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 domingo, 03 de agosto de 2003

La Corte Penal Internacional busca poner freno a la impunidad
Peligra el exilio "dorado" de los tiranos

Fiona O'Brien

Nairobi. - Los ugandeses dicen que el ex dictador Idi Amín, quien está en su lecho de muerte en Arabia Saudita, solía guardar las cabezas cortadas de sus rivales en el refrigerador y una vez las colocó en la mesa de la cena para recordarle a sus invitados que él no estaba para que lo hicieran enfadar. Obeso y enfermo, tras 25 años de confortable exilio en Arabia Saudita, el "carnicero" de Uganda, quien también arrojaba los restos de sus víctimas a los cocodrilos del lago Victoria, parece que morirá con sus crímenes impunes. Hoy no es el único tirano en un retiro en la impunidad.

El haitiano Jean Claude "Baby Doc" Duvalier, quien dejó su isla en 1986 tras el recrudecimiento de las protestas populares contra su brutal gobierno de 15 años, ha sido visto conduciendo su Ferrari rojo por la Riviera francesa. El etíope Mengistu Haile Mariam, cuyo "Terror Rojo" estuvo marcado por purgas, guerra y hambre, está en un rancho en Zimbabwe, donde su amigo el presidente Robert Mugabe le brinda asilo.

El ugandés Milton Obote, acusado por oponentes de haber sido aún más brutal que Amín, está en Zambia, mientras que el paraguayo Alfredo Stroessner, quien ganó reputación de gobernante con puño de hierro que dio refugio a criminales de guerra nazis, está en Brasil. Al liberiano Charles Taylor, buscado por crímenes de guerra en Sierra Leona, se le ofreció asilo en Nigeria.

Con la inminente muerte de Amín, muchos ugandeses se preguntan cómo a semejantes personas se les ha permitido escapar impunemente. "Mientras él está en el esplendor de un hospital de Arabia Saudita, nuestra gente está luchando sin aliento en un intento de salvar algunas vidas en los destrozos que dejó su tiranía", dijo el periódico New Vision en un comentario.

Mientras muchos ex tiranos parece que nunca van a enfrentarse a procesos por criminalidad, algunos analistas dicen que el mundo hoy está más tendiente a llevar a la Justicia a quienes estén inmunes. "Hubo realmente un cambio en la actitud de la comunidad internacional", dijo Christopher Hall, de Amnistía Internacional. "En el pasado, los crímenes eran vistos como problemas políticos o diplomáticos, y ahora son vistos como crímenes ordinarios de violación, asesinato, que todos los Estados tienen el deber de investigar y llevar a juicio".

El arresto en 1998 del chileno Augusto Pinochet en Londres envió un mensaje de que los días de impunidad para los tiranos estaban terminando, pese a que más adelante fuera liberado por motivos humanitarios debido a su deficiente estado de salud. Los tribunales para juzgar crímenes cometidos en la ex Yugoslavia y Rwanda, creados por las Naciones Unidas, también hicieron hincapié en ello. Aún más significativamente, los analistas dicen que el establecimiento de una Corte Criminal Internacional podría llevar la ley internacional por un curso irreversible. "Los tiempos están cambiando, el exilio se está volviendo más difícil de hallar", escribió Reed Brody, de Human Rights Watch, en un reciente editorial. "Es desafortunado que Idi Amín vaya a morir sin haber sido llevado a la Justicia por sus crímenes, pero el mundo es un lugar cada vez más pequeño. Un día los Idi Amín de este mundo verán que no tienen lugar para esconderse", agregó.

Sin embargo, sólo unos 90 países -con la notable excepción de EEUU-, han ratificado la Corte Penal Internacional, que será un tribunal permanente para juzgar a individuos acusados de los más serios crímenes internacionales. (Reuters)

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