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 miércoles, 03 de noviembre de 2004  
Ramallo, el 2º juicio. Cuestionaron que un juez comandara el procedimiento
Los federales se despegan de la masacre
El jefe del Geof dijo que sus hombres no dispararon y criticó la falta de coordinación que hubo en el operativo

El jefe del grupo operativo de la Policía Federal que intervino en la masacre de Villa Ramallo remarcó las fisuras que tuvieron con sus pares del Grupo Halcón de la bonaerense, los primeros en efectuar disparos contra el auto en el que huían ladrones y rehenes. El responsable del Geof, subcomisario Claudio Pereyra, puso de relieve la falta de comunicación entre las distintas fuerzas y reiteró que ninguno de sus oficiales tiró la madrugada del 17 de septiembre de 1999. Además, cuestionó que un juez estuviera al mando del procedimiento.

"Este hecho es una bisagra en la historia argentina y de las instituciones. Hay un antes y un después de la masacre de Ramallo. A partir de ahí se reglamentó el manejo de situaciones con rehenes", analizó Pereyra al declarar ante los jueces del Tribunal Federal Oral Nº 1, quienes juzgan la actuación policial que derivó en la muerte del gerente del Banco Nación de aquella ciudad bonaerense, Carlos Chaves; el contador de esa entidad, Carlos Santillán, y el asaltante Javier Hernández.

Como lo había hecho en agosto de 2002 al declarar en el juicio a la banda que tomó el Banco Nación, Pereyra detalló la falencias en la coordinación entre las distintas fuerzas policiales que intervinieron. "El problema más grave era el de las comunicaciones. No trabajamos en la misma frecuencia. Con las Geo departamentales no teníamos contacto. La gente que estaba en los otros equipos no tenía la más mínima información", planteó.

En este orden, en horas de la tarde declaró el cabo 1º Ariel Loyola, un hombre del Geof que -desde su posición de observador- tenía en su poder un handy con frecuencia de los halcones, aunque no con los hombres armados que salieron corriendo tras el auto donde iban rehenes y delincuentes. Fue a través de es handy que Loyola informó a sus superiores que "salía el auto" y,a través de ese medio, también escuchó la orden de "disparar a las gomas".

El testimonio de Loyola deberá ser ampliado y cotejado con el del oficial Angel Angulo (de los halcones) a pedido de la defensa de los imputados. Es que ambos hombres eran aquella noche trágica los portadores de los handys que habían intercambiado las fuerzas operativas para estar comunicadas entre sí.

En el plano más crítico de su exposición, el oficial Pereyra cuestionó que el operativo estuviera al mando del juez de Instrucción Federal Carlos Villafuerte Ruzo: "No hubo un comando unificado. Hasta ese momento, por uso y costumbre, se entendía que el juez dirigía la situación. Lo imponía el Código de Procedimientos policial. Pero un juez no está capacitado tácticamente para dirigir un procedimiento policial".

En ese sentido, señaló que a partir del trágico final de Ramallo se modificaron los reglamentos para que los operativos policiales no se subordinen a las directivas de un magistrado.

Pródigo en detalles, Pereyra relató cuál fue la intervención de la fuerza a su cargo. Dijo que combinaron con los Halcones un plan de acción conjunto. Dividieron en dos áreas el edificio tomado, con el fin de detonar las aberturas y efectuar un ingreso táctico en simultáneo: los Halcones entrarían por la casa del gerente, los Federales por el cajero automático.

Para sincronizar el asalto táctico, el Geof le entregó un handy propio a un hombre de los Halcones. Pero cuando Pereyra intentó comunicarse por esa vía, según dijo, no recibió respuesta. El subcomisario señaló que ese grupo de elite no le informó que habían apostado "topos" (observadores) en la azotea del banco ni que el auto del gerente estaba por salir de la vivienda. "Si me hubieran avisado que estaban todos los Halcones corriendo atrás del auto yo no hubiera volado el cajero", remarcó. Por estas desaveniencias, el jefe del Geof reveló que estuvo a punto de abandonar la misión y que le transmitió su disgusto tanto a sus superiores como al juez: "Esto va a terminar mal. No podemos seguir trabajando en este desorden", les dijo.

En su testimonio quedó evidenciado, una vez más, otro punto débil del plan estratégico: se subestimó la posibilidad de que los maleantes escaparan en auto con los rehenes a bordo. La única precaución en ese sentido fue colocar "una camioneta flanqueando la entrada al garaje".

Por último, Pereyra fue enfático al afirmar que ningún oficial de su fuerza tiró: indicó que el personal a su mando tiene la orden genérica de no abrir fuego sin un blanco. "Las balas nos silbaban al lado de la cabeza. Hubo una cantidad exhorbitante de disparos. No lo hicieron únicamente los Halcones", describió.
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El subcomisario Claudio Pereyra, ayer como en 2002, criticó el operativo conjunto.

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