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miércoles,
07 de
noviembre de
2007 |
Honró al fútbol y a la vida
Hijo de gringo humilde, de amplia sonrisa y brazos siempre abiertos. Fuiste su mejor alumno, hombre de principios, leal compañero y honesto. Con cuánto orgullo fuiste farmacéutico, pero la gran pasión de tu vida fue el fútbol. Fuiste y serás eternamente alma y sangre de potrero. Frente a tu casa de madera y chapas, contemplabas el llano de tierra con pastos raleados donde te esperaba tu fiel compañera: la pelota de trapo o goma (después la de tiento). Cosechaste miles de amigos, desde pibe con la ñata pegada al bar "Sin Nombre" (San Nicolás y Cochabamba), en tu querido Superior de Comercio, y más tarde te ganaste todo un barrio en tu vida de comerciante. Los baldíos de Bella Vista, Echesortu y Tres Esquinas vieron desplegar tu habilidad y velocidad con la redonda. El equipo del Parque te adoptó y te diste el lujo de compartir el césped con jugadores de la talla de Canteli, Morosano y Pontoni; pero ellos tuvieron el honor de escuchar tu voz de purrete tenor amenizando los tediosos viajes en tren cuando jugaban de visitante. En el 44 hiciste la más grande de tus gambetas, le esquivaste a la muerte en San Juan. Pero tu espíritu solidario te hizo quedar para ayudar a la gente que estaba inmersa en el drama. Al volver, colgaste los botines, fuiste el farmacéutico del barrio, vivaz, el más alegre y querido. Honraste al fútbol y a la vida, padre, abuelo y bisabuelo de una familia grande. No podré ver más jugar a mi viejo en los potreros, porque sólo lo encontraba en tus ojos. Desde el 26 de octubre, el barrio te empezó a extrañar y los pocos clubes barriales que aún resisten están de duelo. Se fue Salvador Di Benedetto, mi más fiel interlocutor, mi fuente de información, el petiso, el tenor, el wing derecho, mi tío o simplemente Totito.
Ricardo H. Castello Di Benedetto, DNI 12.700.371
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