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 miércoles, 03 de noviembre de 2004  
Robaron una llave y aterraron a una familia
Asaltaron a un matrimonio, entraron a su casa y redujeron a varias personas. Al irse se tirotearon con un vecino

Germán Esquivel acompañaba a Vilma, su mujer, a tomar el colectivo, cuando a tres cuadras de su casa tres delincuentes los asaltaron y, entre otras pertenencias, les robaron las llaves de la casa. Minutos después, con las mismas llaves y demostrando que conocían el domicilio de las víctimas, los maleantes ingresaron a la vivienda cuando el resto de la familia comenzaba a levantarse. Fue una madrugada de terror que terminó con un hermano de Germán herido de bala en una pierna y con los ladrones huyendo con un televisor y tiroteándose con un vecino que había salido en defensa de la gente de la casa.

La secuencia ocurrió el lunes poco después de las 4 en Cabín 9, Pérez. La familia Esquivel vive allí desde siempre, en una casa humilde ubicada en El Sauce 133, a unos 300 metros de la subcomisaría 18ª. Conmovidos por lo ocurrido, vecinos de la cuadra y la propia familia remarcaron ayer que "no se puede vivir más" en esa zona debido a la ola de atracos. "Una o dos casas se han salvado de los robos, el resto todos tuvimos problemas", salieron a decir cuando se concoció el caso.

Los Esquivel son dos familias que comparten el mismo terreno, pero tienen diferentes casas. En la parte trasera, vive Germán con Vilma y los dos pequeños hijos Alexis y Antonella. En la parte delantera están Laura y Carlos, sus padres, y Sebastián, su hermano menor. Las que describieron con lujo de detalles el mal momento fueron Laura y Vilma. "Queremos que esto se sepa porque estamos muy preocupados. Estos delincuentes ya saben donde vivimos. Nos sentimos desamparados", dijo Laura a La Capital.

El lunes a la madrugada Vilma salió rumbo al centro de salud "La Roseló" bien temprano para conseguir un turno. Como todavía era de noche, Germán también se levantó para acompañarla a tomar el colectivo. Las criaturas dormían, eran alrededor de las 4. Los dos caminaron hasta unas vías que deben atravesar para llegar hasta la parada de ómnibus. "Cuando estábamos en ese lugar aparecieron tres pendejitos", recordó Vilma. "Uno tenía un arma de fuego y el otro un cuchillo. Me sacaron la campera y hasta quisieron llevarse las zapatillas, pero ahí me negué. A Germán le quitaron las llaves y a la vez le dijeron que nos quedaramos porque sabían que teniamos dos hijos", dijo la muchacha.


Un despertar con terror
Los asaltantes se alejaron de la pareja, pero a los pocos minutos aparecieron por la casa de sus víctimas. A esa hora, Laura y Carlos se estaban levantando, mientras los chicos y Sebastián dormían. Laura y su nuera coinciden en que los que llegaron eran tres, aunque dos fueron los que entraron a la casa. "Estaba sentada en la cama y se me apareció un tipo con un arma de fuego que me dijo «quedate quieta porque te quemo»", contó Laura. "Me agarró de un brazo y me pegó en la cabeza con la culata del revólver. Después llegó otro que comenzó a juntar lo que podía".

Así los bandidos se hicieron de un televisor de 14 pulgadas. Pero como iban por más, mientras el hombre del revólver vigilaba a la pareja, el otro intentaba descolgar un aparato amurado a la pared. A todo esto, Sebastián ya se había despertado por los ruidos y cuando salió de su habitación se encontró con los hampones. Hubo empujones hasta que el muchacho logró sacar a uno de los ladrones, pero el que vigilaba a los padres se asomó por una puerta y le disparó.

El chico logró esconderse detrás de un tapial, pero una bala le rozó una pierna. Los gritos y los disparos ya habían alertado a un vecino que, arma en mano, puso en fuga de los maleantes. "Uno de los choros se cayó y después continuó. Por eso suponenemos que uno debe estar herido", agregó Laura.

"Acá vivimos con el corazón en la boca", aportó por su lado Cristina, una vecina de la cuadra. "No se puede salir a la calle. Esto de noche es una boca de lobo. Después de las 7 de la tarde, te tenés que encerrar". El reclamo de los habitantes de la zona se orienta al escaso alumbrado público. "Hace cuatro años pusieron una lámpara de mercurio y enseguida la rompieron. Jamás se reparó y esto hace que la cuadra sea como un bosque de noche", apuntó Mariana, quien hace poco sufrió el acoso de un grupo de muchachos.
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Laura, en primer plano, fue sorprendida en su cama.

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