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 sábado, 06 de septiembre de 2003

El español volvió con "No es lo mismo", un disco en el cual toma partido
Alejandro Sanz intenta escapar de los moldes que lo hicieron famoso
En una movida tan calculada como polémica, el intérprete de "Corazón partío" apuesta a un cambio de perfil y actitud

Carolina Taffoni / La Capital

Parece que las fanáticas de Alejandro Sanz están mirando de reojo toda la campaña de lanzamiento de "No es lo mismo", el título por demás de explícito del nuevo disco de su ídolo. ¿Qué hace el seductor de "Corazón partío" criticando a Fidel Castro, hablando de catástrofes ecológicas y disparando contra medio mundo? ¿Qué hace el de las canciones que mueren de amor mezclándose con el hip hop y armando juegos de palabras de este tipo: "como un ismo"?

Hace tiempo que Sanz marca diferencias para no caer en la misma bolsa de gatos de los Luis Miguel y los Ricky Martin, pero esta vez, en una jugada que tiene tanto de riesgo como de cálculo, es evidente que quiso ir un poquito más lejos. Claro que, a la luz del disco, escuchar a Sanz hablar de cierta posición de "rebeldía" o de que "se terminó el conformismo" resulta, por lo menos, exagerado.

A los 34 años, con 18 millones de discos vendidos, Sanz hizo un camino propio que ya nadie discute. Pero es una oportuna combinación de factores (héroes de la canción en español en franca retirada, mercado saturado de cantantes prefabricados, la carrera por el crossover al gran mercado norteamericano) la que hace que cada regreso del madrileño se convierta en un acontecimiento para el mundillo musical hispano. Después de todo, dicen, Sanz convence con su perfil de chico de acá a la vuelta, y que aunque sea tiene algo de "verdadero" porque toca la guitarra, se puede sentar al piano y compone sus propios temas.

Según el cantante, "No es lo mismo" marca un antes y un después en su carrera. "Creo que todos hemos pasado una época de mucho conformismo, de mucha tranquilidad, en la que parece que todos estamos más o menos bien, y de pronto uno se convulsiona de una manera que no hay que dejarlo pasar. Es importante tomar partido. Creo que éste no es un momento para quedarse callado", explicó sobre las supuestas razones de algunas de sus nuevas canciones.

Y ahí está "Labana" de testigo. El tema es un son amigable, contagioso, que relata la historia de un cubano que decidió partir y que extraña a su mujer que quedó en la isla. Pero como en un descuido sin anestesia Sanz canta a coro: "Cuenta 1, cuenta 2, cuenta 3, cuenta 4, que te vas, Fidel". Lo que se dice, un tema no apto para cantar en la próxima entrega de los Grammy latinos, aunque el español jura y perjura que la canción no tiene nada que ver con su actual residencia en Miami.

En su búsqueda de escaparle al lugar común de la canción romántica, Sanz se encuentra con "Sandy a orilla do mundo", inspirada en la marea negra que afectó Galicia por el hundimiento del petrolero Prestige, pero se las arregla para que el tema parezca más un lamento amoroso que una crítica o una protesta. En "12 por 8" se queja y se burla de la prensa amarilla, una pequeña venganza contra los que hacen circular rumores de que su casamiento con la modelo mexicana Jaydy Mitchell (con quien tiene una hija de dos años) fue una farsa para ocultar su supuesta homosexualidad.

Por lo demás las cosas están en su lugar. En "No es lo mismo" no faltan esas baladas épicas, esa especie de boleros supermelodiosos y amargos que el español patentó en "Sanz 3". Los aires del flamenco también regresan en "Regálame la silla donde te esperé", en el que vuelve a sonar, por segunda vez en su discografía, la guitarra de Paco de Lucía. La mayor novedad pasa por "Try To Save Your S'ong" (no, no es un tema en inglés), un pastiche que combina hip hop, ritmos tropicales y un rapero que desencaja con la voz cálida de Sanz.

Para el cantante la inclusión del hip hop en su música fue de lo más natural, aunque en el disco suena forzado. "También ha sido una venganza, porque en el estudio siempre he visto raperos a los que no los dejaban grabar", admitió.

Algunos ven a "Try To Save Tour S'ong" como una estrategia del madrileño para moverse de a poco hacia los Estados Unidos, pero él parece muy convencido de que el crossover no es necesario. "Creo que se puede entrar en el mercado anglosajón cantando en español en cuanto nos quitemos algunos complejos", aseguró. Por ahora, Sanz se conforma con el trono que tiene reservado en el cielo latino. No es lo mismo, y no es poco.

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El cantante se mete con la política y la ecología.

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