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 sábado, 28 de mayo de 2005  
Realizó su viaje de bautismo en la escuela de aviación militar de Córdoba
Una joven oficial es la primera mujer piloto de la Fuerza Aérea
Débora Pontecorvo, de 24 años, condujo un avión sin la compañía de un instructor. Piensa en hacer acrobacia

Una alférez de 24 años se convirtió ayer en la primera mujer piloto de la Fuerza Aérea Argentina, al completar su vuelo de bautismo a bordo de un avión Mentor de la Escuela de Aviación Militar de Córdoba.

Después de la ceremonia, Débora Pontecorvo, de 24 años, ya piensa en hacer acrobacia con un Tucano, aunque para ello deberá esperar hasta fin del año que viene para egresar como piloto.

Pontecorvo llegó hace cuatro años de su Ciudad Evita natal, en Buenos Aires, y tras egresar como alférez comenzó su aventura aérea que ayer tuvo un momento fundamental desde la pista de operaciones de la Escuela de Aviación Militar en Córdoba.

En tierra, antes de tomar los comandos del Mentor, Débora fue la estrella requerida por toda la prensa y opacó totalmente a sus camaradas hombres, también todos debutantes.

El asedio periodístico no logró no obstante sacarla de su sencillez. Con humildad explicó que su idea es "terminar el curso el año que viene, egresar como piloto y después, si Dios quiere, ir a Mendoza y formar parte de la escuadrilla Cruz del Sur".

La vocación de la joven piloto está siempre presente, porque -dijo- "volar es muy lindo, estar arriba es una sensación muy particular" y para hacerlo, previene Débora, "hay que tener seguridad y respeto, pero no miedo".


Rituales de iniciación
La pequeña aviadora -su altura es de 1,57 metro-, ubicada en el estrecho habitáculo de su máquina, esperó por casi una hora la orden de partida.

El despegue fue impecable, como el vuelo -de 20 minutos-, el aterrizaje y la tradicional manteada, que al igual que sus camaradas varones, Débora soportó con alegría y la satisfacción del deber cumplido.

Débora, que lleva el indicativo "Marfil" (un apelativo de vuelo con que se la identifica) junto con otros 39 jóvenes alférez (el primer grado en el escalafón de oficiales de la Fuerza Aérea) soportó con estoicismo los rituales de iniciación igual que el resto de sus compañeros. Cuando aterrizó en la pista, la esperó su instructor, quien luego de ayudar a salir de la cabina de la aeronave la tomó del cuello del mameluco verde y la lanzó sobre una manta gigante que portaba el resto de sus compañeros con la cual la hicieron volar por los aires siete veces en una tradicional "manteada", previo beber una copa de champaña.

La cosa no terminó allí. Luego, fue el "bautismo". Ante los asistentes, entre los que estaba el jefe de la fuerza, brigadier Eduardo Schiaffino, rodilla derecha en tierra recibió sendos "brochazos" humedecidos en champaña en las mejillas y en el interior de su equipo de vuelo. Después le coloraron los escudos identificatorios que certifican que es alumna de la escuela y del curso de piloto, además del pañuelo de color bordó que llevan los pilotos.

"Fue un buen vuelo. Cada uno lo vive de diferente manera, pero es muy emotivo" resumió Pontecorvo.

En los momentos previos a la prueba, Débora recordó que su hermano Martín, que "es piloto de combate en Mendoza", fue quien la "animó" a seguir sus pasos. "Con el apoyo de mis padres (Enrique y Sara, presentes ayer a la mañana), estoy logrando lo que me propuse", acotó.

Entre los exámenes más difíciles que debió afrontar, Débora recordó la prueba de resistencia en el desierto de Chamical, donde la sed, el hambre y el sueño pusieron en duro trance a los cadetes, pero finalmente fue superada con éxito.

Débora es una de las primeras cadetes mujeres de la historia de la Fuerza Aérea junto a María Polo, de 22 años, y Alejandra Lozano, de 24, aunque sólo ella se instaló en el comando de un avión, ya que sus compañeras optaron por ser administradora financiera y navegadora aérea.

La alférez realizó su bautismo como piloto militar en un Beechcraft B-45 Mentor. (DyN y Télam)
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Pontecorvo realizó un vuelo de veinte minutos.


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