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 domingo, 05 de junio de 2005  
Lily Berni: "Quiero comprar un camión para poder llevar la obra de mi padre por todo el país"

Isolda Baraldi / La Capital

Se llama Lily Berni, pero su documento expresa que sus nombres son Elena Ana Margarita Berni. "Desde siempre me llaman así, y no sé por qué, tengo varios nombres y bonitos, sobre todo Elena", razona. Estuvo en Rosario para recibir los honores que el Concejo Municipal le hizo a su padre, nombrándolo ciudadano ilustre post mórtem. Esta mujer menuda, prolija, de fino sentido del humor y de 74 años, confiesa que quiere comprar un camión con acoplado para llevar las obras de su padre a las personas "que ni remotamente" pueden acceder al arte plástico y mucho menos a los grandes museos metropolitanos.

Antonio Berni, su primera esposa -la escultora francesa Paule Cazenave- y Lily vivieron brevemente en Rosario. Sin embargo, admite que tiene pocos recuerdos de la ciudad ya que era apenas una niña. Hay algo de familiar en ella, acaso la expresión de su mirada, esa que quedó registrada en muchas telas del artista, más allá del retrato donde posó junto a su madre. Mientras, y esgrimiendo un compromiso social similar al de su padre, tal vez logre echar a rodar ese camión para pasear el legado de Berni de La Quiaca a Ushuaia.

-¿Cuál es la obra cumbre de Berni?

-No lo sé, a mí afectivamente me parecen dos. Una "Desocupados", y la otra sería "La siesta", que no es un cuadro muy conocido pero es la figura de un hombre durmiendo en un catre, con un perro debajo, y un paisaje al costado. Siempre hablo del cuadro dentro del cuadro, porque ese paisaje que se ve a través de la puerta ya es en sí mismo un cuadro; después hay una especie de madonna en una ventana. Lo llamo la joya de la abuela.

-Usted nació en Francia, cuando su padre era muy joven y fue becado a Europa por el Jockey Club de Rosario.

-Sí, él tenía 25 años; yo soy del 30. Un auténtico bebé de París, con cigüeña y todo.

-¿Cuáles son los recuerdos más caros de su infancia?

-Nada tan especial, era una chica como las otras, aunque evidentemente no tanto, porque las otras tenían papás normales, con trabajos normales. Yo vivía todo el día en el taller de pintura que era muy grande y estaba en Caballito. El era metódico para trabajar y no le molestaba que yo estuviera allí todo el tiempo.

-¿Su madre tenía otro taller?

-No, ella tuvo un taller aquí en Rosario pero después cuando fuimos a Buenos Aires dejó de esculpir. Una lástima, porque era una buena escultora e hizo una exposición en esta ciudad. Eran figuras de mujeres, desnudos, de pequeñas dimensiones.

-¿Su casa era un lugar de mucha discusión sobre arte y política?

-Sí, más que discusiones eran largas conversaciones. Y había un poco de todo, en realidad había una gran mezcolanza. Allí estaban por ejemplo Witold Gombrowicz (el renombrado escritor europeo) que era un aristócrata polaco venido a menos, muy diferente a mis padres, sin embargo las tertulias eran interminables. Después también iba mucho Manuel Mujica Láinez, eran muy amigos, a pesar de que no tenían absolutamente nada que ver, se llevaban muy bien. Con el único que no pudo tener ninguna amistad fue con Jorge Luis Borges, con ese hombre no hubo caso.

-¿Cuántas obras atesora en su casa?

-Ni idea, no porque sean muchas, lo que pasa es que las puse en un depósito y allí están. Entre cuadros chicos y grandes tendré aproximadamente unos cien; busqué tener una casa con un gran depósito para poder tenerlos.

-Las pinturas de Berni dan cuenta de una realidad social muy dura.

-Creo que finalmente terminó por ser un ícono. El año pasado me llamaron de un sindicato para pedirme permiso para reproducir "Desocupados", evidentemente es un cuadro emblemático...

-Y actual, pudo haberlo pintado ayer.

-Sí, aunque ahora tenemos otras figuras como los cartoneros, es el fenómeno de la marginación.

-¿Cómo le influyeron esas charlas sobre arte atravesadas por la política?

-Todo me entró por ósmosis, escuchaba mucho. Me quedaba sentada durante horas a veces también me quedaba dormida. Nunca renegué de nada, al contrario, todo eso me ayuda a difundir su obra.

-¿Tuvo momentos de bronca con la figura tan fuerte que constituía su padre?

-Pertenezco a una generación de la que los hijos eran más de la madre que del padre, de todas maneras él se preocupaba sí de las grandes cuestiones. No era un hombre de mal humor, sí un poco chinchudo.

-¿Sabe que el municipio lanzó un disco compacto con obras de su padre para las escuelas de todos el país?

-Está muy bien eso. Es lo que hay que hacer: ir a los lugares donde está la gente, ya que la mayoría no puede viajar a Buenos Aires, a Rosario, a las grandes ciudades a visitar museos. Hay que llevar el arte a todas partes. Tengo una idea de comprar un camión con un acoplado y llevar la obra desde La Quiaca hasta Ushuaia. Recorrer todo el país y llevarle arte a aquella gente que no tiene ni la más remota posibilidad de hacerlo en los sitios donde viven.
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La hija de Berni desconoce la cantidad de pinturas atesoradas pero llegarían a cien.

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