Un macabro antecedente en Venado Tuerto

Venado Tuerto. — Un hecho similar al ocurrido ayer en Coronel Arnold se registró la semana pasada en el cementerio municipal de Venado Tuerto, aunque lo ocurrido alli tomó estado público el martes. La diferencia en el resultado final es que, en el caso venadense, los delincuentes robaron sólo el féretro, dejando en el lugar el cadáver que contenía.

   Familiares de una persona fallecida hace aproximadamente siete años en Venado Tuerto constataron que había desaparecido el cajón del tipo cofre . Un elemento curioso del hecho, en este caso, es que el panteón de donde fue sustraído está ubicado exactamente frente a la oficina de la guardia de la necrópolis.



Discreción. Los familiares detectaron la ausencia del féretro y notificaron a las autoridades del cementerio, ubicado en las afueras de Venado Tuerto, a unos 3 kilómetros del centro de esta ciudad.

   Aún consternados por el suceso, los deudos optaron por no efectuar ningún tipo de declaraciones a la prensa e hicieron la correspondiente denuncia policial.

  La directora del cementerio, Miriam Molla, expresó a un medio venadense que en los cinco años que lleva al frente a esa dependencia municipal, “jamás había recibido semejante denuncia”.

   La funcionaria municipal consideró que “lamentablemente tenemos que reconocer que ya no quedan placas o floreros de bronce en este lugar porque ya es casi normal que se los roben para venderlos como metal, pero esto de que directamente falte un cajón, realmente es una cosa realmente inédita”.

  La funcionaria añadió: “Por lo que sé, robar ornamentos de bronce de los cementerios no es un problema que sólo se padezca en nuestra ciudad. No obstante, el robo liso y llano de un cajón es un hecho repudiable y sin sentido, lo que llama mucho la atención”.

  Una hipótesis barajada ayer por el personal afectado a la investigación de lo ocurrido en Coronel Arnold indicó la posibilidad de la existencia de alguna banda dedicada específicamente a la sustracción de féretros del tipo cofre de los que existen diversos modelos y cuyos costos oscilan entre 3 y los 5 mil pesos, y más caros.

  La repetición de estos casos ha puesto en alerta a la policía y sobre todo al personal municipal encargado de los cementerios.