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 miércoles, 03 de septiembre de 2003

Newell's
Veira habló duramente con sus jugadores

Luis Castro / La Capital

La vuelta al trabajo no pasó desapercibida. La caída impensada para los leprosos ante Arsenal dejó secuelas difíciles de digerir. Y como se preveía, Héctor Veira dejó sentado su fastidio en la charla a solas que mantuvo con el plantel en el vestuario de Bella Vista durante más de media hora. "Los primeros 20 minutos la línea de cinco fue calamitosa", fue una de las frases que retumbó en los oídos de cada uno de los jugadores que permanecían en silencio y escuchando atentamente cada crítica que realizaba el Bambino en voz alta y que se expandía a través de las ventanas.

El silencio sepulcral permitía escuchar casi nítidamente todo lo que vociferaba el entrenador -antes había hablado Jorge Bermúdez, pero sus palabras estuvieron dirigidas a la recuperación del equipo de aquí en más-, quizás con intenciones de que todo el mundo escuchara su enojo por las distracciones cometidas en Avellaneda. Pero el que cargó con casi todas las culpas fue Sebastián Domínguez, quien fue duramente cuestionado por Veira. Y una de las jugadas que le remarcó fue la que terminó en el gol de la victoria de Arsenal. –El Negro cometió un doble error. Primero la infracción y luego la distracción por no ir a cubrir el cabezazo por ser el jugador libre".

Había necesidad de realizar una autocrítica enérgica. Y dio la sensación de que los periodistas también debían enterarse del lavado de cabeza por los descuidos cometidos el sábado. Pero claro, también quedó de manifiesto que la mayor parte de la responsabilidad recayó sobre Domínguez, quien sin dudas tuvo parte de culpa en la derrota pero no toda la que se le puede achacar.

Si bien es cierto que el ex capitán no tuvo una buena noche, también es verdad que muchos de sus compañeros tampoco estuvieron a la altura de las circunstancias. Pero, tal vez, puede resultar más sencillo cargar contra uno del club para encontrar una salida más fácil a la hora de explicar una caída inesperada.

Pero como si se tratara de una paradoja, después de los gritos y retos el Bambino felicitó a sus dirigidos por la levantada que tuvieron cuando estaban dos goles abajo. Claro que las felicitaciones duraron muy poco, ya que luego retomó los cuestionamientos.

Un día negro. Obviamente, el día de Domínguez fue más negro que nunca. Su cara transmitía desazón y amargura por el momento vivido. Encima, en la práctica de fútbol de precisión jugó para los suplentes. Todo un indicio de que puede quedar afuera de los titulares (ver aparte). Por eso antes de retirarse del predio cuando Ovacion quiso charlar con él se excusó de hacerlo. –Vos me vas a entender. No tuve un buen día. Mañana (hoy) hablamos sin problemas", dijo con un tono que reflejaba su desánimo.

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El Bambino observa atentamente la rutina.

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