| domingo, 29 de febrero de 2004 | Las esperanzas de una salida pacífica se desvanecen Volker Bargenda VOLKER BARGENDA
Puerto Príncipe. - Un joven de Haití, con un hacha en la mano y una especie de máscara negra para esquiar pese a los 30 grados centígrados que registra el termómetro, grita que va a defender a su presidente de los rebeldes, los estadounidenses y cualquiera que esté detrás de lo que él denomina "golpe de Estado" contra el mandatario Jean Bertrand Aristide.
"Nos llaman «chimeres», pero no lo somos", dice refiriéndose a las temidas bandas leales al presidente de Haití, que han estado aterrorizando la capital caribeña durante las últimas semanas y han contribuido a los problemas de la ciudad con otro más: la anarquía. "Pero si nos atacan, todos seremos «chimeres»", advierte rodeado de seguidores a las afueras del palacio presidencial. La turba comienza a corear: "Cinque ans, cinque ans (cinco años, cinco años)", en referencia al período que Aristide debería permanecer en el poder para cumplir su mandato.
Entre tanto, los rebeldes ya han ocupado más de la mitad del país y se cree que están a punto de entrar en la capital. Un tercer grupo, una organización que agrupa varios grupos de la oposición, señala que está intentado deponer a Aristide mediante vías democráticas, pero la Plataforma Democrática ha hecho pocos progresos hasta la fecha. Aristide, por su parte, ha asegurado que seguirá al frente del país.
Ejército de papel Parece que no hay término medio en Haití y apenas existen esperanzas de resolver el conflicto de manera pacífica. En una capital sin ley ni orden, las bandas armadas controlan las calles y a la policía apenas se la ve (Haití tiene ejército pero sólo sobre el papel). Además, el "diálogo" es un modus operandi raro incapaz de aportar un cambio.
El país parece destinado a ir de un golpe de Estado a otro con unas cuantas elecciones de por medio que vienen a significar poco menos que nada. Decenas de golpes de Estado salpican los 200 años de historia de Haití como nación independiente de Francia. Los observadores internacionales dijeron que las elecciones de 2000 fueron un fraude y acusaron a Aristide de haber violado los derechos humanos y de abusar del poder, argumentos que la oposición usa para justificar el derrocamiento del mandatario.
Pero los seguidores de Aristide niegan estas acusaciones y aseguran que se trata de un intento de la oposición de conducir el país hacia un caos aún mayor. "Aquí, hasta cuando un perro muere se le llama violación de los derechos humanos", señala Lucie Tondriau, un conocido periodista de radio en Haití, quien dice estar "a favor de la gente". "Aristide ha sido acusado de tantas cosas que es difícil saber cuál de ellas es verdad y cuál es falsa", agrega.
El apoyo a Aristide parece que es mayoritario en la capital, pero los observadores han indicado que muchas personas actúan como creen que deben para sobrevivir. Hoy están por Aristide, mientras él esté en su puesto y los "chimeres" controlen las calles, pero mañana estarán con la oposición si llega al poder. En un país con una estabilidad política virtual, la gente se ha visto obligada a cambiar de bando de acuerdo con las circunstancias. Otros, sin embargo, quizás estén demasiado asustados para aventurarse a salir a la calles. (DPA) enviar nota por e-mail | | |