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 domingo, 17 de octubre de 2004

Ojo delator. El debate sobre el derecho a la intimidad y a la información
En las márgenes de la ética periodística

Orlando Verna / La Capital

La gravedad de la supuesta violación de la intimidad del cirujano plástico Alberto Ferriols expuesta en la televisión, a través de la herramienta de la cámara oculta que pretendió probar algunas prácticas del profesional reñidas con la ética en el ejercicio de la medicina, se basa en la separación que la modernidad política instauró entre el ámbito de lo público, regido por el interés general y al que pertenecen los medios de comunicación, y el de lo privado, restringido a las acciones individuales. Aunque más allá de los posibles ilícitos, las imágenes de Ferriols "cobrando" con sexo la intervención a un travesti reanimaron la discusión sobre otra ética, la periodística.

Quizás sean cuatro las máximas a respetar por un periodismo que se considere tal en el marco de una ética profesional: no mentir, no tergiversar, no ocultar y no invadir la vida privada. La hipotética infracción a esta última regla puso en el ojo de la tormenta no al programa "Punto Doc" sino a todo el periodismo mientras se discuten sus métodos para la obtención de información. Así, la cámara oculta, que delató a decenas de asesinos, coimeros, proxenetas, y otros monstruos contemporáneos, fue impugnada por algunos y rescatada por otros como técnica. Y toda técnica es inocua en sí misma sino se la viste de la intencionalidad política con la que se la utiliza. Es por eso que "Punto Doc" decidió poner en el aire las imágenes de Ferriols en pleno despliegue de seducción, porque probaba que el médico cambiaba sexo por cirugías, así como pretendió demostrar que no hacía exámenes prequirúrgicos a sus pacientes, que operaba a menores o a otras personas sin su nombre real, y todo en un quirófano no habilitado.

Luego del revuelo inicial, la discusión se trasladó casi por casualidad a Rosario. Daniel Tognetti, cabeza visible de la producción de "Punto Doc", llegó el martes a la ciudad para ofrecer una charla sobre televisión y marginalidad. Rápidamente hizo saber a los medios de comunicación locales que no hablaría del caso Ferriols. Primero la producción de "De 12 a 14" se negó a negociar una pauta para la entrevista. Abortado el reportaje televisivo, el periodista no quiso hablar con La Capital y finalmente debió reemplazar al moderador de su coloquio, Luis Novaresio, gracias a un nuevo contrapunto por el mismo tema. Algunos medios y programas de Rosario y Buenos Aires, como Chiche Gelblung en Canal 9 y Jorge Rial en América, aprovecharon para cobrar facturas ideológicas contra Tognetti acusándolo de autoritario y cobarde, mientras que en el "Indomables" de Roberto Pettinato se defendió la postura de Tognetti de callarse el tema.


Ser o no ser
Todos ellos desconocían u ocultaron que el ex CQC tuvo, al interior de la producción de "Punto Doc", una posición crítica sobre el material desde los días anteriores al primer informe y la lealtad corporativa hizo a su silencio. Además, hasta por recomendación de los abogados de Cuatro Cabezas, la productora del programa, ninguno de los integrantes de "Punto Doc" haría declaraciones públicas sobre la espinosa situación. Por eso fue que el miércoles anterior Tognetti no presentó los descargos del caso y a Miriam Lewin, responsable por la investigación, se le encargó ese trabajo.

Ahora que el debate sobre la ética periodística entra en su período más interesante, sin los vicios de la inmediatez, las cotas de la discusión se observan más claras. Necio es tachar a las cámaras ocultas como culpables de avasallar el derecho constitucional de la tutela de la vida privada sino se la equipara al derecho a la información de los acontecimientos de interés público. En esa dialéctica se trazan los límites de la ética periodística y el debate estaría acabado al no entenderse que el objetivo de la prensa es mostrar lo que todos deben saber, aunque para eso, la Justicia deba autorizar la utilización de las cámaras ocultas como forma de comprobar un delito. Si "Punto Doc" tuvo el aval de un magistrado para promover y mostrar la investigación sobre Ferriols, la ética periodística está salvada. Si no, hay algo que, lamentablemente, debe seguir siendo discutido.

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