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 sábado, 06 de septiembre de 2003

Por la ciudad
Ley de lemas, último acto

Adrián Gerber / La Capital

Si en la última elección nacional se hubiera aplicado el sistema electoral que rige en la provincia de Santa Fe, Carlos Menem sería hoy el presidente de los argentinos con más del 60 por ciento de los votos (la suma de los sufragios que sacaron el 27 de abril los tres candidatos justicialistas). Un resultado que no podría estar más lejano de la voluntad popular si se tiene en cuenta que el ex primer mandatario tiene más de un 70 por ciento de imagen negativa.

Por eso, la ley de lemas con la cual los santafesinos votarán nuevamente mañana es tramposa y fraudulenta: abre la puerta para que se vulnere la expresión de la gente a través del voto. El sufragio por un candidato termina sumando a otro, incluso uno que hasta puede tener ideas y propuestas totalmente opuestas al que el elector originalmente quiso respaldar.

La ley de lemas en Santa Fe tuvo su origen en la incapacidad de los partidos políticos mayoritarios para resolver sus diferencias domésticas a través de elecciones internas. Así, comenzaron a mantener presa a toda la sociedad santafesina de las internas partidarias.

Justamente en el año 90, antes de que la Legislatura santafesina aprobara la ley de lemas con el respaldo del PJ y el usandizaguismo, Héctor Cavallero fue uno de los que más enérgicamente lanzó una advertencia: "La ley de lemas es para una república bananera y no para una república en serio. Con esto no se van a terminar las internas de los partidos ni el reparto de los cargos, sino que se institucionalizará la interna, porque diez personas con dinero manejarán los partidos políticos, y éstos no podrán discutir propuestas".

La frase de Cavallero fue profética. Y hoy sigue sosteniendo lo mismo al igual que la oposición socialista, radical y demoprogresista, que han presentado un sinnúmero de proyectos para derogar esta norma, pero que han sido rechazadas sistemáticamente en la Legislatura.

Así las cosas, la ley de lemas mostrará mañana, a 12 años de su sanción, su rostro más decadente. Los 2.240.000 ciudadanos santafesinos habilitados para votar se encontrarán con un cuarto oscuro bochornoso: boletas supersábanas de 66 centímetros de largo y de siete cuerpos en los que habrá 44.000 candidatos, lo que implica que hay uno cada 51 electores. Este carnaval de boletas sólo abona a la confusión general y al descrédito de la política. Es un absurdo decir, como se ha escuchado en las últimas semanas en boca de altos dirigentes políticos, que esta proliferación de candidatos sea un señal de que hay mayor participación política. Cuando, en rigor, es un síntoma de la degradación de la democracia.

En la ciudad de Buenos Aires con reglas de competencia electoral claras y transparentes, sin ley de lemas, con elección de candidatos en forma directa (tal cual lo establece la Constitución nacional) y con doble vuelta (ballottage), los porteños están viviendo un proceso electoral ejemplar, con un verdadero debate de ideas sobre el futuro de ese distrito. En cambio, en la provincia de Santa Fe no ocurre lo mismo.

Es imposible que se puedan confrontar propuestas con esta sobreabundancia de candidatos, donde encima no sólo sobresalen los más representativos, lo que sería lógico, sino los que más recursos económicos tienen para promocionarse en forma masiva (una pregunta al margen: ¿por qué gastan tanto dinero candidatos que saben de antemano que su cosecha electoral será muy magra?)

Pero nunca es tarde. Ahora, organizaciones de la sociedad civil junto a importantes académicos de toda la provincia empezaron semanas atrás a juntar firmas de los candidatos y de la población en general para derogar la ley de lemas. "Esta norma daña la representación política. Por eso, se debe promover un profundo cambio que acerque las instituciones de la democracia provincial a los requerimientos del conjunto de la población santafesina", reza el documento de estas organizaciones no gubernamentales, lideradas por Despertar Ciudadano ([email protected] - Tel. 4244722).

Así y todo, la gente debe concurrir mañana masivamente a votar, porque es la herramienta que tiene el ciudadano para hacer valer sus derechos políticos. Cuando alguien renuncia al sufragio permite que los demás decidan por él. De esta manera, lo entiende la asociación apartidaria Conciencia, que resalta que "el sufragio es un derecho, pero también un deber cívico; el voto es la esencia del sistema democrático; un voto en blanco, un votante ausente o un voto impugnado son fracasos del sistema".

Y frente al mareo que genera en la gente la ley de lemas, Conciencia difundió una guía con consejos:

tInfórmese sobre los candidatos y sus propuestas con anterioridad al momento de votar.

tSepa por quién quiere votar a la hora de entrar al cuarto oscuro.

tNo se deje desconcertar por la cantidad de boletas.

tVaya preparado. Tenga en mente lo que va a decidir.

tEl voto debe ser responsable. La democracia se consigue votando y participando.

tSe pueden dividir boletas y componer el voto con candidatos de distintos lemas. El cuidado principal es no colocar dos de distintos lemas para el mismo cargo, porque se anula el voto.

El resultado electoral de mañana es incierto, pero lo que sí está claro es que ésta será la última elección con ley de lemas, ya que la mayoría de los candidatos se comprometieron a derogarla. Porque, como sentenció el jueves pasado hasta Mirtha Legrand al hablar sobre las elecciones en Santa Fe: "¡Que fea es la ley de lemas!". Así de simple.

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