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 domingo, 13 de junio de 2004

El interior de la ilusión y la desazón
Las ligas regionales siguen siendo cantera de jugadores

Luis Castro / Ovación

El interior sigue siendo una fuente de abastecimiento de jugadores. Y nutre -o nutría- no sólo a Central y Newell's, sino que los clubes de Buenos Aires arriban a distintas localidades con el fin de llevarse a las futuras figuras. Pero también existen los mercaderes de ilusiones, llamados intermediarios, que arriban cargando una mochila de promesas que no siempre son cumplidas. Detrás de todo esto hay ilusiones, desazón, conflictos e inconvenientes familiares. Es cierto, algunos alcanzan el objetivo, pero son los menos.

Todo pibe amante del fútbol quiere lanzarse a la carrera a la fama. Las luces del estrellato, el sueño por llegar a jugar en un club importante y el deseo de salvarse económicamente son cuestiones que permiten caer en las redes de los famosos caza futbolistas.

Algunos, esos que pueden sortear todos los obstáculos que se le presentan, llegan a la meta. Pero antes deben hacerse fuertes para soportar todas las trabas que se le ponen en el camino y dejar de lado los engaños e injusticia que existe en el mundillo del fútbol.

Los pueblos sí, las ciudades no. Según datos recogidos de distintos lugares, la opinión general es que surgen mayor cantidad de jugadores del interior que de las grandes urbes. ¿Por qué? "Los buenos jugadores en las ciudades se encuentran en las villas. Pero la mayoría están en otra cosa y no saben aprovechar sus condiciones. Tienen una mentalidad que es difícil de cambiar. En cambio, los del interior están en otra cosa, la alimentación es buena y no tienen que ir a robar. La cultura tiene mucho que ver en todo esto. Para alguien que vive en una zona marginal es complicado hacerle ver la realidad. El del campo es más sano, conservan la ingenuidad, son más respetuosos", opinó Adrián Blas Taffarel, ex jugador de Newell's que estuvo dirigiendo en las divisiones inferiores rojinegras y actualmente conduce a Unión y Cultura de Murphy.

A la hora de encontrar un ejemplo para reflejar sus palabras rápidamente surge el nombre de Gustavo Rodas, un jugador que surgió con posibilidades potables de convertirse en una figura rutilante pero que hasta el momento se quedó en el intento.

Los ilusionistas. "El gran problema son los intermediarios", reconocen los dirigentes de distintos entidades del interior consultados. Claro está que hay de todo, están los que trabajan con responsabilidad y los que no.

"Cuando tienen algún dato aparecen y convencen a los padres, que luego van a exigir el pase al club. En un pueblo todos nos conocemos y muchas veces hay que ceder", reconoce Juan Carlos Almada, presidente de El Expreso de El Trébol. Para evitar un poco esta situación, la mayoría de las entidades optan por firmar convenios con otros clubes. "Nosotros lo hicimos con Atlético Rafaela y Colón de Santa Fe", cuenta el dirigente.

Falta de preparación. Uno de los enormes problemas con los que chocan los chicos es en la falta de preparación. Se los llevan a las pruebas que habitualmente se realizan seducidos por los nombres de los equipos de primera división. A los lugares llegan en cantidades, pero sólo un puñado logra superarlas. Y es ahí cuando surgen los traumas y se le hace añicos la ilusión, algo que muchas veces cuesta recuperarlos psicológicamente.

Falta de profesionales. Un mal común y que muy pocas entidades corrigieron con el tiempo reside en la preparación de un futbolista. Es muy común detectar que las infantiles del interior están a cargo del padre de alguno de los chicos que dice saber de fútbol, pero no tiene el conocimiento necesario para formar. Con gente profesional todo sería muy distinto, pero todo tiene un costo.

Sólo el negocio. Está claro que muchas veces sólo se piensa en el dinero. A veces no importa el ser humano. Si hay alguien con condiciones y se le observa un buen futuro se lo acompaña y se le brinda todo, pero cuando se observa lo contrario, es decir que no habrá réditos económicos, se los deja a la deriva. "Hay rivalidad entre los intermediarios, hasta se roban los chicos pagándole a los padres", es la frase que más se escucha por diferentes lares.

Invasión. Newell's y Central se sustentaban con todo los que llegaba de las localidades del interior santafesino. Pero eso caducó después de la invasión porteña. Es común que River, Boca, entre tantos otros clubes, realicen continuamente pruebas en distintos lugares. "Los rosarinos tenían la ventaja de que los esperaban acá y ahora deben salir a buscarlos. Por todos lados están los apuntadores y se los llevan a otros lados. Los equipos de Buenos Aires buscan achicar costos formando sus propios jugadores", coincide la mayoría de los consultados.

"Lo último que se pierde es la esperanza", reza el viejo adagio popular. Y desde muy chicos los pibes sueñan y quedan obnubilados por las luces de la fama y todo lo que brinda el hecho de triunfar en el fútbol. Algunos pocos alcanzar a hacer realidad esa ilusión, pero la gran mayoría queda atrapado en las redes de la desazón.

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