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 domingo, 02 de mayo de 2004

El juego de las fotos y sus lecturas

La interna del PJ y los habilidosos en desencriptar sus retorcidos códigos estuvieron de parabienes ayer en Santa Fe. En rigor, toda la gestualidad del protagonista no se apartó del sinuoso andarivel por el que transita su relación política con el gobierno nacional.

La foto del gobernador Jorge Obeid con el vicepresidente Daniel Scioli, saludando desde un balcón de la Casa Gris, pareció una contraposición premeditada a otra: la del jefe del Estado, Néstor Kirchner, sonriendo -el jueves pasado- en la Rosada junto a los socialistas Hermes Binner y Miguel Lifschitz (intendente de Rosario).

Las amistosas recepciones de Kirchner a Binner llenan de escozor a los peronistas santafesinos (ver página 27). Pero la de ese día, en que la capital provincial se estremeció por la reacción popular que movió el recuerdo de la mortal inundación de 2003, obligando al funcionariato a exiliarse temporariamente, fue tomada como una desconsideración intolerable. Ayer, los funcionarios municipales rosarinos negaron esa connotación en la Legislatura.

Paralelamente, se ratificó la intención de aprovechar toda oportunidad de diálogo al más alto nivel gubernamental, sobre todo si éste genera respuestas tangibles a sus demandas. De modo que poco y nada tuvo que ver con el armado de un proyecto de transversalidad que, se dice, impulsa Kirchner. "Esa interna es del PJ, no nuestra", afirmaron.

En Santa Fe leyeron la foto en el sentido exactamente inverso: al menos nadie desde oficialismo desmintió que la invitación de Obeid a Scioli, con quien cantó la marcha desde el balcón mientras los vivaban unos 300 incondicionales traídos desde Rosario, haya sido reactiva.

"Lo importante es hacer un esfuerzo y trabajar todos para sacar a Santa Fe y a la Argentina adelante", se lavó las manos Scioli cuando La Capital le preguntó si su presencia buscaba contrarrestar la estrategia presidencial en la provincia. No afirmó ni desmintió.

En cambio, cuando se le requirió conocer si apoya o no la transversalidad que mancomunadamente Obeid y Carlos Reutemann rechazan, su respuesta fue más que sintomática. "El presidente trabaja con una actitud para todos los argentinos y escucha todas las expresiones políticas", afirmó, aunque no sin advertir: "Pero hay un peronismo movilizado, unido y con gran responsabilidad frente a este momento histórico".

Acostumbrado a la invisible, sorda y muda existencia a la que fue condenado, el vicepresidente disfrutó de un día inusual. Y hasta escuchó -complacido- que le cantaran: "Scioli, querido, Rosario está contigo". Obeid sonreía. Luego, en su anodino discurso, sumó otro gesto de inequívoca dirección: improvisó para recordar que la Nación terminó dándole la razón a Reutemann sobre los montos de la ayuda por las inundaciones.

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