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 domingo, 11 de enero de 2004

Trabajo. El crecimiento de la economía impulsa una renovada ofensiva del sector laboral en la pelea por el ingreso
La disputa salarial vuelve a la agenda económica
Para buena parte de la dirigencia sindical, 2004 será un año para pelear aumentos de sueldos. Sin embargo, los niveles de desocupación marcan el límite

Sandra Cicaré y Claudio Berón / La Capital

La discusión por el salario está instalada en la agenda económica de 2004 y con ella un nuevo rol de la actividad sindical. Aunque un poco retrasado -habida cuenta que se priorizaron aspectos como deuda, tarifas, recomposición del sistema financiero- el tema se ubicó como una de las cuestiones pendientes tras la devaluación y el gobierno fue el primero en tomar la posta.

Con un conjunto de medidas aisladas y algunas inconexas, la administración de Néstor Kirchner abrió un debate que estaba cerrado y prácticamente ausente en la década menemista, en torno a la posibilidad de recomponer los salarios.

No se trata sólo de una acción voluntaria. En rigor, el gobierno necesita restaurar el nivel de consumo interno y tras la caída del poder adquisitivo que trajo aparejada la modificación del tipo de cambio en el bolsillo de los argentinos, la única forma de hacerlo es aumentando los ingresos.

Aunque desde algunos sectores advierten que una suba masiva de salarios podría disparar la inflación, otros desalientan esta posibilidad al considerar que los niveles de ingresos aún están muy deteriorados en la Argentina como para que eso ocurra y, por otra parte, creen que los reclamos no serán unánimes y de máxima.

Aún así, lo que aparece como una medida económica (aumentar ingresos para subir el consumo), en los hechos va mucho más allá, ya que detrás de la disputa por el salario aparece una renovada presencia de la actividad sindical, posicionada así como un actor de peso en la gran mesa de negociación de la política argentina.


¿Vuelve la UOM?
Para economistas y referentes del sector no es ni tanto ni tan poco. El protagonismo sindical dista mucho del que tuvieron en los años 70, por problemas propios y por la caída del sector asalariado en la participación del Producto Bruto. La desocupación limitó la actividad gremial, por muchos años y en el mejor de los casos, a acciones defensivas para frenar despidos. Esto es más real, sobre todo, en el sector privado.

De todos modos, los economistas creen que están dadas las condiciones como para pensar que los gremios volverán a recobrar un nuevo rol en la discusión sobre los ingresos, aunque acorde al signo de los tiempos. "Hoy no hay un Lorenzo Miguel con un poder convocante que excedía el gremio", puntualizó el economista Marcelo Lascano. Pero estimó que "los gremios van a lograr un nuevo protagonismo, con procedimientos ajustados a las nuevas circunstancias". Esto es, como "todavía hay un alto nivel de desempleo, habrá que ver qué sectores tienen mayor disponibilidad de mano de obra y cuáles no y en función de eso medirán sus acciones", explicó.

Sucede que, como tras la devaluación el crecimiento de los sectores económicos no fue parejo en la Argentina y aún hay mucho por andar en este sentido, hay rubros que están mejor posicionados en materia de empleo y, por lo tanto, en mejores condiciones de dar un paso más y empezar a pelear por mayor salario o mejores condiciones de trabajo.

"En el rubro textil o metalmecánico es probable que al haber menor desempleo las exigencias sean mayores", dijo Lascano.

Para el economista Eduardo Curia, "este año, el tema salarial es una de las cuestiones más relevantes de la agenda tras una década de convertibilidad y una poco afortunada salida de la misma".

"Como la implementación de la devaluación al principio fue muy torpe, el gobierno -por entonces de Eduardo Duhalde- tuvo que ponerse a trabajar en decisiones que atendieran a la franja mínima de ingresos", dijo Curia.

En tanto, "las últimas medidas de Kirchner pasaron por avanzar en el empalme entre esas medidas y lo que podría ser preparar la discusión del abanico salarial, avanzando hacia los niveles de remuneraciones más altos", agregó.


La hora de los reclamos
El aumento del salario mínimo vital y móvil, la recomposición de 200 pesos en los sueldos del sector privado que se irán incorporando gradualmente a la remuneración y el nuevo incremento de 50 pesos no remunerativos a partir de este mes, fueron algunas de las señales del gobierno en materia de política de ingresos.

Se trata de aumentos por decreto pero la decisión oficial fue una señal para desempolvar viejas reivindicaciones.

Por caso, la semana que pasó y tras una dura disputa entre el gremio y los empleadores de origen extranjero, el sector bancario finalmente recibió los 200 pesos de aumentos como parte de su salario y se abrió un impasse de 180 días para negociar un nuevo convenio colectivo.

De eso se trata la discusión que se avecina este año y que muchos vaticinan no pasará el otoño sin darse: renegociar condiciones de trabajo, que no sólo incluyan aumentos del salario básico sino además escalas, adicionales y diferencias entre las categorías.

Si bien varios gremios han discutido durante el 2003 nuevas pautas salariales -de hecho el Ministerio de Trabajo homologó 75 acuerdos la mayoría de ellos por empresa- muchos se realizaron bajo el paraguas de la cuestionada ley de reforma laboral, que el gobierno pretende derogar en sesiones extraordinarias el mes que viene.

El abogado laboralista y asesor de la CGT disidente, Héctor Recalde, aseguró que "fueron muy pocos los gremios que concedieron aumentos salariales en serio", entre los cuales citó a los colectiveros, camioneros, telefónicos, judiciales y ahora los bancarios.

El resto, fue más de lo mismo. Una investigación publicada en el suplemento económico Cash, reveló que los acuerdos homologados por Trabajo en 2003, la mayoría replica las cláusulas de flexibilización laboral propias de la década del 90. Esto es, se firmaron bajo condiciones de polivalencia funcional (el trabajador puede realizar cualquier tarea), extensión de la jornada laboral y del período de prueba a seis meses y el fraccionamiento de las vacaciones.


La ley Banelco
La legislación vigente, cuestionada hasta el hartazgo por la historia que rodeó su aprobación, privilegia la negociación por empresa. En el marco del cepo monetario como el que imponía la convertibilidad, con sindicatos fracturados y un alto nivel de desocupación, la consecuencia inevitable del trabajo era la baja del salario real.

Para el abogado laboralista rosarino, Horacio Zamboni, la perspectiva de una expansión económica deja abierta la oportunidad de que eso cambie, aunque para eso será necesario "retomar las negociaciones que arrancaron hace un par de años en ramas de actividad que experimentaron algún tipo de recuperación" y que fueron suspendidas por lo que el abogado denomina "efecto Pontaquarto".

Según sus datos, se llegaron a discutir unos 120 acuerdos salariales por empresa en este período bajo el paraguas de la nueva ley laboral.

"Esto fue posible por dos razones, primero por el aumento inflacionario de la canasta y segundo por el espectacular índice de ganancias que tuvieron algunos sectores y que estaba a la vista".

Con una mirada aguda y crítica Zamboni señala que tras la aparición de Pontaquarto (denunciando las coimas para la aprobación de la actual reforma laboral) se suspenden las negociaciones salariales en algunos rubros. "Con la excusa de la inseguridad jurídica se retiran las patronales de la mesa de negociación", dijo Zamboni.

A su juicio, "estas negociaciones se suspenden porque van en contra de la política salarial del gobierno o de Lavagna (Roberto), cuya idea es la del derrame, similar a la de la política anterior, pero ahora corregido por una intervención del Estado, a través de aumento por decreto sobre el salario mínimo y su incorporación a los sueldos básicos".

Este concepto de recomposición salarial que técnicamente plantea el mantenimiento de las diferencias porcentuales de las categorías superiores "es un invento de la burocracia sindical en época de los militares", dijo Zamboni

Por eso, considera que si bien el 2004 se plantea como un año en el que el debate sobre el salario será central, "la discusión deberá venir desde abajo y retomar desde donde se abandonó". De lo contrario, si se deroga la ley laboral cuestionada y no se recupera la negociación salarial interrumpida, "esto conduce a la vigencia de la ley anterior, que es la que firmaron los gordos con Menem".

Esto es, ni más ni menos, que una norma que "centraliza la negociación en las asociaciones con personería gremial de nivel superior", concluyó el laboralista. Así se cierra la puerta a la posibilidad de que en un contexto diferente al de la convertibilidad, una representación gremial de menor grado pueda negociar mejores condiciones, como supo pasar en la década del 70.

El laboralista Jorge Elías, asesor de varios sindicatos señaló que con la caída del modelo menemista aparece la consigna de lograr un crecimiento con equidad y, en este marco, la ley laboral vigente queda "afuera del plan de gobierno de la administración Kirchner".

"El salario muestra sobradamente la inequidad y la desigualdad. Actualmente, la sociedad busca otra cosa y aparece la demanda por una mejora general de las condiciones y los salarios", puntualizó.

La ley anterior ponía los convenios colectivos de trabajo como piso de toda negociación sindical. Luego de la reforma, se habilitó la negociación por empresa y el convenio pasó a ser el techo de la negociación. "Esta fue la reforma más complicada para los trabajadores", sostuvo Elías.

Para el letrado hay un cambio importante de parte del gobierno al incorporar los aumentos de 200 pesos, que serán gradualmente remunerativos. "se logra lo que es inevitable: una aumento del salario", dijo.

De hecho, las dos CGT ya anunciaron que entre los planteos que realizarán al gobierno para definir la nueva legislación laboral que suplante a la ley "del soborno" incluyen: la vuelta de la ultraactividad, que los convenios por sector sean el piso mínimo de negociación, y que los de empresa no puedan ser menos beneficiosos. Además exigirán un tope mínimo indemnizatorio de dos meses de sueldo y, como objetivo de máxima, la incorporación de la doble indemnización en la ley.


Desde los gremios
El secretario general de la Unión Tranviaria Automotor (UTA), Juan Manuel Palacios, cree que 2004 será marcará un punto de inflexión en el tema salarial. "Tuvimos numerosas posibilidades de discutir, y si este gobierno quiere recuperar el mercado interno este es el camino, aumentar los sueldos", sentenció el dirigente.

El gremio mercantil de Rosario no es tan optimista. "Tuve confianza en este nuevo gobierno, pero creo que olvidan que lo primero que hay que hacer es solucionar la desocupación y allí no están haciendo nada. Los salarios son míseros y no se cumple con la legislación que está en vigencia en cuanto a los controles laborales", expresó Rubén Ghioldi, secretario general del Asociación Empleados de Comercio de Rosario.

Por esta razón, el dirigente ve difícil una negociación con los empresarios. "Se percibe un maltrato general a los empleados y si hay charlas entre el personal y la patronal siempre es para beneficiar a los dueños", destacó Ghioldi.

En cambio, la otrora todopoderosa Unión Obrera Metalúrgica (UOM), que durante décadas encabezó la discusión salarial a nivel general, quiere volver. Aunque muy lejos de aquellas épocas, el sector metalúrgico mejoró su performance tras la devaluación y la sustitución de importaciones. En algunos rubros hay escasez de mano de obra calificada, todo lo cual abre una oportunidad inmejorable para discutir salarios.

El dirigente metalúrgico Victorio Paulón, dijo que a partir de la pesificación se mejoraron las condiciones de trabajo. "Tuvimos un aumento del 13% en 2002 y recuperamos salarios en 2003".

Desde su punto de vista, el 2004 marcará un "reverdecimiento" de la actividad sindical que sufrió un deterioro muy importante en estos últimos años. "Hace 30 años el 90 por ciento de los trabajadores estaba amparado por el convenio colectivo, hoy no llega al 27 por ciento, si todo se encarrila se puede decir que el sindicalismo podrá estar a medio camino de lo que era la actividad en los años 70". Paulón se mostró sorprendido al comentar que "en casi 30 años, en 2004 se discutirá nuevamente el convenio colectivo, hay muchos ajustes para hacerle".
Estatales en pie de guerra
Por el lado de los estatales, la disputa salarial se hizo sentir especialmente en la provincia de Santa Fe durante los últimos meses de 2003. Tras un comienzo conflictivo, el gobierno de Jorge Obeid logró alcanzar una tregua en base a acuerdos sectoriales, como el del Registro de Propiedad y los judiciales, la decisión de no prorrogar la emergencia económica y la voluntad de llamar a paritarias.

José María Tessa, secretario general de Amsafé (el gremio que nuclea a los docentes), señaló que "los docentes estuvimos un poco mejor en 1973 y 1984, pero ahora la diferencia salarial en escalafón es casi nula, y ni hablar de los salarios". A su criterio, "es preciso un nuevo proceso de redistribución, un básico docente ronda los 420 pesos, una miseria", se quejó el dirigente.

La pelea por los ingresos que están librando los gremios estatales, quizás los primeros en la provincia en encarar estas acciones, reafirma la idea de que la discusión salarial está en la agenda de 2004.

Si bien esto se explica, en gran medida porque sobre estos sectores no pesa en forma directa la amenaza de la desocupación (que de hecho actúa como paralizante en el ámbito privado), no es menos cierto que fueron los prmeros en instalar con fuerza el reclamo por una nueva escala salarial, que además incluya mejores condiciones laborales.

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El bancario es uno de los sectores que avanzaron en la discusión.

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