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sábado,
17 de
noviembre de
2007 |
Llanto
La novia había pasado por las maquilladoras y estaba sentada frente al espejo de la peluquería. Al día siguiente era su boda. Sonó el celular y comenzó a llorar. El salón en el que festejaría su casamiento había sido clausurado. La empresa lo reemplazó por otro de menor categoría. Las lágrimas arruinaron el make up.
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