awsat ve una comicidad involuntaria en el hombre que se sienta en el banquillo de acusados. "Saddam está convencido de que aún es el presidente", señaló este diario junto a una caricatura furiosa en la que se veía a Saddam Hussein con el cráneo abierto. Un cerebro con pequeñas alas surge del polvo.

Mona al Tahawi, columnista del periódico, cree que el proceso a Saddam y las investigaciones ordenadas por la ONU sobre el asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri marcan el comienzo de una nueva era. Una era en la que los dominadores del mundo árabe tendrán que asumir sus responsabilidades.

Si Al Tahawi tiene razón, esto podría explicar el motivo por el cual los soberanos árabes se han contenido tanto hasta ahora de hacer comentarios sobre el proceso contra Saddam. Aunque quizá se han decidido a callar porque ésta es la decisión más inteligente. Y es que un líder árabe que ponga en duda la culpabilidad de Saddam provocaría inmediatamente la ira del gobierno iraquí y de los estadounidenses.

Quien sin embargo alabe el proceso, tendrá que oír que lo cuestionan porque no se apartó públicamente de él cuando Saddam dominaba a su población con fusilamientos en masa y torturas, y condujo a los iraquíes a dos guerras plagadas de bajas.(DPA)
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