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 domingo, 31 de octubre de 2004

Humor
Cuadros para la vida parisina
El dibujante Héctor Beas estuvo en Francia para participar en un salón de humoristas y volvió con un "informe" sobre personajes y costumbres

Cuando regresan a casa los viajeros suelen traer objetos como recuerdo de sus travesías. Héctor Beas, el humorista de La Capital, cumplió a su manera con esa costumbre. Invitado para exponer sus trabajos en Francia, en vez de las fotos que traería un turista, prefirió volver con una serie de dibujos, que retratan personajes de París.

Beas viajó a Francia para participar en le vigésima tercera edición del "Salon international du dessin de presse et d´humour", que se realizó entre el 25 de septiembre y el 3 de octubre en Saint Just le Martel, una localidad ubicada a 350 kilómetros de París, ciudad a la que visitó antes de regresar a la Argentina.

Saint Just le Martel es una localidad de 2 mil habitantes, vecina a la ciudad de Limoges. "Hace veintitrés años el alcalde quiso hacer una muestra de humor -cuenta Beas- y llamó a dibujantes franceses. A medida que creció empezaron a convocar a dibujantes de otros países. Hoy es el más importante de los salones de prensa y humor a nivel mundial".

En el festival se expusieron alrededor de 2800 dibujos, divididos por temas. Una muestra especial homenajeó al gran dibujante Georges Wolinski. "Además hubo espectáculos permanentes relacionados con humor, desde la actuación de bandas hasta mimos. Se organizó un salón para jóvenes menores de 25 años, en los cuales los premios eran un chancho para el tercero, una oveja para el segundo y una vaca para el primero. Algo que demuestra el clima imperante", dice Beas.

Una vez finalizado el festival, el dibujante rosarino pasó por la capital frncesa y puso manos a la obra. "Como todas las ciudades, París tiene sus personajes típicos -dice Beas-. Conocí bastante el centro, porque fui a parar al barrio de Montparnasse, a la casa de un dibujante, y eso me permitía andar por los alrededores. Mientras caminaba, me sentaba en un bar, tomaba apuntes de las cosas que veía o las cosas características. Después hice los originales, en base a esos apuntes, algunos gráficos y otros escritos".

Los parisinos observados por Beas "tienen muchas particularidades: no logran despegarse de la baguette, en los momentos y en los lugares más insólitos están comiendo, sea en moto, bajando del metro o parados en la esquina cuando esperan un semáforo". A la vez "me llamó la atención un montón de gente a la que veía con una cosa muy peluda en los brazos: era un perrito especial que tienen ellos, una especie de chihuahua del que lo único que ves son los ojos entre medio del pelo. La primera impresión fue que eran perros que no tenían patas. Todo el mundo lo lleva alzado. hasta que el segundo día que estuve en París vi pasar una mujer que tenían dos perros andando, uno en brazo, y el pelo tal cual como los perros".

Los célebres clochards también salieron al paso. "Me llamó mucho la atención una mujer indigente, grande, que estaba pidiendo en la puerta de una iglesia, con un tapado de piel y una capelina. Por supuesto, supongo que se lo habrán regalado, pero era una cosa que me chocó".

En Saint Just le Martel, Beas participó como invitado permanente junto a doscientos dibujantes de todo el mundo en la exposición de ilustraciones y humor. "Fue una experiencia de contacto con dibujantes de otros países -dice-, que sirve para darse cuenta que en el fondo somos todos iguales, tenemos las mismas locuras, la misma compulsión con el dibujo".

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Los parisinos tal como los retrató el dibujante.

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