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 miércoles, 03 de noviembre de 2004  
Editorial:
Artista que da el ejemplo

Los grandes virtuosos de la ejecución de instrumentos musicales parecen hallarse, muchas veces, en una esfera distante o ajena a los intereses y características del resto de los mortales. Desde esa suerte de limbo, ellos se comunican con la gente a partir de su arte. Ejemplos de la actitud mencionada abundan entre los divos del siglo veinte, pero si hubiera que remitirse a los pianistas los nombres de Vladimir Horowitz y Glenn Gould resultan apropiados en grado sumo. Existe, sin embargo, otra clase de talentos que, lejos de aislarse de su entorno, participan del mundo que los rodea de manera intensa y comprometida. Dos argentinos, vivos y en plena actividad, pertenecen a este elogiable grupo: Daniel Barenboim y Martha Argerich.

El notable pianista y director nacido en Buenos Aires, que también posee la nacionalidad israelí, ha dado pruebas en numerosas ocasiones de que para él la música dista de constituir un universo aparte: polémico y frontal, fervoroso portavoz de la cultura humanista, sus intervenciones públicas suelen generar adhesiones y en ocasiones también rechazos, como por ejemplo cuando decidió ejecutar obras de Richard Wagner en una sala de Israel delante de sobrevivientes de campos de concentración alemanes.

Argerich, en cambio, posee un perfil más bajo que su colega en el terreno de la exposición mediática pero ejerce la solidaridad como un hábito cotidiano. De ello dio nueva prueba días atrás al brindar un concierto frente a un auditorio atípico, integrado por los trabajadores de una fábrica recuperada en territorio bonaerense. La notable instrumentista, considerada por muchos como la mejor del mundo en el repertorio romántico, dista de pecar de individualismo, vicio tan acentuado entre no pocos de quienes ejercen su oficio. Por el contrario, su manifiesta pasión por la música de cámara -quintaesencia del diálogo- se erige como preciso testimonio de que el egoísmo no figura entre sus defectos.

La noche del pasado domingo la gran artista volvió a entregar muestras de su genio y también de su generosidad. Durante el cierre de los festejos por el centenario del teatro El Círculo, su interpretación del Concierto para Piano y Orquesta Nº2 de Beethoven arrancó una ovación. Pero además, en esa misma velada se clausuró una nueva edición del Festival Internacional Martha Argerich, caracterizado por su constante promoción de nuevos talentos.

El ejemplo que brinda la genial pianista argentina merece ser reconocido e imitado.
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