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 domingo, 31 de octubre de 2004

Rosario desconocida: El encanto de cada rincón

José Mario Bonacci (*)

La ciudad no se compone de un solo estilo, afirmación que ha integrado muchas veces esta serie. El conjunto expresivo, épocas, presencias y rincones contenidos en su paisaje urbano le dan una de sus características distintivas. Estos rincones configuran un mensaje visual determinado en cada caso, y al compararse entre sí fijan una primera lectura y comprensión de un sitio determinado. Pero a su vez cada uno de estos rincones contienen elementos que le dan su característica particular. De esta manera la comprensión visual de la ciudad se da en dos planos de valoración: la relación de los rincones entre sí y la comprensión de cada uno de estos rincones en sí mismo respecto de los elementos que cada uno contiene.

Esta característica se identifica por el término francés "collage" adoptado como herencia de las realizaciones artísticas y materializa en sí mismo la idea de "encoladura", mezcla o combinación de protagonistas que la integran. Estamos en condiciones entonces de afirmar que la ciudad está compuesta por verdaderos collages urbanos, cada uno con su lugar específico y un mensaje que el ciudadano sabrá descifrar e interpretar en relación con el "libro de piedra de la humanidad" que es la arquitectura, la presencia de la historia, los aconteceres en el tiempo, la idiosincracia de los lugares y de la gente que los puebla.

Catalogando así a la ciudad, son múltiples las sorpresas y descubrimientos posibles, con variantes incluidas aun dentro de un mismo rincón, según la sensibilidad de los observadores.


Esquinas emblemáticas
Como comprobación y a manera de ejemplo pueden tomarse algunos puntos de peatonal Córdoba que habrán de manifestarse francos y decididos ante la valoración de quienes los analicen.

Partiendo desde la terraza de La Agrícola (sur-este) en esquina con Corrientes y mirando hacia el oeste se sabrá que este edificio fue el primero en modificar esa intersección en 1908, que le siguió La Inmobiliaria en 1914 (sur-oeste) y culminó con la Bolsa de Comercio en 1927 y siguientes (noroeste). Más atrás se asoman la torre de ampliación de esta última institución por calle Paraguay como amenazando al Palacio Minetti y su magnífico coronamiento en el conjunto detallado, viéndose inmersos y confusos sus componentes aprisionados por la presencia de elementos técnicos actuales.

Si el poderío económico y el orgullo de país pujante hicieron nacer estos hitos magníficos, el mensaje actual habla de una vida más acelerada, insensible para ciertos estados de emoción con presencia de una suerte de ejército tecnológico que aprisiona visualmente la pureza de las formas. Las urgencias del tiempo, el avance de la inevitable tecnología acelerada, los han ido cercando poco a poco. El hombre va perdiendo su vida placentera, pausada, porque el mundo manda acelerarse en búsqueda de un futuro un tanto incierto. Esto, urbanamente y aunque duela, significa resignar parte del cielo de nuestros sueños.

En Córdoba y San Martín, el nuevo Banco de la Nación con su piel reflejante (noroeste) reproduce la fachada de la original ex Gath y Chaves (sur-oeste), mientras por sobre los árboles se asoma el pórtico original del antiguo banco como grito de rebeldía de un pasado demolido y reconstruido, con el telón de fondo del buen racionalismo de La Continental (noreste). Esta esquina habla entonces de un primigenio impulso por conservar la historia y de un reflejo que reproduce un diálogo pausado entre vecinos de diferentes edades.


Plaza 25 de Mayo
La plaza 25 de Mayo, sitio de nacimiento de la ciudad por el sueño de Santiago Montenegro, tiene un punto de estudio privilegiado con ubicación en el techo de la Municipalidad. Desde allí y en primer plano flotando sobre la copa de los árboles, la verticalidad del monumento central gestado por Alejandro Biggi en 1882, afirma nuestra simbología nacional con la Patria Abanderada avanzando hacia un río de promesas en su idioma de arte puramente italiano. El mojón de este monumento se une visualmente con el derrotero del Pasaje Juramento que se acerca para hablarnos de la epopeya gestada por Manuel Belgrano. Frente a la plaza, una cúpula de medio punto anuncia que allí está uno de los edificios más populares de la ciudad. La Bola de Nieve (sur-este), que se dice tuvo el primer ascensor de la ciudad allá por 1910, se viste con su mensaje francés cerrando la vista el edificio de viviendas con su magnífica mansarda, más cercano en el tiempo (sur-oeste), y manteniéndose en el mismo idioma hamacado por el ritmo de un vals "mousette".

Este conjunto dice a quien quiera oirlo que el país se formaba como verdadero granero del mundo, cobijando a quien quisiera venir a poblarlo sin diferencias de nacionalidades, de creencias, con el sólo impulso de integrarse a la tierra de promisión y que en estos tiempos hace oir su decisión de volver a ocupar el destino que arteramente se intentó birlarle.

Así podría continuarse con la interpretación de otros mensajes urbanos a través de collages que ha ido armando el tiempo, las casualidades, las persistencias de la historia, tarea sólo posible con un interés profundo y la sensibilidad necesaria para proponérselo con alimentación de un sentimiento digno que rinda un homenaje personal, íntimo y sincero al lugar que comunitariamente hemos elegido para vivir. Un camino posible, una idea indestructible, orgullo por ser de aquí, conciencia de ciudadanos maduros, marcando a fuego nuestro lugar universal. Como lo manda la responsabilidad, como suelen hacerlo los pueblos maduros, con decisión y sin dudas, con valor y sin tropiezos.

(*)Arquitecto

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La Bola de Nieve corona la esquina de Córdoba y Laprida.

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