Numerosas versiones se tejieron en torno al estadio en el que se iba a jugar el partido de octavos de final entre Cobreloa y Central, del próximo martes. Todos los rumores sindicaban que la sede sería el estadio Monumental o el Nacional, en Santiago. Inclusive esa posibilidad era la que manejaban tanto la prensa como los directivos chilenos.
La negativa a jugar en el desierto de Calama tenía que ver con la reglamentación de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CSF) que establece que los todos los estadios en los que se dispute la Copa hasta las semifinales tienen que tener una capacidad mínima de 25 mil espectadores.
Sin embargo, ayer Néstor Mascó, el secretario de Central, puso un poco de claridad al tema al decir que "me comuniqué con (el secretario de la CSF, Eduardo) Deluca y me dijo que la cancha está habilitada, porque tiene capacidad para 30 mil personas".
Esa es la versión oficial, pero la verdad es que el estadio de Calama tiene capacidad real para 20.000 personas, pero tanto el club como la Federación chilena lo hicieron pasar por 30.040 localidades. Incluso las autoridades de Cobreloa -junto a los miembros de la Federación de ese país- estuvieron haciendo un intenso lobby en esta semana para que la CSF le permita ser local en Calama. Algo que se hubiese solucionado si la Confederación hubiera realizado una inspección de rutina al estadio.
Fue tanta la confusión que el propio presidente de la comisión de fútbol del Cobreloa, Gerardo Mella, salió a protestar por la pérdida de la localía en Calama. "Lo justo es que tengamos la opción de jugar en nuestro estadio, tal como lo hemos hecho otras veces. Ha quedado demostrado a través del tiempo que reúne todas las condiciones de seguridad", enfatizó.
Y a modo de ejemplo, el dirigente del club trasandino, indicó: "Cuando este año nos visitó Boca Juniors no hubo ningún problema que pusiera en riesgo a los hinchas locales o visitantes".
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La Ciudad
