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 sábado, 28 de mayo de 2005  
Un juez que pagó por sexo provoca polémica en Suecia
El país escandinavo sanciona a quienes contratan servicios sexuales, pero el magistrado no recibió ninguna pena

Si alguien en Suecia es descubierto violando la prohibición de mantener relaciones sexuales pagas, deberá contar con que perderá su trabajo si es soldado, trabajador social, maestro o policía. Pero que estas reglas extraordinariamente duras en Europa no valgan para jueces condenados por ese delito indigna esta semana a la opinión pública de ese país escandinavo.

Leif Thorsson, de 59 años, juez de la Corte Suprema, puede seguir ocupando su distinguido puesto de trabajo, a pesar de que fue condenado a pagar una multa de 40.000 coronas (5.300 dólares) por mantener relaciones sexuales pagas con un estudiante de 20 años.La Justicia determinó que "no es manifiestamente inapropiado" para las tareas judiciales, aunque, eso sí, le adjudicó otras funciones interinamente.

Tres de sus colegas fueron castigados de manera igualmente suave en los últimos dos años.Uno de ellos mantuvo el derecho a seguir juzgando a los demás luego de que fuera condenado por intimar con una prostituta en un cementerio.

Un soldado profesional, en cambio, fue despedido de inmediato luego de que durante unas vacaciones durante su intervención en Kosovo pagara por los servicios de una profesional del sexo.

El presidente de la Corte Suprema, Bo Svensson, reaccionó a la indignación de medios y políticos con comentarios que pretendían ser graciosos. El escándalo, dijo, demuestra el "profundo conocimiento de causa" del juez en cuestión. "Es que tenemos muchos viudos a los que les cuesta tener sexo de otra manera", añadió Svensson, y acusó a los medios de criticar a Thorsson sólo porque consideran que "ser gay y tener relaciones sexuales son crímenes horrorosos".

Posteriormente, Svensson se disculpó casi llorando por lo que describió como "los comentarios más estúpidos de mi vida".Pero eso no pudo mitigar la rabia de la ex ministra de Igualdad de Oportunidades Margareta Winberg. "Qué imagen de hombre más espantosa", comentó la socialdemócrata, que en 1999 luchó por la aprobación de la "prohibición del sexo comprado".

Desde entonces, el pagar por servicios sexuales está penado en Suecia, mientras que el ofrecerlos no. El debate se centra ahora en si esta criminalización de los que pagan en vez de las prostitutas tuvo el efecto deseado. (DPA)
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