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 miércoles, 07 de noviembre de 2007  
Su diario íntimo fue la prueba para condenarla
“Apuñalé a un chabón y estoy muy asustada”, escribió en su agenda íntima en julio de 2004. Con eso como prueba decisiva le dieron 20 años de prisión por aplicar 9 puñaladas a un joven

Buenos Aires.— Durante cinco días la identidad del asesino de Norberto Gauna, un joven de 21 años muerto de nueve puñaladas en julio de 2004, fue un enigma cerrado. Hasta que una línea de investigación que se había posado sobre el entorno de la víctima tropezó con un elemento clave: el diario íntimo de una chica de 18 años. Una anotación allí, en la que asumía la responsabilidad en lo ocurrido, fue la evidencia principal que sirvió para que ayer le impusieran 20 años de prisión.

“Hoy me mandé una cagada. Apuñalé a un chabón y estoy muy asustada”, fue la frase que la chica condenada, Ana Molina, escribió en su agenda. La sentencia no es sólo por por matar a Norberto Gauna. También por haber herido a otras dos personas en el norte del conurbano bonaerense.

Señalada.
Más allá de la prueba escrita en la agenda, hubo otras que sellaron su suerte. Entre ellas los reconocimientos positivos de las dos víctimas que sobrevivieron a los ataques y el resultado de un estudio genético que halló sangre de una de ellas en la sevillana que le secuestraron a la joven.

El tribunal halló culpable a Ana Molina, hoy de 21 años, del homicidio de Norberto Gauna y de la “tentativa de homicidio” de Cristian Espillada, de 23, y Jésica Quiroz, de 20. El 3 de julio de 2004, Gauna fue asesinado de nueve puñaladas y su amigo Espillada resultó gravemente herido a la salida de la bailanta “Scombro”, ubicada en ruta 8 y Pueyrredón, en José C. Paz.

Según se comprobó en el juicio, los dos jóvenes primero fueron agredidos por tres adolescentes conocidos de Molina —que fueron detenidos como partícipes necesarios por la Justicia de Menores— y luego acuchillados por la joven.

Todo se inició cuando Espillada fue rechazado por una amiga de Molina, de nombre Soledad, y esa situación derivó en una pelea entre grupos en la que esa chica fue golpeada.

Esa riña motivó que “patovicas” expulsaran de la bailanta a varios de los jóvenes, y ya en la calle, los dos grupos se volvieron a enfrentar.

Los voceros judiciales dijeron que durante el debate Espillada señaló a Molina como una de las personas que estaba en ese grupo que lo agredió, aunque la prueba clave fue el secuestro del diario íntimo de la joven cinco días después del ataque.

De puño y letra.
La fiscal de juicio, Amalia Belaunzarán, quien había pedido también una pena de 20 años para la acusada, indicó que en su agenda la chica de su puño y letra había escrito con la fecha 3 de julio la frase que la incriminó.

La instructora judicial contó que al peritar esa agenda se descubrió que en las páginas correspondientes a mayo de 2004, la joven había escrito que se había peleado con una chica en una plaza ubicada frente a un pool de Grand Bourg, donde ella residía, y que la había herido gravemente.

“Tras ese hallazgo se dio con la víctima, Jésica Quiroz, y su hermana, quienes, en rueda de personas, reconocieron a Molina como la autora de las lesiones”, explicó la fiscal.

También se comprobó después que Molina ya había tenido otra pelea a golpes con una de las hermanas Quiroz y que la chica habitualmente iba siempre armada con una sevillana que ocultaba en sus zapatillas.

Las hermanas Quiróz, al igual que Espillada, se mantuvieron en sus dichos al declarar durante el juicio y volvieron a señalar a Molina como quien las agredió.

La sevillana.
Los jueces Juan Agustín de Estrada, Mónica Adriana de Benedetto y María Berkich también tomaron en cuenta, al momento de fallar un veredicto condenatorio, los peritajes a la sevillana que le secuestraron a Molina que determinaron que tenía sangre de Espillada, y las testimoniales de personas que la vieron acuchillar a los dos amigos frente a la bailanta.

Para fijar el monto de la pena, el tribunal consideró agravante que, en el caso de Gauna y Espillada, Molina se aprovechó de que los otros tres adolescentes les pegaban a las víctimas para poder acuchillarlas.

Por su parte, Molina no declaró durante la instrucción ni en el juicio, aunque si pidió perdón a las familias de las víctimas al hacer uso de sus últimas palabras del proceso.
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Amalia Belaunzarán, la fiscal del caso, que pidió la dura pena contra Ana Molina, hoy de 21 años.


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