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 domingo, 31 de octubre de 2004

Lecturas
Por amor a Venecia

Lisandro González

"Venecia negra" de Javier Cófreces y Alberto Muñoz. Poesía. Ediciones en danza, Buenos Aires, 2003, 470 páginas, $ 40.

No es una tarea en absoluto sencilla escribir un libro sobre Venecia. Esta ciudad representa de por sí un tema recurrente en la literatura -y en el arte en general-, al extremo que ha llevado a decir a Jean Guitton que "no nos gusta tanto Venecia como nos gusta poder decir que amamos a Venecia".

Esa dificultad tiene que ver con el hecho que el solo nombre de Venecia remite de por sí a Tiziano, Tintoretto, a las acuarelas de Turner, a los sonetos de Von Platen, a Thomas Mann, Lord Byron, entre otros artistas y obras en particular. Y es precisamente a través de ellos que Javier Cófreces y Alberto Muñoz escriben esta particular "Venecia Negra", "paraíso perdido y ganado por la literatura, los barcos y los mapas" como dicen en la introducción. Con la humildad de retomar, de rescribir, hacer ficción, reimaginar y falsear lo ya escrito sobre y desde Venecia, van construyendo una obra monumental, pero no con las características de los monumentos que nos abruman, sino con las de aquellos que nos permiten el goce y nos generan lo entrañable.

Otro punto de partida de esta obra de ineludible mención es la amistad. "Venecia Negra" es un documento de la amistad de años y libros de los poetas Javier Cófreces y Alberto Muñoz, plasmada en este caso en un particular triángulo amoroso con la ciudad italiana.

El libro encuentra el equilibrio preciso entre aquellos que sólo documentan un sitio y los que toman a un lugar como una simple excusa para otras cuestiones. Aquí Venecia es un estado de ánimo, un lugar de partida para indagar el mundo, el arte y el amor, pero volviendo siempre a Venecia, a su líquida imagen flotante, metáfora precisamente del mundo o incluso de la condición humana.

Los textos presentan una mirada al mundo y a la historia que no es en absoluto enciclopédica sino fluida, casi de caricia, como si fuéramos recorriendo las páginas a bordo de una góndola, por las calles de agua de esta ciudad.

"Venecia Negra" posee en todo momento una alta tensión poética; y sobre este tono se da un entrecruzamiento de los géneros: cartas, notas, poemas, cierta narrativa, diarios, textos de tono aforístico (del aforismo pleno, ese que supo cultivar Raúl Gustavo Aguirre), picaresca. Es así como los autores van construyendo los textos, inventando personajes, recurriendo a citas apócrifas, a la escritura a partir de citas, a la atribución de textos, en algunos casos también al recurso de escribir "a la manera de" -como lo hiciera Conrado Nalé Roxlo en su "Antología apócrifa"-, pero siempre a partir de hechos o lugares con algún sustento real. Asimismo, esta ficción tiene una doble vuelta de tuerca, en tanto, salvo en las cartas o en algunos textos específicos, no queda revelado de manera directa al lector la autoría de los textos -individual o colectiva-; todo ello precisamente como si fuera escrito en el agua.

El libro abre con "Los patios del agua", donde nos encontramos con el diario de Gregorio Lachman -un arquitecto argentino aquejado de una enfermedad- quien da cuenta de su viaje y estadía en Venecia, tal vez siguiendo en cierto modo lo dicho por Javier Reverte de que "como Mann, vinieron muchos atraídos por la belleza destructiva de Venecia". Cófreces ya había escrito en su libro "Mar de fondo" sobre "El vientre de un arquitecto", película de Peter Greeneway donde un arquitecto norteamericano llega a Roma para un exposición, y una enfermedad comienza a desarrollarse en su vientre; pero mientras que en el largometraje la metáfora juega con considerar a Roma como un gran vientre, en los supuestos textos de Lachman el tratamiento es totalmente diferente, donde entre cierta experiencia de orden existencial y una poética de la arquitectura, se vierten delicados y dulcísimos párrafos sobre esta ciudad, que daría la impresión de estar viva: "El patio lo observa todo; no es indiferente, como creen los jóvenes recicladores. Los patios avisan quebrando sus baldosas, descascarando o desprendiendo su amor a la enamorada del muro... El patio apaga la luz de la morada".

Esta obra luego nos ofrece poemas sobre la parte de la ciudad llamada La Giudecca -"La Giudecca ejecuta una letanía con su violín navegable"-, la recreación en primera persona de una travesía a nado de Lord Byron, poemas en tono de picaresca sobre el Puente de las Tetas, un delicioso inventario del veneciano Luca Pacioli y una serie de textos de un supuesto gondolero veneciano poeta, Franco Conigliaro, en los que encontramos una referencia específica a Rosario : "Mi madre habla de Rosario como de una segunda Venecia".

Otro momento particularmente logrado del libro son los poemas de un supuesto poeta polaco, que se relacionan con "Muerte en Venecia" de Thomas Mann, y con un imaginado "Libro de la campana", integrado por textos alusivos a la ciudad escritos por poetas y personajes de todas las épocas, desde el año 1500 a la actualidad, donde encontramos entre otros al santafesino Roberto Aguirre Molina y al rosarino Alejandro Pidello.

Los autores han escrito sobre una ciudad -ciudad del mundo y de la historia- que los ha fascinado, que los ha enamorado evidentemente -al punto que ese amor le permite decir a Muñoz en carta a Cófreces si le gustará "la laguna con olor a podrido, ese culo que puede conocerse en una tarde"- pero que a pesar de ello no necesariamente les ha provocado un deseo específico de vivir allí. A lo sumo, Cófreces dice que "siento que este sitio intenta retenerme de algún modo. Tal vez, con suerte, lo logre, en caso de que pueda escribir sobre él algo que valga la pena".

Es inevitable el deseo de viajar a Venecia que deja este libro, pero la satisfacción que concede es autónoma, porque precisamente en estas páginas se la conoce, se ve cómo sus aguas se mezclan con las marrones del Paraná, en tanto es el agua del mundo la que fluye en estos versos.

Mención aparte merece la cuidadísima edición de "Venecia Negra", con sus 470 páginas y la inclusión de obras pictóricas y fotos entre los textos, al que merecidamente la Cámara Argentina de Publicaciones le otorgó el premio accésit en la Categoría Literatura General correspondiente al bienio 2003/2003.

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Mileo y Cófreces, los hacedores.

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