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 domingo, 28 de agosto de 2005  
Los cinco principios Reiki: compromiso con la vida

El creador del sistema Reiki, Mikao Usui, enseñaba a sus alumnos lo que hoy se conocen como los 5 principios Reiki. Con ellos quiso dar a sus discípulos una guía ética para vivir (porque si no se sana a la mente ni se orienta correctamente al corazón, no hay una base sólida para la transformación que propone esta técnica). Ellos son:

Sólo por hoy.

No te enojes.

No te preocupes.

Demuestra aprecio.

Trabaja duro (contigo mismo).

Sé bondadoso con los demás.

Es probable que dentro del contexto cultural e histórico de Japón, en los comienzos del siglo XX cuando Usui introdujo los principios en la enseñanza, estos conceptos hayan sido aceptados sin cuestionamientos. Era la voluntad del maestro, y eso bastaba para tomarlos y practicarlos. Los japoneses no tenían conciencia individual sino grupal. Por lo tanto el deseo de auto-afirmación o de oponerse a las necesidades colectivas no podían tener lugar.

En nuestra cultura occidental es valorada como una virtud la capacidad de cuestionar, dudar o no aceptar porque alguien dice una supuesta verdad. Por lo tanto, se pueden abordar estos principios con cierta resistencia por no entender qué hay más allá del enunciado.

Uno podría hacerse las siguientes preguntas: ¿cómo no enojarnos con el que no nos trata adecuadamente?; ¿cómo no preocuparnos ante aquello que podríamos no lograr en la vida?; ¿cómo demostrar aprecio a los seres que nos han herido?; ¿por qué debería trabajar duro en mi autoconocimiento si el otro no hace su parte?; ¿cómo puede ser uno bondadoso con los demás cuando ha sido maltratado, cuando el interés propio y el egoísmo parecen ser el código principal de supervivencia?

A primera vista, habría muchas razones para descalificar estos lineamientos morales, o por lo menos, ponerlos en duda. Tratemos de dilucidar qué sucede en nuestro interior cuando no podemos vivir con lo que proponen estos principios.

¿Por qué nos enojamos? Si somos honestos, podemos responder: porque las cosas no son como las queremos. ¿Y por qué queremos las cosas como deberían ser y no como son? Parece ser que esta pretensión basada en lo que debería ser da cierta seguridad y nos "desobliga", aparentemente, a afrontar nuestro grado de responsabilidad en la convivencia diaria "con lo que es" y de lo que formamos parte indisoluble.

En "lo que es" está también nuestra propia intransigencia y rigidez que nos impide fluir con los cambios que la vida creativa exige. Además, necesitamos la aprobación y confirmación de nuestra manera de pensar, sentir y actuar. El temor es la base de esta necesidad, de no ser aceptado por la familia o por la sociedad. Cuando este reconocimiento no sucede, solemos caer en tristezas y depresiones.

¿Por qué nos preocupamos? A esto podríamos contestar que causa temor no conseguir lo que pensamos que nos dará mayor seguridad. Algún logro que tal vez pueda evitar nuevas heridas, o que prometa llenar espacios vacíos. La preocupación destruye la espontaneidad, y suele cancelar la guía que nos aporta nuestra intuición. Si por el contrario, nos ocupamos en una vida creativa eliminamos la ansiedad y preparamos las circunstancias del mañana (tendríamos que tener siempre presente que el futuro es hoy).

El demostrar aprecio por los demás, sólo puede hacerse cuando se ha comprendido que las personas actuamos desde nuestro estado particular de conciencia: desde donde podemos y no desde donde queremos. Lo que impulsa a nuestras acciones no son las palabras, sino las motivaciones de nuestra mente profunda. La unión o desunión entre lo que pensamos y sentimos, es lo que se observa como nuestra conducta en el mundo. Aun los demás con sus limitaciones nos enseñan a reconocer y aceptar las propias.

Los seres humanos somos alumnos y maestros recíprocos, y el aprender a vivir es el mayor de los aprendizajes. Queremos un mundo distinto, menos amenazante, pero si nos negamos a empezar por el conocimiento propio, esto no es posible, y el único camino de transformación se escapa.

Por último, ser bondadoso con los demás es posible cuando aceptamos como somos y comenzamos a querernos. Este trato bondadoso con nosotros mismos nos permite sentir bondad por los otros, aceptándolos como son. De acuerdo a cómo cada uno comprende y vive estos principios Reiki, pone en marcha su proceso de transformación interior.

Está demostrado que la preocupación, la ira y otras emociones negativas, envenenan el organismo. Se calcula que un ataque de ira produce el desgaste energético equivalente a 8 horas de trabajo, y los conflictos precipitan el envejecimiento de las células.

Trabajar duro, como dice el 4º principio Reiki, tantas veces como sea necesario, y la expresión sólo por hoy nos puede evitar la ansiedad de lo que no estamos seguros de cumplir, pero no nos libera de renovar día a día nuestro compromiso con la vida.

Rodolfo Alberto Badano / Maestro de Reiki

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