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 domingo, 28 de agosto de 2005  
China: en el paraíso de los dragones
El consejero cultural de la embajada China presentó distintas trayectorias para una visita a su milenario país

"Quien recorra China por una semana podrá redactar un artículo, quien la visite por un mes, podrá escribir un libro; pero quien se quede un año no sabrá por donde empezar". El viejo refrán fue el inicio de la propuesta que hizo el consejero cultural de la embajada China, Han Mengtang, como guía para internarse en las rutas del país milenario a través de sus distintos paisajes, climas, costumbres y culturas. Hang Mentang estuvo en Rosario para presentar la semana de la cultura China con una muestra itinerante que se expone en el Museo Histórico Provincial Julio Marc, invitado por el Instituto rosarino de amistad Argentino-Chino, la Agrupación de Empresarias de Turismo y con el auspicio de la provincia.

Los itinerarios que propuso Mengtang dividieron a la república Popular China en cuatro regiones: el noroeste, en el límite con Rusia, con inviernos nevados y juegos de nieve; el este, con Shangai, la ciudad más grande del país, hermanada con Rosario; el centro, que resguarda las viejas capitales feudales con sus reliquias históricas, el sudoeste con la mayor cantidad de minorías étnicas que conservan tradiciones ancestrales, y el oeste, con majestuosas montañas que delimitan la frontera con India y Rusia.

China tiene una historia de más de 5 mil años y los rastros más antiguos de esa historia se concentran en la zona central del país. En ese sitio se hallaron los escritos más remotos, los primeros calendarios agrícolas y bronces milenarios junto a herramientas para la agricultura.

Los once siglos anteriores a la era cristiana tuvieron la misma zona como centro de la organización feudal. A esos tiempos se remontan los primeros tramos de la Gran Muralla, que los pequeños reinos construian para defenderse de los ataques de las tribus nómades. En el 700 ac, el primer emperador ordenó unificar esos tramos en un contínuo de más de 7 mil kilómetros. "Los tramos que habitualmente se recorren -contó Mengtang- son los que han sido restaurados y reparados tras el desgaste de los materiales originales".

El centro del país es también la cuna de los guerreros de Terracota, un ejército de tamaño natural tallado en arcilla que acompañan el mausoleo del primer emperador de Xian. Una de las teorías es que cada uno de ellos está tallado a la imagen de un soldado muerto "para dar memoria, trascendencia a ese soldado", indicó el consejero. Mengtang sostiene que la idea de crear esa réplica podría surgir de una inquietud del emperador ante su propia muerte y trascendencia.

Sobre el final de ese período y el comienzo de la era cristiana comenzó el intercambio de China con países como Persia y Rusia y la introducción del budismo, que dejó su rastro tanto en la fe como en la inconografía y la arquitectura, a través de sus templos.

Los 1.300 millones de personas que habitan China descienden de más de 56 etnias, entre ellas los mongoles, tibetanos, o coreanos. Esa riqueza cultural, que se trasluce en las fiestas, también se expresa en la culinaria con diferentes gustos en las distintas regiones. Al norte, con comidas más pesadas, fuertes y saladas; al este, ligeras y dulces; o al sur, con platos picantes y húmedos, explicó el consejero, que rescató la culinaria como una de las artes más representativas de un país y sus culturas.

Las fiestas, ligadas al calendario lunar, representan en China una ocasión de encuentro y el momento de revivir costumbres tradicionales. Una instancia de comunicación que provoca un aluvión de viajeros hacia sus casas natales.

El año nuevo, en el comienzo de la primavera "es un momento de unión y felicidad, para despedir lo viejo y desear y esperar lo nuevo", contó Mengtang. La primera luna llena después del cambio de año se realiza la fiesta de los faroles. "Las familias los colocan en las puertas de sus casas y a la noche salen a ver la de sus vecinos". Las puertas también llevan enigmas escritos y si los vecinos aciertan son convidados con dulces.

El dragón, una especie de totem, tiene su fiesta el día quinto del quinto mes con competencias de barco que reproducen la forma del emblemático animal. El otoño celebra las cosechas con tortas y frutas.

"Toda la belleza de China es imposible de capturar a través de una charla o en fotografías. Es como intentar entender que es el fútbol sin ir a un estadio", comparó Mengtang. "Oir cien veces o vale una ojeada", sintetizó. El consejero cultural chino alentó, para ese conocimiento, un intercambio turístico más intenso entre los dos países con cifras inquietantes. Con sólo un 10 por ciento de la población interesada en conocer Argentina, 130 mil ciudadanos chinos podrían llegar de visita.
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