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 miércoles, 27 de abril de 2005  
Un emblema guaraní. El escritor reveló los estragos producidos por el poder y las dictaduras militares en la región
Murió Roa Bastos, un baluarte de la literatura latinoamericana
En su célebre "Yo, el supremo" (1974) desmenuzó la rebelión del pueblo paraguayo ante un régimen tiránico

El escritor paraguayo Augusto Roa Bastos falleció ayer a las 18.20 (hora paraguaya) en Asunción a la edad de 87 años, tras sufrir un infarto, precisaron fuentes médicas del sanatorio Santa Clara.

Con la muerte de Roa Bastos desaparece el máximo referente de la literatura paraguaya y uno de los escritores latinoamericanos más importantes del siglo XX, cuya narrativa ha recreado momentos y personajes de la vida de su país, revelando los estragos producidos por el poder y las dictaduras militares en la región.

El pasado viernes había sido operado por un hematoma subdural (una acumulación en el cerebro), producido al caerse en su departamento de Asunción. Pero su estado, a pesar de que había experimentado una leve mejoría, fue calificado como "muy grave" por sus médicos de cabecera debido a su avanzada edad y a la gravedad de la lesión sufrida.

"Tenía el corazón sentido", dijo Carlos Alberto Roa, uno de los hijos del escritor, a pocos minutos de la muerte del hombre de letras.

Uno de los ejes de su literatura había sido sintetizado por el mismo autor: "El tema del poder, en sus diferentes manifestaciones, aparece en toda mi obra, ya sea en forma política, religiosa o en un contexto familiar. El poder constituye un tremendo estigma, una especie de orgullo humano que necesita controlar la personalidad de otros".

Nacido en 1917 en Asunción, el escritor tuvo que abandonar Paraguay perseguido por la dictadura que en ese país encabezó Alfredo Stroessner en 1947 y se estableció en Buenos Aires -donde publicó la mayor parte de su obra-. Pero, en 1976 con el golpe militar en Argentina se trasladó a Francia. Allí enseñó literatura y guaraní en la Universidad de Toulouse le Mirail.

Tras un breve viaje a su país, en 1982, fue privado de la ciudadanía paraguaya y se le concedió la española en 1983.

En 1930 estrenó su pieza teatral "La carcajada". Después llegan "La residenta" y "El niño del rocío", fechadas en 1942, y "Mientras llegue el día", estrenada en 1946.

A fines de la década del 30, había escrito la novela "Fulgencio Miranda", nunca publicada y en 1942 apareció "El ruiseñor de la aurora y otros poemas".

En Buenos Aires publicó un nuevo poemario en 1960, "El naranjal ardiente" (Nocturno paraguayo) y consolidó su condición de narrador con los relatos "El trueno entre las hojas" (1953), "Hijo de hombre" (1960, un anticipo de lo que sería "Yo, el supremo") y "El baldío" (1966), donde abordó los problemas sociales y políticos de su país.


Crónica de una tiranía
En "Yo, el Supremo" (1974), recrea los últimos días de la dictadura de José Gaspar Rodríguez de Francia y relata la rebelión del pueblo paraguayo ante un régimen tiránico, cuyo gobernante es identificado por el escritor como "El Supremo".

Esbozó la figura de Rodríguez, sin demonizarla y con datos verosímiles, pero desde la óptica de la gente, de las víctimas de un régimen tiránico.

Roa Bastos trabajó en Buenos Aires en el diario Clarín. También se destacó con "Los pies sobre el agua" (1967), "Madera quemada" (1967), "Moriencia" (1969), "Cuerpo presente y otros cuentos" (1971), "Antología personal" (1980), "Contar un cuento y otros relatos" (1984).

En 1985 da a conocer una nueva pieza teatral, "Yo, el supremo", que aprovecha un episodio de la novela homónima. Otro período rico en su literatura es el que despunta en 1992, en ocasión del Quinto Centenario del Descubrimiento de América, con la novela "Vigilia del Almirante", sobre Cristóbal Colón, y luego escribe "El fiscal" (1993), "Contravida" (1994) y "Madama Sui" (1996).

Obtuvo el premio Cervantes, en 1989, y en 2000 su nombre figuró entre los candidatos al Nobel de literatura. (Télam)
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Augusto Roa Bastos falleció ayer en Asunción.

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