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 viernes, 07 de diciembre de 2007  
Al final, fue puro humo lo de los jueces comunales

Jorge Obeid llegó a su segundo mandato haciendo pocas aunque rimbombantes promesas.Una de ellas fue reformular la designación de los jueces comunales, hasta su llegada un arbitrio excluyente y exclusivo del gobernador. Tanto fue así que su antecesor, Carlos Reutemann, había nombrado a parientes y entenados, incluyendo su propio masajista.

Para despegarse de ese escándalo, Obeid (siguiendo entonces la impronta impuesta por la llegada de Kirchner a la Nación) convirtió a la cuestión en una de aquellas promesas.

“Estoy planteando dos decretos autolimitativos para la designación de los jueces provinciales y de los funcionarios policiales de alto rango de tal manera que todo aquel que tenga que dar una opinión a favor o en contra pueda hacerlo”, declaró el 28 de octubre de 2003, cuando aún le faltaba más de un mes para asumir.

Ayer, a tan solo 5 días de culminar el mandato, ratificó que no pudo cumplir: “No sería correcto llevar adelante estas designaciones; dejaremos todas las ternas que han sido elevadas al Ejecutivo para que sean analizadas por la próxima gestión”, declaró.

Hay entre 60 y 100 inscriptos para cubrir las vacantes en otros tantos juzgados comunales. Está bien que el gobernador no haga nombramientos a tan poco de irse. Eso fue lo que desató el escándalo en la retirada de Reutemann y por lo que Obeid se embretó en sus promesas. Pero no se entiende por qué las designaciones no se hicieron a medida que se fueron produciendo las vacantes en lugar de esperar a que haya centenares de juzgados acéfalos.

Obeid prometió cambiar el sistema para nombrar jueces que fueran abogados con un sistema transparante. En lugar de eso, no hizo nada. Está claro que la cuestión pudo haber sido un desvelo para el gobernador, tanto como que de ningún modo fue una prioridad. J.S.M.
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