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| jueves,
25 de
octubre de
2007 |
Elección
y futuro
Cuando vamos a comprar algo difícilmente elegimos el producto o servicio de buenas a primeras. Habitualmente nos interiorizamos sobre las prestaciones, averiguamos por la garantía ofrecida por el fabricante, consultamos a actuales usuarios del artículo por referencias y, finalmente, ponemos en la balanza cada producto y sus características para definir la compra. Con asiduidad nos vemos influidos por campañas publicitarias muy agresivas, aunque en toda decisión, en este caso de compra, tratamos de seguir el proceso lógico de análisis para definirla y llegar al mejor resultado. Si se me permite la analogía, podemos establecer como supuesto a la próxima elección en términos comerciales, sabiendo, claro, que el voto es inalienable. Así como el consumidor tiene poder de decisión sobre las empresas (comprar o no sus productos), como ciudadanos tenemos el poder para elegir a nuestros representantes. Con las elecciones cercanas, hagamos un sincero y exhaustivo análisis, evaluemos prestaciones, garantía, funcionalidad y calidad de los candidatos cual producto al momento de la compra, sólo que esta vez, nada más y nada menos, estamos definiendo el futuro del país. A pesar de tantas desilusiones, sigamos apostando por el país, depositando en la urna la esperanza de ver un país mejor, donde la corrupción, la falta de planeamiento, el clientelismo y la inflación no sean moneda corriente. Quebremos la apatía y el escepticismo de una sociedad inducida por encuestas a montón. Parafraseando un dicho futbolero, en la cancha se ven los pingos, esta vez la cancha es el cuarto oscuro, donde decidiremos qué partido queremos jugar.
Cristian Bergmann, DNI 32.968.387
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