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 miércoles, 03 de noviembre de 2004  
Controversia. Había vinculado a los socialistas con Videla para refutar un proyecto de unicameralidad
El socialismo salió a replicar las críticas del ministro Rosúa
Mientras el funcionario buscó aquietar los ánimos, los socialistas le pidieron una rectificación pública

Carlos Colombo y Javier Felcaro / La Capital

El Partido Socialista (PS) santafesino le exigió ayer una "rectificación pública" al ministro de Gobierno, Roberto Rosúa, quien, al criticar el proyecto de modificación del sistema legislativo provincial presentado por esta fuerza, aseguró que sus impulsores "deben haber estado cómodos con (el dictador Jorge Rafael) Videla".

Sorprendidos, sobre todo por lo que la figura de Rosúa representa para la política santafesina, los socialistas arremetieron contra el funcionario, quien el lunes pasado había descartado la posibilidad de la unicameralidad en la Legislatura para apurar la sanción de las leyes en el marco de una reforma constitucional.

Rosúa buscó minimizar el proyecto que el socialismo presentó en Diputados, fogoneado -entre otros- por el intendente de Rosario, Miguel Lifschitz. Aunque echó mano a una frase desafortunada: "Existen funcionarios que se ponen incómodos cuando se discuten los temas y que deben haber estado cómodos con Videla".

Lifschitz fue el primero en salir a defender la iniciativa del PS, al tiempo que aseguró que el jefe de la cartera política santafesina "a veces tiene expresiones extemporáneas y fuera de lugar".

Paralelamente, consultado por La Capital, Rosúa trató de aquietar las aguas: "Mi preocupación es cómo se garantiza la representación territorial y las diferencias que necesariamente deben ser contempladas en la organización legislativa. De algún modo, el respeto a todo esto se logra con el Senado".

"Lo que en toda discusión hay que buscar es el fondo y el núcleo, y esto significa procurar la representación de las diversidades territoriales de Santa Fe y la garantía del debate, sin que esto signifique una limitación al derecho democrático de disentir y opinar", destacó.

Para el ex intendente Hermes Binner, es "un tanto difícil comprender que un ministro, que debe instar a la integración y a la convivencia, apele a una situación a la que los argentinos no queremos volver: un gobierno que dejó 30 mil desaparecidos y heridas en el cuerpo social".

El ex candidato a gobernador del PS prefirió no polemizar con Rosúa y estimó "necesario tener diálogo entre los santafesinos para superar, por ejemplo, los bolsones de pobreza". Tampoco ocultó su sorpresa por la reacción del funcionario, ya que "lo conocemos como un hombre de la democracia".

Por su parte, el diputado provincial Antonio Bonfatti admitió haber quedado "perplejo" frente a las palabras de Rosúa, "un hombre que padeció la dictadura". Y evaluó: "Puede ser que haya tratado de provocarnos, porque no creo que piense que el socialismo o cualquier partido democrático esté del lado de Videla".

"Si nos está provocando, y yo caigo en la provocación, me salgo de la vaina por contestarle cualquier cosa. Prefiero entender que, como dicen los chicos, se le salió la cadena", graficó el legislador.

Según Bonfatti, el jefe de la cartera política "tuvo una expresión desagradable y, en alguna medida, trata de esconder algunas otras cosas que no puede resolver este gobierno, como los cortes energéticos, las cárceles y las comisarías".

Apuntando a la línea de flotación de la Casa Gris, la junta ejecutiva provincial del PS expresó su "más enérgica condena" a los dichos de Rosúa, los comparó con una "afrenta" a la historia política de esta fuerza y reclamó una "rectificación pública".

En esa línea, los socialistas afirmaron que "llama poderosamente la atención que el encargado de garantizar el diálogo político e institucional en Santa Fe caiga en este tipo de exabruptos".

"¿Qué le pasa últimamente al ministro? Sus declaraciones no resisten el más elemental análisis y son propias de un dirigente que, jaqueado por los problemas irresueltos, apela a la descalificación para ocultar los déficit propios", sentenciaron.
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Un plato difícil de digerir para Binner, Bonfatti y Lifschitz.

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