Año CXXXIV
 Nº 49.297
Rosario,
domingo  11 de
noviembre de 2001
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Guerra al terrorismo. Se sigue una política de presiones como en los 80
Washington mantiene la lógica de Reagan sólo en América latina

María Isabel Rivero

Washington. - El 11 de septiembre nació un nuevo país. Eso dicen el gobierno de EEUU, las organizaciones, la gente en las calles, los legisladores republicanos y demócratas, los analistas en sus largos documentos. También cambió el mapa mundial, y ahora China comunista y Rusia son, más que ex enemigos con los cuales se mantiene una relación fría y distante, aliados fundamentales en la guerra contra el nuevo enemigo.
Pero respecto a América latina, "la vieja lógica de la Guerra Fría sigue dominando el escenario", coincidieron en señalar varios analistas, al observar la actitud adoptada por el gobierno respecto al proceso electoral en Nicaragua. El presidente de EEUU, George W.Bush, felicitó al presidente electo de Nicaragua, Enrique Bolaños, por el triunfo obtenido el pasado domingo ante el candidato sandinista Daniel Ortega.
Durante la campaña electoral, el gobierno estadounidense no ocultó su adhesión a Bolaños y su rechazo al aspirante sandinista. "Conocemos lo que hicieron (los sandinistas) en el pasado", argumentó el portavoz del Departamento de Estado, Richard Boucher, cuando en una conferencia de prensa en la que expresó la "preocupación" estadounidense ante un posible triunfo sandinista, un periodista le preguntó si esa posición no era intervenir en los asuntos internos de un país. "Tenemos serias reservas acerca de la historia del Frente Sandinista de Liberación Nacional en cuanto a violar los derechos humanos, incautar propiedad privada sin compensación, destruir la economía y tener vínculos con los que apoyan el terrorismo", replicó el Departamento de Estado el 4 de octubre, después de una reunión entre el canciller nicaragüense Francisco Aguirre y el secretario de Estado, Colin Powell.
Durante los años del mundo "bipolar", EEUU financió a la "Contra" nicaragüense hasta que el Congreso lo prohibió, debido a la constatación de la veracidad de las denuncias de que estos torturaban, violaban y asesinaban. La prohibición del Congreso no puso fin al financiamiento de la Contra, sin embargo, lo cual salió a la luz cuando se descubrió la operación conocida como "Irán-Contras", mediante la cual el Ejecutivo de Ronald Reagan intentó continuar financiando a la Contra con dinero que no tuviera que ser aprobado por el Legislativo en el presupuesto, es decir, con la ganancia de la venta ilegal de armas a Irán.

Dos conocidos: Reich y Negroponte
Una de las personas que estuvieron directamente involucradas en la operación fue Otto Reich, quien en los años 80 estuvo a cargo de la Oficina de Diplomacia Pública en el Departamento de Estado, cerrada por el Congreso tras comprobarse que se dedicaba a hacer propaganda en base a falsificación y distorsión, para desacreditar a los partidos políticos de izquierda en América latina.
Reich es ahora el candidato del presidente George W. Bush para ocupar el cargo de secretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental. Una coalición de organizaciones sociales, políticas, de derechos humanos, de defensa de las libertades civiles y de grupos religiosos abrió una página en Internet llamada "Stop Otto Reich" en un intento de evitar la confirmación del nombramiento por el Congreso.
Otro funcionario vinculado a las violaciones de los derechos humanos en América latina también fue elegido por Bush para un puesto de fundamental importancia. Su embajador ante la ONU, John Negroponte, fue embajador en Honduras entre 1981 y 1985, período en que los paramilitares perpetraron masivas violaciones de los derechos humanos con conocimiento de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), según documentos oficiales estadounidenses desclasificados en 1995.
Su nominación había despertado tanta oposición en el Congreso que EEUU permaneció sin representante ante la ONU desde enero hasta el 14 de septiembre, cuando la necesidad de ocupar el puesto se hizo indispensable por los atentados terroristas del 11 y el subcomité del Senado votó la venia después que su presidente indicara que la tarea de revisar los documentos de la época para deslindar la responsabilidad de Negroponte en el asunto "queda para los historiadores". (DPA)



John Negroponte, embajador ante las Naciones Unidas.
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